En la puerta del Escala hay una unidad de la policía y un tremendo dispositivo de Watch Guard montado: un camión, dos coches y una moto, así como varios operarios que entran y salen de los vehículos cargando enormes maletas de acero, y cajas de herramientas. Taylor está hablando con uno de ellos.
- Señor Grey –me presenta.- Éste el Robertson, el gerente de Watch Guard.
- Señor Grey, un placer. No sé cómo pedirle disculpas por lo que ha ocurrido.
- No intente descubrirlo, no hay forma de disculparse. Asuman su fallo y procedan a corregirlo –mi tono frío le obliga a soltar rápidamente la mano que me estrechaba.
- Por supuesto, señor Grey. Estamos en ello. Hemos instalado el dispositivo más moderno de que disponemos, así como cámaras de última generación, que duplican en número a las anteriores.
- ¿Y qué hay de la puerta trasera? –pregunto.
- Hemos instalado una también, señor Grey. De hecho, dos: una en el interior y otra en el exterior del edificio, de modo que cualquier movimiento en esa zona quedaría registrado.
- Me alegro. Si pudieran darse un poco de prisa se lo agradecería. He tenido un día largo hoy y me gustaría descansar.
- Faltaría más, señor Grey.
- Taylor, ocúpate de todo, ¿quieres? – Taylor es probablemente la única persona, además de mí mismo, de la que me puedo fiar completamente.
- Descuide, señor Grey. Lo tengo bajo control.
Luke ha sacado del maletero del R8 mi equipaje, y se dirige a nosotros con él en la mano.
- Déjalo Luke, yo me encargo. Taylor, tú quédate con ellos y supervisa que todo quede instalado antes de que se vayan y de que cambien las claves de acceso de mis zonas privadas del edificio. Y tú Luke, ya sabes lo que tienes que hacer. Localiza a la señorita Williams. Busca todo, remueve bajo cada piedra.
- Ok, señor Grey. Ahora mismo.
Me giro para entrar en el bloque de apartamentos pero me detengo un momento. No le he preguntado a Taylor por la señora Jones.
- Taylor –digo en voz baja.
- ¿Sí, señor? –se acerca un poco a mí para no tener que continuar la conversación en susurros.
- ¿Y Gail? ¿Cómo está?
- Está… un poco asustada, todavía –confiesa.- Se siente culpable por haber dejado que la señorita Williams entrara en la casa, y se colara hasta su habitación.
- Pobre mujer. En fin, gracias, Taylor. Esperemos que todo esto se pase cuanto antes y podamos volver a la vida normal.
- ¿La han encontrado? ¿A Leila? He oído que le habían dado el alta.
- Así es, un matasanos que no está en su sano juicio ha dejado que saliera del hospital hace un par de horas, quizá tres. Ahora está vagando por Seattle y no tenemos ni idea de qué pretende. Hay que encontrarla, o hará otra estupidez.
- Cuente conmigo señor Grey.
- Lo sé. Gracias.
Una vez en el ascensor un pensamiento me asalta: Anastasia. No he tenido tiempo de pensar en ella ni una sola vez desde que salí de Savannah esta mañana. Parece que han pasado cuatro días desde que la dejé allí, y sin embargo, esta misma mañana me he levantado a su lado, he volado con ella persiguiendo el amanecer, y ha querido invitarme a desayunar. El repaso mental de la jornada me hace sentirme exhausto y sólo puedo desear una ducha de agua hirviendo, que limpie toda la mierda de este día digno de olvidar.
Gail Jones está sentada en una banqueta, con los codos apoyados sobre la barra de la cocina. Tiene los ojos hinchados y, aunque se esfuerza por parecer serena, su pose tensa la delata.
- Señora Jones, ¿cómo se encuentra?
- Señor Grey, lo siento. Lo siento de verdad. Lo siento –su voz se convierte en un balbuceo y rompe a llorar. –No sé cómo ha podido pasar.
- No es su culpa Gail, no se torture –procuro tranquilizarla un poco, pese a que todos sabemos del alcance de la situación.- La señorita Williams paseaba a la ligera por aquí y yo nunca me di cuenta. Eso es exclusivamente culpa mía.
- ¿Pero cómo ha podido entrar? ¿Cómo es posible que no la haya oído?
- La señorita Williams es como los gatos, Gail, capaz de moverse y pasar desapercibida. Siempre ha tenido esa cualidad. Tuvo que robar una llave del acceso de la puerta trasera de cuando la recogida de basuras se hacía todavía con los camiones.
- Eso me ha dicho Jason pero entonces es mi culpa, yo tendría que haber custodiado mejor esas llaves.
