Mi Blackberry suena y se hace el silencio a mi alrededor, las miradas de Susannah y Taylor fijas en mí.

-          ¿Es ella? –pregunta Taylor. – ¿Es la señorita Williams?
-          No –respondo.- Dadme un segundo, por favor.

Anastasia, casi me había olvidado de ella.

De: Anastasia Steele
Fecha: 3 de junio de 2011 02:32 h
Para: Christian Grey
Asunto: ¿Todo bien por Seattle?

Mi querido señor Grey:
Le agradecería enormemente que me hiciera saber si ha tenido un vuelo placentero y el asunto del que tenía que ocuparse en Seattle ya haya sido liquidado. Empiezo a inquietarme.

Pienso mucho en ti.
Suya, Anastasia.


Tecleo rápidamente para contestar a Anastasia. Si hubiera sido al revés, habría enloquecido. Si ella se hubiera marchado así, sin dar explicaciones, sin llamar, sin siquiera mandar un mensaje de que está bien, yo habría hecho cualquier insensatez. Joder, son más de las dos de la madrugada en la costa este.

De: Christian Grey
Fecha: 02 de junio de 2011 23:32 h
Para: Anastasia Steele
Asunto: Lo lamento

Mi queridísima señorita Steele:
Con toda la razón del mundo está usted preocupada, le ruego me disculpe. No me gustaría ser objeto de sus preocupaciones, aunque no puedo negar que me agrada saber que le importo.
Cuento las horas que quedan hasta que pueda estrecharla en mis brazos, mañana.

Christian Grey
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

-          Listo, discúlpenme. Tenía que atender un asunto personal. Adelante, Susannah. Iba a contarnos qué sucedió hace cuatro meses.

Tomo asiento de nuevo en el saloncito de la cabaña de la amiga de Leila, intentando sacudirme a Anastasia de la cabeza para poderme volver a concentrar en la señorita Williams, que es de lo que se trata.

-          Hace cuatro meses Leila abandonó a Travis. Un día, cogió las maletas, y se marchó. Desapareció.
-          ¿Cómo que desapareció? –interrumpo.- ¿Otra vez, igual que ahora?
-          No, no exactamente –responde su amiga.- Aquella vez le dejó una nota a Travis, pero él no fue capaz de entender lo que le decía. Bien pensado –sus ojos me miran amenazantes – tal vez usted pueda arrojar un poco de luz sobre ese tema.
-          Nada me gustaría más. Se trata de encontrarla, ¿no? –maldita impertinente.
-          La nota decía que había vuelto a encontrar algo que llevaba tiempo añorando y que, por desgracia, lo había encontrado en compañía de otro hombre. Decía que le amaba, pero que a su relación le faltaba algo. Travis vino a Seattle a verme, estaba destrozado. ¿Sabe de qué se podía tratar, señor Grey?
-          Tengo una ligera idea –digo, por toda respuesta.

Las imágenes de Leila cuando la conocí, tan dispuesta a la sumisión, llenaron mi mente. Había necesitado más, y se había ido. No puedo reprochárselo.

-          Durante una semana esperamos a que llamara o escribiera, pensando que tal vez se arrepentiría, pero no fue así. Travis volvió a su casa y yo recibí una postal algún tiempo más tarde, desde Tampa. “No he sido tan feliz desde las épocas de la galería, y quería compartirlo contigo”. Hace seis días llamó a mi puerta, desencajada. Sólo entonces tuve su versión de los hechos. Había abandonado a Travis porque había conocido a otra persona, Geoff. Y con él había pasado cada minuto desde que se fue de casa hasta que hace diez días su coche salió de la carretera llegando a New Port, y falleció.
-          Ahora empiezo a entender un poco más.

Toda la historia parece encajar. Un amor fallido, una aventura llena de pasión truncada, una mente frágil y poco tiempo para asimilarlo.

-          Pero, ¿sabe por qué volvió a Seattle?
-          Sólo me dijo que no tiene más amigos que yo, y que tenía que recuperar a alguien que estaba aquí. Supongo que ese es usted, ¿no, señor Grey?


De vuelta al coche bajo la ventanilla del coche, con un poco de calma recuperada. Por lo menos ya sabemos qué ha ocurrido, y teniendo Leila una única persona a la que recurrir, es sólo cuestión de tiempo que demos con ella. Aparecerá. Sólo espero que no tarde mucho. En mi Blackberry el piloto rojo indica un mensaje. Y ya no quiero que sea Luke, ni que haya encontrado a Leila. Sólo quiero que sea Anastasia. Quiero leer sus palabras, y sentirme cerca de ella, después de este día infinito.

¿Qué hará todavía levantada? Mañana tiene que coger el avión temprano, y volver a casa, por fin.



De: Anastasia Steele
Fecha: 03 de junio 2011 02:38 h
Para: Christian Grey
Asunto: Problemas

Mi querido señor Grey:
¡Pues claro que me importa! Me ofende que lo dude. Y de hecho puede que hasta se lo haya dicho en sueños, puesto que se empeña en no decirme cuáles fueron mis palabras interpreto libremente que mi subconsciente le reveló algo.

¿Cómo va ese asunto que tenía que resolver? ¿Ya bajo control, como a usted le gusta?
Te adoro,
Anastasia

De: Christian Grey
Fecha: 03 de junio de 2011 00:03 h
Para: Anastasia Steele
Asunto: el señor Grey se acoge a la Quinta Enmienda

Estimada señorita Steele:
Su curiosidad es tan infinita como larga su lengua. Tendrá que aprender a reprimirla, o me veré obligado a ayudarla.

Del “problema”, como usted dice, me estoy ocupando. Pero se está alargando más de lo que me gustaría.

Christian Grey,
Hermético Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.


Son agradables las conversaciones a distancia con Anastasia, tienen un ritmo que el cara a cara no permite. Mientras yo escribo y ella me responde me sirvo una copa de vino blanco, y como algo de lo que me ha dejado Gail preparado, a pesar de mi insistencia en que se tomara el día libre.

El sabor del vino me recuerda a aquella tarde en su casa, cuando aún vivía en Portland. Kate estaba en la habitación contigua, y aún así follamos salvajemente en el cuarto de Anastasia, en su cama. Con su colcha infantil. El recuerdo me hace sonreír. Ese día recorrí su cuerpo con un cubito de hielo, desde el cuello hasta el pubis. Su siguiente mensaje me pilla absorto en la memoria, en la forma de sus pechos asomando por encima del sujetador, en sus pezones erizados, duros al contacto con el hielo.


De: Anastasia Steele
Fecha: 03 de junio 03:06 h
Para: Christian Grey
Asunto: locura transitoria

Si me preguntan ante un jurado no tendré ningún problema en declarar que padezco locura transitoria. Tengo testigos que podrían afirmar que nunca jamás hablo en sueños. Tal vez debería usted hacerse mirar el oído. A algunos hombres, al llegar a su edad, les empieza a fallar.

Me vuelves loca, Christian.


Sonrío en la butaca, ¿acaso me ha leído el pensamiento, a diez estados de distancia?

De: Christian Grey
Fecha: 03 de junio de 2011 03:09 h
Para: Anastasia Steele
Asunto: sí que hablas en sueños

Y estoy dispuesto a hacértelo saber cuando me lo digas en persona. Te diré: eso fue justo lo que dijiste en sueños. Te aseguro nena, que no pasará mucho tiempo. De momento sólo puedo adelantarte que mañana vas a decirme un montón de cosas, porque te tengo preparado un recibimiento digno de la locura que provocas tú en mí.

Descansa, lo vas a necesitar.
Christian Grey,
Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.