Los Grey - La desesperación de Christian

Llevábamos días disgustados por una bronca descomunal que tuvimos.  Ninguno de los dos cedíamos, cuál si fuéramos niños caprichosos, y ahora, cuando ha pasado todo, me digo lo estúpido que fui  al  preocuparme por algo insignificante, cuando he estado a punto de perderla.  No quiero volver a recordar aquello, porque fue una de mis peores pesadillas, pero...,  estando despierto.



Si hubiéramos tenido más sentido común, creo que todo hubiera sido diferente, que nada de lo que vino después, hubiera ocurrido, pero no sirve ya echar la vista atrás porque el reloj sigue avanzando y no retrocede.  Si el ser humano tuviera esa capacidad de borrar lo mal hecho y rectificar,  mejor nos iría.  Pero si te equivocas, el error sigue ahí sin poder  enmendarlo.



Tendida en el suelo, pálida, sin moverse, con las manos heladas, me recordó otra escena vivida de pequeño y un náusea subió por mi estómago hasta mi boca. Está herida, inconsciente.  Palpo su cuerpo por ver si descubro algo que me diga que no es demasiado tarde, que ella está viva. ¡Dios mio no me la quites ! Nunca rezo, pero en esta  ocasión es una letanía que repito una y otra vez.  No puede ser verdad lo que estoy viviendo.



Esta mañana nos despedimos sin siquiera dirigirnos la palabra. ignorantes de lo que horas después estaba a punto de suceder.  Acaricio su rostro herido, su labio partido por el bofetón propinado por esa mala bestia. ¿ Cómo ha osado poner la mano encima a mi Ana ? La dije que la protegería y sin embargo no he podido hacerlo.  ¡ Esa ambulancia  ! ¿ Cuándo piensa llegar ?  Un nudo atenaza mi garganta y borra de ella las palabras que tratan de salir a borbotones, pero que no llego a pronunciar.



Por fin oigo unas sirenas que anuncian que están próximos.  Ella no vuelve en sí y sigue fría.  La he puesto mi chaqueta para abrigarla.  No la puedo mover, y mi primer impulso es abrazarla fuerte contra mi pecho y besar sus labios exangües ahora,  y acariciar su cabello y aspirar su aroma.  Y la llamo bajito para que despierte, pero ella no despierta.  Y una mano fría, colgando inerte desde una cama sucia, vuelve a mi mente una y otra vez, y suplicante la pido que no lo permita, que yo si quiero cuidarla y que perdono toda su desatención conmigo, y que me compense dejándome a Ana.



Los médicos apartándome de ella, me hacen volver aquí, ahora.  Y como un sonámbulo entro en el vehículo a su lado, mientas ellos manipulan su cuerpo y curan la heridas del rostro, y le ponen un collarín...  Todo lo veo entre brumas porque pienso que no es posible que nos esté ocurriendo ésto. ... Y por la mañana me fui de su lado sin despedirme de ella ¡ Dios !  ( 1996rosafermu )

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