- Basta señora Jones. Ya le he dicho que no es culpa de nadie. Tranquilícese, tómese el resto del día libre y no se preocupe más. Ahora mismo están cambiando las cámaras de vigilancia y todos los códigos de acceso al edificio. Nadie, ¿me escucha? Nadie podrá volver a colarse aquí.
La señora Jones sorbe los mocos, y se limpia las lágrimas con el dorso de la mano.
- Gracias, señor Grey. Es usted muy comprensivo. ¿Quiere que le prepare algo de comer? ¿Ha almorzado hoy?
- Pues la verdad es que estoy famélico, creo que no he tomado nada desde las ocho de la mañana de la costa este. Voy a darme una ducha, pero después no me importaría comer uno de sus deliciosos emparedados de pepinillo.
- Ahora mismo se lo preparo señor Grey.
Mi Blackberry suena
* Te hacía en Georgia pero un revuelo como el que hay en la puerta del Escala sólo puede querer decir que estás de vuelta, hermanito.
* Así es, Lelliot. Pero no te preocupes, está todo controlado.
* Yo no me preocupo pero papá y mamá pasarán por allí delante de un momento a otro y algo se olerán. ¡Vete ensayando alguna historia!
* Gracias por el aviso.
Estupendo, lo que me faltaba. Tener que dar explicaciones a mis padres de por qué hay policía y servicios de seguridad en la puerta de su reservado hijo Christian, el que nunca le cuenta nada a nadie, y el especialista en protagonizar escándalos silenciosos. Más vale que arregle yo esto antes de que se me vaya de las manos.
- Hola Grace, ¿cómo estás?
- ¡Christian hijo! ¿Qué tal te va por Savannah? No tenía ni idea de que estabas pensando ampliar el negocio. Si no llega a ser por Andrea no me enteraría de tu vida.
- ¿Ya has estado hablando con esa chismosa?
- Nada de chismosa. Es mi amiga. Y mi mejor conexión contigo –dice divertida.
Mi madre le triplica la edad a Andrea y no aprueba nada de ella, ni cómo se viste, ni su peinado, ni cómo me trata. Dice que no me cuida. Pero tiene razón, es su mejor conexión conmigo.
- Pues por lo visto tu amiga no te tiene bien informada últimamente. De hecho, estoy de vuelta en la ciudad. He llegado esta tarde a primera hora. Ha habido un pequeño incidente en mi apartamento y he decidido volver.
- ¿Qué ha ocurrido querido?
- No ha pasado nada. Parece que un intruso se ha colado por la puerta de atrás, y algún vecino ha avisado a la policía, eso es todo.
- Señor Grey, un placer. No sé cómo pedirle disculpas por lo que ha ocurrido.
- No intente descubrirlo, no hay forma de disculparse. Asuman su fallo y procedan a corregirlo –mi tono frío le obliga a soltar rápidamente la mano que me estrechaba.
- Por supuesto, señor Grey. Estamos en ello. Hemos instalado el dispositivo más moderno de que disponemos, así como cámaras de última generación, que duplican en número a las anteriores.
- ¿Y qué hay de la puerta trasera? –pregunto.
- Hemos instalado una también, señor Grey. De hecho, dos: una en el interior y otra en el exterior del edificio, de modo que cualquier movimiento en esa zona quedaría registrado.
- Me alegro. Si pudieran darse un poco de prisa se lo agradecería. He tenido un día largo hoy y me gustaría descansar.
- Faltaría más, señor Grey.
- Taylor, ocúpate de todo, ¿quieres? – Taylor es probablemente la única persona, además de mí mismo, de la que me puedo fiar completamente.
- Descuide, señor Grey. Lo tengo bajo control.
Luke ha sacado del maletero del R8 mi equipaje, y se dirige a nosotros con él en la mano.
- Déjalo Luke, yo me encargo. Taylor, tú quédate con ellos y supervisa que todo quede instalado antes de que se vayan y de que cambien las claves de acceso de mis zonas privadas del edificio. Y tú Luke, ya sabes lo que tienes que hacer. Localiza a la señorita Williams. Busca todo, remueve bajo cada piedra.
- Ok, señor Grey. Ahora mismo.
Me giro para entrar en el bloque de apartamentos pero me detengo un momento. No le he preguntado a Taylor por la señora Jones.
- Taylor –digo en voz baja.
- ¿Sí, señor? –se acerca un poco a mí para no tener que continuar la conversación en susurros.
- ¿Y Gail? ¿Cómo está?
- Está… un poco asustada, todavía –confiesa.- Se siente culpable por haber dejado que la señorita Williams entrara en la casa, y se colara hasta su habitación.
- Pobre mujer. En fin, gracias, Taylor. Esperemos que todo esto se pase cuanto antes y podamos volver a la vida normal.
- ¿La han encontrado? ¿A Leila? He oído que le habían dado el alta.
- Así es, un matasanos que no está en su sano juicio ha dejado que saliera del hospital hace un par de horas, quizá tres. Ahora está vagando por Seattle y no tenemos ni idea de qué pretende. Hay que encontrarla, o hará otra estupidez.
- Cuente conmigo señor Grey.
- Lo sé. Gracias.
Una vez en el ascensor un pensamiento me asalta: Anastasia. No he tenido tiempo de pensar en ella ni una sola vez desde que salí de Savannah esta mañana. Parece que han pasado cuatro días desde que la dejé allí, y sin embargo, esta misma mañana me he levantado a su lado, he volado con ella persiguiendo el amanecer, y ha querido invitarme a desayunar. El repaso mental de la jornada me hace sentirme exhausto y sólo puedo desear una ducha de agua hirviendo, que limpie toda la mierda de este día digno de olvidar.
Gail Jones está sentada en una banqueta, con los codos apoyados sobre la barra de la cocina. Tiene los ojos hinchados y, aunque se esfuerza por parecer serena, su pose tensa la delata.
- Señora Jones, ¿cómo se encuentra?
- Señor Grey, lo siento. Lo siento de verdad. Lo siento –su voz se convierte en un balbuceo y rompe a llorar. –No sé cómo ha podido pasar.
- No es su culpa Gail, no se torture –procuro tranquilizarla un poco, pese a que todos sabemos del alcance de la situación.- La señorita Williams paseaba a la ligera por aquí y yo nunca me di cuenta. Eso es exclusivamente culpa mía.
- ¿Pero cómo ha podido entrar? ¿Cómo es posible que no la haya oído?
- La señorita Williams es como los gatos, Gail, capaz de moverse y pasar desapercibida. Siempre ha tenido esa cualidad. Tuvo que robar una llave del acceso de la puerta trasera de cuando la recogida de basuras se hacía todavía con los camiones.
- Eso me ha dicho Jason pero entonces es mi culpa, yo tendría que haber custodiado mejor esas llaves.
- Basta señora Jones. Ya le he dicho que no es culpa de nadie. Tranquilícese, tómese el resto del día libre y no se preocupe más. Ahora mismo están cambiando las cámaras de vigilancia y todos los códigos de acceso al edificio. Nadie, ¿me escucha? Nadie podrá volver a colarse aquí.
La señora Jones sorbe los mocos, y se limpia las lágrimas con el dorso de la mano.
- Gracias, señor Grey. Es usted muy comprensivo. ¿Quiere que le prepare algo de comer? ¿Ha almorzado hoy?
- Pues la verdad es que estoy famélico, creo que no he tomado nada desde las ocho de la mañana de la costa este. Voy a darme una ducha, pero después no me importaría comer uno de sus deliciosos emparedados de pepinillo.
- Ahora mismo se lo preparo señor Grey.
Mi Blackberry suena
* Te hacía en Georgia pero un revuelo como el que hay en la puerta del Escala sólo puede querer decir que estás de vuelta, hermanito.
* Así es, Lelliot. Pero no te preocupes, está todo controlado.
* Yo no me preocupo pero papá y mamá pasarán por allí delante de un momento a otro y algo se olerán. ¡Vete ensayando alguna historia!
* Gracias por el aviso.
Estupendo, lo que me faltaba. Tener que dar explicaciones a mis padres de por qué hay policía y servicios de seguridad en la puerta de su reservado hijo Christian, el que nunca le cuenta nada a nadie, y el especialista en protagonizar escándalos silenciosos. Más vale que arregle yo esto antes de que se me vaya de las manos.
- Hola Grace, ¿cómo estás?
- ¡Christian hijo! ¿Qué tal te va por Savannah? No tenía ni idea de que estabas pensando ampliar el negocio. Si no llega a ser por Andrea no me enteraría de tu vida.
- ¿Ya has estado hablando con esa chismosa?
- Nada de chismosa. Es mi amiga. Y mi mejor conexión contigo –dice divertida.
Mi madre le triplica la edad a Andrea y no aprueba nada de ella, ni cómo se viste, ni su peinado, ni cómo me trata. Dice que no me cuida. Pero tiene razón, es su mejor conexión conmigo.
- Pues por lo visto tu amiga no te tiene bien informada últimamente. De hecho, estoy de vuelta en la ciudad. He llegado esta tarde a primera hora. Ha habido un pequeño incidente en mi apartamento y he decidido volver.
- ¿Qué ha ocurrido querido?
- No ha pasado nada. Parece que un intruso se ha colado por la puerta de atrás, y algún vecino ha avisado a la policía, eso es todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario