sábado, 30 de julio de 2016

Las oscuras sombras de Christian - Sombra 12 - Cortando el viento en el Grace

Contemplo el rostro sereno de Anastasia. Sonrie y habla entre sueños.  Yo también sonrio. Me resisto a despertarla; disfruto verla dormir con su semblante relajado, como una niña, a la que deseo cuidar y proteger siempre.  Consulto mi reloj y compruebo que falta poco para que llegue la doctora Green: he de despertarla.  Después de esa visita, saldremos a tomar un poco de aire que despeje nuestra noche de incertidumbre y alarma.  Allí la tendré segura y para mi.  Suavemente beso su frente y ella se rebulle dejando al descubierto parte de su cuerpo desnudo.

- Despierta dormilona, es muy tarde- la digo acariciando su mejilla
- Christian... déjame un poco más
- No puede ser, Ana.  La doctora estará aquí en unos minutos.



Ella protesta por mi intromisión en su intimidad ¿ Intimidad ? Entre nosotros ya no hay intimidad.  Nos pertenecemos el uno al otro, sin reservas. Ella sigue protestando, pero la calmo a base de besos y caricias. Pero son momentos peligrosos, porque al contacto con su cuerpo, no se si tendré paciencia para no tomarla de nuevo, y la Green está a punto de llamar a esa puerta.  Lo dejaremos para más tarde.  Ella me sonrie, al  adivinar mis lascivos pensamientos, y creo que ella estaría de acuerdo conmigo.  La doy un azote en el culo y ella da un respingo, levantándose inmediatamente.

Nuestro desayuno se ve interrumpido por la doctora, que puntual a su cita llega para revisar a Anastasia.  Cuando sale de la revisión, observo que el semblante de Ana ha cambiado; se muestra preocupado que a mi vez hace me preocupe ¿ Qué sucede ? Se lo pregunto y ella me responde airada por un principio de alarma: un posible embarazo.   Pero me tranquilizo cuando me dice que sólo había sido una   posibilidad, que al final no ocurrió . Dejó de tomar la píldora al separarnos.  Me asegura que no hay nada de lo que tanto me inquieta.  Sería desastroso en este momento.  La quiero para mi solo; no entra en mis cálculos tener un bebe.  Está de mal humor, pero puede que se deba al cansancio de la noche anterior, que francamente, fue perturbadora  en algunos aspectos, no así en nuestros contactos antes de dormir. Posiblemente una buena ducha mejore su genio.

Nuevamente estamos uno frente al otro bajo la cascada de agua. Le lavo el cabello y ella entorna los ojos complacida. En una manopla deposito un poco de gel y se la entrego: deseo elimine los restos del lápiz de labios. Le advierto que tenga cuidado y ella suavemente  procede a limpiarlo.


No puedo evitar tensarme; se que no traspasará el límite, no obstante la tensión se nota en mi rostro y en mi cuerpo.  Ella se detiene y comienza a llorar.  No puedo soportarlo, no debe hacerlo por  mi. Levanto su rostro que ha reclinado sobre mi pecho, y eso no me tensa, no me molesta, al contrario me agrada, la siento mía totalmente..  Se que anhela tocarme y le hago saber que es algo que no soportaría.  Ella expresa la necesidad que tiene de hacerlo, porque es su modo de decirme que me quiere, que todo el mundo me quiere y que no entiende porqué rechazo el cariño de todos cuantos me rodean.  Lo rechazo de plano, pero al mismo tiempo pienso que es lo más dulce que me ha dicho nunca, y que mi necesidad de ella es sencillamente porque mis sentimientos no son sólo de protección,  sino de algo más, algo que nunca he sentido por ninguna otra mujer, porque el amor que siento por mi madre, es totalmente distinto al que siento por ella, y en una pregunta suya queda resumida la definición, que hasta entonces no me había parado a pensar nunca

- ¿ Tu me quieres ?

Y ante esa pregunta, mirándonos ambos fijamente, de mis labios brota una respuesta, sin pensar, sin que mi cabeza intervenga.  Sólo mi corazón.  Y la miro fijamente recorriendo su rostro con mi mirada; mis labios se entreabren y dejo escapar lo que durante tanto tiempo he guardado en mi interior

- Si.  Te quiero.

Su alegría es visible ante mi. ¿ Es lo que siempre había buscado ? Y siento alivio y unas ganas tremendas de estrecharla junto a mi, de transmitirla todo lo que siento, y que ahora se muestra claramente ¿ cómo he podido no darme cuenta de ello?  La quiero desde que la vi por primera vez en mi despacho.  Siempre la he buscado, y al perderla  fue lo más terrible que me ocurrió desde que mi madre biológica murió ante mis ojos. La aprieto contra mi, y ella hace lo mismo,. Y así, desnudos, bajo el torrente de agua de la ducha, nos quedamos durante unos instantes.  Ahora sabemos que lo que hay entre nosotros no sólo es sexo y placer, sino algo más profundo, más noble y más hermoso.  Al salir de la ducha la arropo con un albornoz y ella me mira de una forma interrogante; en algo está pensando que no alcanzo a vislumbrar.  Toma una toalla pequeña y con suave golpecitos me va secando los brazos.  La miro sin parpadear ¿ qué será lo que piensa hacer ? Coge una toalla y mi mano,  posando la suya sobre la mia, y así los dos a un tiempo, comenzamos
una liturgia secándome los hombros, los brazos, el lugar prohibido, pero que al sentir mi mano no se tensa, sino que se relaja. Hacemos lo mismo por el pecho, al tiempo que ella deposita dulces besitos, breves besos sobre mis brazos y yo entreabro mis labios en un leve suspiro, y ella fija su mirada penetrante en  mi para ver mi reacción y en ella ve que la necesito que deseo hacerla mia una vez mas, porque ella es mi alimento espiritual y le pido permiso para amarla y ella me responde que también me necesita y de nuevo la poseo, nos poseemos, y  suave, dulcemente somos un solo cuerpo.



Estamos tumbados uno junto al otro y yo acaricio suavemente su espalda desnuda  y ella sonrie complacida.  Alaba mi conducta que dice es tierna y rememoramos la primera vez que estuvimos juntos; ambos sonreimos al recordar la expresión que debí tener al confesarme que era vírgen.  No puedo evitar reír.  Fue la mayor sorpresa que me he llevado nunca.

Vamos contentos después de nuestros escarceos amorosos tempraneros, y aliviados al conocer uno y otro los sentimientos que nos unen.  Recuerdo el motivo por el que estamos en el hotel y me desvío de la ruta para entrar en un concesionario de coches.  He de comprarle uno a Anastasia. El Audi lo enviaré a limpiar y lo venderé.  Ese no es coche para ella. Habrá de ser otro distinto, que no nos recuerde los malos momentos vividos, ni el destino que había imaginado para ese coche.  Está claro que Ana no es,  ni será nunca mi sumisa, pero no me importa.  Con ella tengo todo cuanto pueda desear, no necesito más, sólo a ella. No tiene idea de lo feliz que puede hacerme.  En repetidas ocasiones ella me ha dicho lo mismo, pero ahora sé exactamente lo que quería decirme cuando lo comentaba.  Me siento nuevo, renovado, y querido, aunque a veces rechace ésto,  Todo es nuevo para mi.  Nunca antes me había sentido así, y no quiero que termine nunca, porque ella me infunde esperanza y me hace pensar en lo que Flynn me planteó en una ocasión y que rechacé de plano.

Entramos en el concesionario de Saab. Me mira perpleja; no sabe lo que estoy pensando y tengo miedo de que una vez más rechace mi regalo, que éste si será de graduación.  La miro con recelo, pero al final, con alivio veo que lo acepta.  Un poco a regañadientes, al principio, después lo acepta y nos ponemos de acuerdo en el color.

Volvemos a la carretera y ella, extrañada, me pregunta dónde vamos.  No quiero adelantarle nada; deseo que sea una sorpresa, que conozca el entorno del que me rodeo y que es desconocido para todos, menos para mi familia.  Ahora ella lo conocerá, porque es parte de mi restringido universo, pero es el eje central de todo él.


Comeremos en el bar de Dante; le conozco desde hace tiempo, desde que venía para disfrutar del Grace, cuando en solitario navegaba.   Hoy lo haré con ella, y será la primera mujer,  que no es de mi familia,  que compartirá ese placer conmigo.  Quiero que comparta todo conmigo, porque es parte de mi vida. No se me ha olvidado nuestra discusión por un solomillo, así que hoy elegirá ella el menú, pero se lo insinuaré, puesto que desconoce lo que puede degustarse en este bar del puerto.  Después le mostraré el Grace, mi orgullo y mi disfrute.

Y al poco nos encontramos frente al katamarán, y ella se asombra al verlo y al conocer su nombre.

- Es en homenaje a mi madre. A ella se lo debo todo; la vida también. Yo adoro a mi madre

No sé porqué se extraña de ello, y me explica que siempre me muestro muy frio con ella, muy distante.  Eso me hace pensar. Efectivamente, la beso muy de pasada, y sé que ella suspira por poder abrazarme, pero eso no significa que no la quiera con toda mi alma. ¡ Es mi madre !.  Ella sabe el motivo y siempre me ha respetado; no es que no quiera que lo haga, simplemente, al igual que a Anastasia, es superior a mi, y han de contar con ello.

Subimos a bordo y presento a Liam a mi novia Anastasia.  Le conozco desde hace tiempo; entre los dos elegimos a los ingenieros que habrían de construir mi barco.  Este marino irlandés nunca me ha preguntado nada, ni se ha extrañado de nada, pero ahora al saber que esta linda muchacha es mi novia, una luz de alegría se ha reflejado en sus ojos.  Ambos nos disponemos a zarpar y lo hago contento, feliz, nervioso y ansioso por mostrar a mi chica las excelsas aptitudes de Grace, mi katamarán, con el que surcaremos el aire
y las azules aguas del estrecho de Puget. La siento ante mi, en el timón. Somos libres recibiendo en el rostro,  las salpicaduras del agua,  mi chica y yo.

Hacemos una parada en una cala. Liam baja a tierra, quizá con alguna intención, la de dejarnos a solas.  Yo la conduzco hasta mi camarote;  deseo estrenarlo con ella, otra primera vez.  Al suave balanceo del barco, la digo por primera vez que ella es mi timón y la colmo de besos y caricias. Nuestro tiempo es limitado.  Liam volverá enseguida, así que el preludio ha de ser corto, peo lo tendremos, porque deseo poseerla en todos los sentidos. Quiero que sienta mis caricias cuando paseo mi mano por su cuerpo, Por sus pechos, por su vientre, por su sexo,


Y beso su boca con ansia y muerdo su barbilla y su labio, ese labio que me vuelve loco cada vez que lo aprisiona con sus dientes.  Es toda mía. La quiero y me quiere. Ella ya no se muestra  tan tímida delante de mi desde que conoce la profundidad de mis sentimientos.  Me muesta su desnudez totalmente,, quizá  porque sabe   que la amo.  Y por primera vez, observo que no tiene la tendencia a taparse cuando desnuda, está frente a mi.   Que ya no se intimida si recreo la vista por su cuerpo y me detengo en cada una de sus curvas, y paseo mi mano, poseyéndola,por la parte más íntima de su cuerpo. Y le hago gemir y encorvarse y entornar los ojos de placer y lascivia.  Nos deseamos de una forma primitiva, sensual y sin ambages.  Nos mostramos tal cual somos y estamos.  Eso es lo que amo de ella , y lo que no tenía antes.  Porque lo anterior era un placer sexual únicamente, ahora es amor y deseo lo que nos conduce al ansia de pertenecernos,  de estar uno dentro del otro, en la forma que sea. No necesito más, sólo a Ana y es mia total y enteramente..  El tiempo pasa veloz y aún no hemos hecho el amor, así que  sin perder un minuto, la penetro y ambos, mecidos por el vaivén del barco llegamos al clímax más intenso y embriagador que podríamos sentir.  Tras breves momentos de relax, beso su boca y me levanto, y me visto apresuradamente. Liam, está atracando la motora al Katamarán. Le señalo el cuarto de ducha y doy un último vistazo al cuerpo desnudo que se me muestra tendido en la cama.


miércoles, 27 de julio de 2016

Las oscuras sombras de Christian - Sombra 11 - Fayrmont Olympic

Anastasia, por fin ha conciliado el sueño. Yo sigo en el despacho consultando con mis empleados los últimos aconteciminetos.  Hemos vuelto a revisar todas las estancias de mi apartamento, y confío en que se haya marchado después de atentar contra el coche de Ana. ¿ Por qué arremete contra ella ? He sido yo el que no quiso esa relación, pero sin duda es Ana el motivo de sus irracionales celos.  De vez en cuando voy hasta el dormitorio, para vigilar el sueño de Anastasia, que está siendo tranquilo.

  Son las dos de la madrugada, pero estoy despejado como si fueran de la tarde.  Recibo una llamada por mi número particular:  es Elena ¿ qué  demonios querrá ahora ?  La contesto de mala gana y ella se da cuenta de que estoy de mal humor. No puedo evitar el narrarle lo ocurrido en el aparcamento ; ella se muestra preocupada. Deseo terminar cuanto antes la conversación y tenemos una pequeña discusión al pedirla que nos deje tranquilos, sobretodo a Anastasia, que no quiere nada con ella.  No lo entiende, y he de recalcar que no deseo se entrevisten, que no ha lugar.  Yo sólo me basto para cubrir las lagunas que pueda tener. Corto la comunicación, quizá con malos modos, algo a lo que no estoy acostumbrado, y menos con ella.

Por la puerta entre abierta, observo la silueta de Anastasia, que al escuchar que he colgado, entra tímidamente. Aún está adormilada, pero su rozstro refleja preocupación.  Me pide que volvamos a la cama, y yo la verdad, lo estoy deseando.  Estoy a punto de derrrumbarme superado por todo lo sucedido.  Entramos en el dormitorio.  Hace frio en él.  Miro en dirección al balcón y compruebo que está abierto de par en par.  Me extraña, porque debido a la altura, pocas veces lo dejo abierto porque la temperatura, por la noche, baja varios grados.  Si hace calor, pongo la refrigeración a una temperatura suave.  Miro a Anastasia y veo que su rostro también muestra asombro, no obstante la pregunto su ha sido ella la que lo ha abierto. Me dice que no. Ve mi inquietud y mi preocupación, entonces me dice que al despertarse vió una sombra a los pies de la cama, pero que no podía precisar lo que era: creyó que era fruto de que aún estaba somnolienta. Me pongo en movimiento rápidamente. La alarma vuelve a sonar en mi cabeza.  Llamo a Taylor, y con una sola indicación comunico que la situación está muy lejos de estar controlada.

- Está aquí.



Tardan un segundo en personarse él y Sawyer en mi habitación. Mientras tanto Ana es setá poniendo unos pantalones de deporte mios treinta tallas mayor de lo que la corresponde, pero no importa.  Tengo que sacarla de allí inmediatamente: está visto que va a por ella.  El miedo me invade nuevamente. Taylor llama a la puerta, la abro y le digo que prepare un pequeño equipaje para Anastasia; tenemos que salir de aquí´. A velocidad del rayo doy instrucciones a Taylor que baja con nosotros hasta el garaje. Anastasia me da un tirón de la mano cuando ve su coche cubierto de pintura y las ruedas rajadas.  Se lleva la mano libre a la boca y ahoga un grito de espanto, porque en ese momento comprende la gravedad del asunto y el porqué yo estoy tan alarmado.  Sólo me mira horrorizada, pero no dice palabra alguna. Entra en el coche. Le digo a Taylor que nos reserve habitación en algún hotel y que me avise cuiando tenga la reserva.  Con las prisas no he cogido la tarjeta  que siempre uso cuando deseo pasar desapercibido, pero él me la facilita. " Resérva a tu nombre," le digo. Tened cuidado y que Gail no regrese a casa hasta que esté todo despejado.  La señora Jones, está visitando a una hermana en Portland.


 El asiente con la cabeza y nos ponemos en marcha.  Estoy deseando ponernos en movimiento, fuera de aquí..  Estoy nervioso y preocupado por Ana. No son las inquietudes lo que deseo para nosotros.  Trato por todos los medios por infundir tranquilidad en su vida, pero compruebo  que, por muchos esfuerzos que haga, nunca lo consigo. ¿ Me está castigando la vida por mi comportamiento anterior? Creo ciertamente, que el culpable de todo esto soy yo; hago todo lo que puedo porque ello no salpique a nadie, que sólo yo sea el destinatario de tanta preocupación e incidencias.

Vamos por la autopista y observo a través del retrovisor si alguien nos sigue.  Prácticamente vamos solos por ella. Ambos estamos preocupados. Veo de reojo a Anastasia, y la veo aún más pequeña, más menuda, dentro de la ropa mia que le queda excesivamente grande; pero no había tiempo que perder.  Taylor me ha anunciado escuetamente que en casa no hay novedad y que tenemos reserva en el Fayrmont, a nombre del matrimonio Taylor. Aún seguimos por la estatal durante unos metros.  En la más próxima salida, cambio de dirección y tomamos la de regreso a Seattle, pero aparco frente al Hotel.  No quiero correr riesgo, no con Anastasia cerca de mi.  El vestíbulo está prácticamente solitario.  Llevando nuestras bolsas de viaje, subimos a la habitación.  Taylor ha reservado la suit presidencial.  Es mi mano derecha, y sabe en cada momento lo que deseo y necesito.  Fue una suerte conocerle y contratarle; nos entendemos perfectamente, con sólo una mirada, no necesitamos palabras para saber lo que decimos en cada momento.



Está enamorado de Gail Jones.  Aunque no ha comentado nada, yo imagino que, aunque con estancias separadas, conviven por la noche.  Ella también le corresponde, y ambos se necesitan.  El divorciado con una hija pequeña a la que ve poco, y con una relación con su ex bastante tensa.  Ella viuda desde hace tiempo, desde muy joven.  No es de extrañar que ambos decidan compartir sus vidas; son buena gente y merecen ser felices.






Llegamos a la habitación y es muy tarde. Anastasia está exhausta y yo también. Sólo deseo sentir su presencia junto a mi, que despeje todas las oscuras sombras de mi pasado, que agazapadas permanecen ahí en la memoria de Grey.

- ¿ Cómo estás ? - la pregunto porque noto su cara triste y preocupada.  No quiero ni pensar, que ante tan desastrosa noche, decida arrepentida, que no quiere nada conmigo.  Su actitud me dice que me he adelantado, que no piensa en ello.  Sus palabras, su cercanía me alivian
- Estoy bien, cansada, pero bien. ¿ Y tú ?
- Por mi no te preocupes
- ¿ Y por quién si no voy a preocuparme ? - me responde acurrucada en mi pecho

Gracias a Dios que la tengo a ella.  Seguirá siendo mi luz, mi esperanza de futuro, mi más.  Esa palabra siempre presente en todas mis anteriores relaciones, que siempre rechacé y que ahora es mi talismán porque ella es mi más..

- Vayamos a la cama y descansemos, al menos un rato.  Parece que te hayan apaleado

La tomo de la mano y la conduzco hasta el dormitorio.   La necesito, necesito tener su cuerpo cerca del mio y borrar todos los sinsabores ocurridos durante esta noche. Quiero estar dentro de ella, y parece que me leyera el pensamiento, porque envalentonada, toma la iniciativa y comienza a desnudarme.  Me pongo alerta, pero ella, sin apenas rozarme, me despoja de la camisa y del resto de la ropa.  Yo hago lo mismo con ella, y ambos estamos desnudos uno frente al otro. La tumbo en la cama y  me acomodo entre sus piernas.  Deseo acariciarla, hacerla sentir mi necesidad de ella, y creo que Ana piensa lo mismo, y nos hundimos el uno en el otro, quedando al fin saciados, rendidos, pero mirándonos  frente a frente , y transmitiéndonos los sentimientos mutuos compartidos en esta noche extraña, y al fin nos dormimos abrazados.


martes, 26 de julio de 2016

Las oscuras sombras de Christian - Sombra 10 - Nadie importante

Como estaba previsto, he sido el ganador del baile con Anastasia. Se ha tranquilizado en parte, una vez que ha concluido su exhibición benéfica.  Tenemos un rato libre mientras terminan la subasta, y comience el baile. Hemos de aprovechar el paréntesis para aliviar a Anastasia, que cada vez se muestra más incómoda.  La tomo de la mano y la conduzco a la tercera planta de la mansión de mis padres, atravesando el salón desprovisto de gente; sólo el servicio de catering preparando unas bebidas.  Ella no conoce esa parte, y observa todo con curiosidad.  Subimos hasta el último piso y me paro frente a una puerta.  Ella me mira interrogante.  No sabe dónde la llevo, creo que piensa que es un cuarto de baño.  Abro la puerta y ante nosotros está mi dormitorio de cuando vivía con los Grey, y que Grace no ha querido desmontar.  Todo permanece igual que cuando yo lo habitaba.  No termina de entender el porqué estamos allí.



- Es la primera vez que una mujer cruza esta puerta. Exceptuando, claro, las mujeres de mi familia. Es mi dormitorio - Abre mucho los ojos con asombro.
-¿ Nunca has traído a ninguna chica ?
- No Anastasia. Tú eres la primera.

Ella avanza por la habitación embebiéndose en todos los detalles.  Acaricia con sus dedos los libros que tengo en una estantería, y mira curiosa sus títulos.  No son los clásicos de aventuras de cualquier adolescente, o alguna novela de amor rosa que suelen leer los jóvenes.  Son títulos profundos: clásicos, ensayos, biográficos, tratados de economía... Aparta su mirada, sin duda complacida por mi selección literaria, y la posa sobre los trofeos deportivos ganados  durante mis años de instituto y universidad.  Sonríe tratando de identificar esa parte de mi vida, que no había imaginado ni conocido. Estoy impaciente; el tiempo pasa y no tenemos mucho. Se lo hago notar.  Le ayudo a despojarse de su vestido y yo también de parte de mi ropa.  No lo tengo tan complicado como la vestimenta de Ana. Ya no lleva las bolas, me dice tuvo que quitárselas la primera vez de fue al servicio acompañada por Mia, pero la  ansiedad, permanece en ella.  La recuesto en mis rodillas y ante mi se muestran sus nalgas, que acaricio suavemente, antes de alzar mi mano sobre ellas La azoto varias veces hasta que su excitación comienza a liberarse. Le agrada la  sensación que siente al ser azotada, no la rechaza.  Hemos de apresurarnos, y sin más dilación la penetro.  Confio en que sea suficiente para calmar su insatisfacción, al menos hasta que retornemos a casa. Dice sentirse  más aliviada, y yo sonrio complacido. Volvemos a recomponernos, y mientras ella termina de vestirse y peina su cabello, se fija en un pequeño panel que tengo encima del escritorio.  Sonríe tratando de imaginarme en esos conciertos de las entradas que hay pinchadas en él, o del billete de avión hasta Pekín; una foto en la Muralla China, en la Ópera de Viena, y ... en una pequeña fotografía en blanco y negro, que causa su extrañeza.



  Refleja una mujer joven, de cabello oscuro, sonriente y con una expresión  que hace se acerque más para verla mejor.  Se extraña.  No lo hubiera hecho tanto, si se tratara de otro tipo de foto.  Me pregunta quién es.  No puedo confesar la verdad, pero tampoco quiero mentirle.  He de decir algo, de lo contrario no parará hasta averiguarlo.

- Es alguien sin importancia.  La puse ahí hace muchos años, y me olvidé de quitarla
- Pero debe ser alguien importante , puesto que aún la conservas
- Si te digo la verdad... No sé porqué la guardo.  Vámonos está a punto de empezar el baile.



Desvío la conversación mirando el reloj: se hace tarde.   Ante mi anuncio, ella se pone nerviosa,alisa con la mano el traje que se mantiene impecable y rectifica mi corbata pajarita que me había puesto algo torcida.

- Ya estamos bien - exclama complacida

Mientras bajamos nuevamente para reunirnos con todos los demás asistentes, la pregunto cómo se encuentra y parece ser que está aliviada. Y sigue contándome lo mal que lo ha pasado con el "juguetito"; lo subraya y yo suelto una carcajada.  Llegamos a tiempo en el último minuto. Aún no hemos entrado en la carpa, cuando el presentador anuncia la actuación de un cantante.  Ambos nos miramos y respiramos aliviados.  Por poco no llegamos tarde. Nadie, por lo visto, se ha dado cuenta de nuestra ausencia.  Mejor, así no tendremos que dar explicaciones. Mi adversario en la subasta, se acerca hasta nosotros sonriendo, y yo hago lo mismo.  Ana nos contempla asombrada, sin entender nada en absoluto.  No sabe que va a conocer a un admirador anónimo y, junto con ella, autor de mi mejora  en la forma de vivir que he tenido hasta ahora.




Flynn es uno de mis mejores amigos.  Ha hecho por mi en poco tiempo, más que todos aquellos que me han atendido desde que llegué a la vida de los Grey. Ha sido quién ha visto que Anastasia ha tenido mucho que ver en mi vida, y ha sido el que me ha impulsado a seguir el programa en el que  no se busca  lo ocurrido, sino la meta a la que deseo llegar.  Mi meta es Anastasia, él lo sabe y lo apoya.  Desea conocer a la mujer que ha cambiado mi vida, y para ello me solicita bailar con ella, aunque en realidad lo que desea es estudiarla mientras dura la canción que suena en el baile.  Yo acepto y ella no dice nada, pero se extraña de la familiaridad con que nos tratamos mutuamente.

-Anastasia, te presento al doctor Flynn- Ella me mira algo cortada, pero su ingenio sin límites hace que ambos riamos ante su ocurrencia

- ¡ Vaya el doctor Flynn ! Ese médico tan caro que te trata

Le ofrece su mano y les miro mientras se dirigen a la pista de baile.  No siento celos.   De Flynn no.Le considero mi amigo, y además está locamente enamorado de su esposa Lyan.  Por ella abandonó su Inglaterra natal, su posición en la alta sociedad británica,   por seguirla.  Está felizmente casado  y son padres de dos niños.  Yo no me imagino casado y siendo padre de familia, pero si,  unido a Ana,  como amantes.  Somos perfectos juntos.  Siguen hablando y parece que simpatizan, porque ambos sonrien, y de vez en cuando él estalla en una risotada.  Conozco bien las ocurrencias de Ana, e imagino que ese sea el origen de sus risas.  Ha terminado la canción, y él haciendo una inclinación de cabeza, la ofrece su brazo y la conduce, nuevamente hasta mi. Nos despedimos con una broma, y quedamos a solas Anastasia y yo.

Mi padre se acerca hasta nosotros y solicita mi permiso para bailar con Ana. Naturalmente se lo doy y le digo que no es necesario ser tan protocolario. . El no.  Mientras ellos se dirigen a la pista de baile de nuevo, yo saludo a algunos caballeros que desean cambiar impresiones conmigo acerca de una opa hostil en la empresa SIP. Me muestro sorprendido y aseguro que no sabía nada, achacando que he estado de viaje durante unos días.  No se puede divulgar, y mucho menos decirles que soy yo el autor de su adquisición..

Anastasia desea ir al servicio mientras yo doy una vuelta y charlo con algunos de los invitados. Han transcurridos unos minutos, y la veo hablar con Elena, y no precisamente con cara alegre.  Por su expresión creo que ha sido ella la que ha dado por concluida la conversación.  Pido disculpas a mis interlocutores, y decido ir a su encuentro.  Como imaginaba, está bastante molesta.  Reclamo su atención, pero pasa de largo a mi lado, y voy tras ella insistiendo






- Ana ¿ qué ocurre ? -.  No solo no se detiene, sino que me contesta de forma airada

- Pregúntaselo a ella. Me ha amenazado si vuelvo a dejarte. ¿ Por qué siempre tienes que darle cuentas de nuestra privacidad ?
-No le he dado cuentas a nadie
-Ella me ha dicho que te llamó el sábado. No quiero, que algo que nos concierne, vayas corriendo a contárselo.  No debes hacerlo y no quiero que lo hagas.
. No lo hice.  Estuve montando el planeador.  No hablé con nadie. No te preocupes, cuando lleguemos a casa hablaré con ella
- Ni se te ocurra. Lo tamará como un triunfo, y eso es lo último que deseo.
- Vamos te acompaño o prefieres  que nos vayamos a casa.  Dentro de nada empezarán los fuegos artfiiciales
- ¿ Hay fuegos artificiales?
- Si, a las doce en punto ¿ Te gustan ?
- Siempre me han gustado.  ¿ Podemos quedarnos ?
- Si ese es tu deseo, ¡ claro que podemos !  He pasado un día fantástico.  Por favor, no lo echemos a perder por ella.  No significa más que una amistad.
- De acuerdo.


Me lo dice sonriendo. Creo que ha decidido seguir mi recomendación.  Es un alivio.  No entiendo su enemistad, la de ambas, porque sé que a Elena, tampoco le cae bien ¿ Qué les pasa a estas mujeres ?
Muevo la cabeza desechando la idea que se instala en mi cabeza, y la palabra celos, hace acto de presencia en ella.  Los fuegos artificiales han sido bonitos, pero como todos los años.  Es un ritual que se cumple fielmente siempre.  A Anastasia le han gustado; mientras ella eleva su vista hacia el cielo, disimuladamente, yo giro mi cabeza en rededor por si descubro la silueta de Leila escondida. Sawyer,  Ryan y Taylor, cada uno en su sitio, cruzan sus miradas con la mia, y Taylor me hace ver que no hay nada  nuevo.

 Y un año más se ha cumplido el protocolo. Tomo a Anastasia por la cintura y decido que es hora de irse.  El cansancio comienza a acusarse en el rostro de Ana y en la forma vacilante de andar.  No está acostumbrada a llevar esos tacones altísimos.  La sujeto fuertemente para evitar que caiga.  Nos despedimos de mis padres y hermana.  Todos se muestran muy cariñosos con Ana, y la invitan a que les visite más a menudo.  Sawyer me entrega un sobre que alguien le ha dado para que se lo haga llegar a Anastasia.  La letra me es conocida, pero destierro ese pensamiento. Es absurdo pensar que es ella ¿ para ué ?  Entramos en el coche y se lo entrego. Lo abre, tuerce el gesto y lo guarda.  Yo no pienso más en ello.

Y por fin llegamos a casa . Ana  reclina su cabeza sobre mi hombro, mientras subimos en el ascensor acompañados  de Sawyer, la última incorporación al equipo desde mi regreso de Georgia, y  será el encargado de la protección de Ana.  Perteneció al FBI; es un buen profesional, y me fue recomendado por Taylor. Salimos al recibidor, pero un brazo extendido del guardaespaldas, nos impide el paso.

- Aguarden aquí, por favor.  Taylor está subiendo- Dice a Christian
- ¿ Qué ocurre Sawyer?- inquiere Christian
- Señor, alguien ha embadurnado con pintura el coche de la señorita Steele
-¿ Que ? Abra la puerta, no puedo permanecer aquí esperando a Taylor
- Por favor, señor Grey...
- Abra la puerta Sawyer
- No Christian, no entres por favor



Me sujeta fuertemente por los brazos con ojos de angustia, de miedo.  Es mi responsabilidad; no puedo permanecer impasible por algo de lo que soy responsable.  Me deshago de sus brazos, y entro en mi apartamento.  Presumo que ha sido Leila, y que posiblemente esté dentro.  Quiero entrar y encontrarla, hablar con ella y hacerle entrar en razón.  Que comprenda que su conducta no es lógica, absurda y que  salí de su vida hace mucho, y que ahora ella está casada y yo prefiero a Ana.  Pero después de revisarlo todo a conciencia, ni Taylor, ni Ryan, ni yo, hemos encontrado ni a Leila, ni nada que nos haga pensar que está dentro.

- ¿Por qué no la llamas y hablas con ella o llamas a la policía antes de que cometa algún disparate? -. me dice con razón.  Pero no quiero que intervenga la policía.  No harían más que complicar las cosas; lo que necesita es ayuda.  Ellos comenzarían a escarbar en su pasado y de rechazo en el mio.

- No, no les quiero por aquí- La localizaremos, no te preocupes.

La tomo de la mano y la conduzco hasta el dormitorio.  Se la ve muy cansada.  Ella comienza a desvestirse y me da la carta  que le dieron a Sawyer

- Léela, yo no la quiero.  Es de Elena
- ¿ De Elena ? - la digo extrañado - ¿ Qué demonios quiere ahora ?

Anastasia se encoje de hombros y la deja sobre la  cómoda. He decidido que tengo que hablar seriamente con ella, que nos deje en paz de una vez. Arropo a Anastasia, y tras darle un beso en la frente y acariciar su rostro, salgo de la habitación. Tengo que resolver el problema Leila y la intromisión Elena.  Está visto que la noche se presenta bien, mejor dicho la madrugada, porque pasa de la una.

lunes, 25 de julio de 2016

Las oscuras sombras de Christian - Sombra 9 - Afrontarlo juntos

Ana, nerviosa se apresura a meter en una bolsa de viaje, algo de ropa. Mientras ella lo hace, yo contacto con Sawyer y le doy órdenes para que sea el guardaespaldas de Anastasia;  no debe dejarla ni un instante sin protección.  Ryan y Taylor, están prestos para lo mismo. Todo el dispositivo está en marcha, pero seguimos sin localizar a Leila.  Ordeno a Ana, que se meta en el coche: yo conduciré.

Mientras ella sube al piso de arriba,  a su habitación, yo, acudo al despacho de vigilancia y, junto con los guardaespaldas, visionamos las,  entradas al edificio, al aparcamiento y hacemos un barrido por mi apartamento, que exceptuando los dormitorios, está todo bajo el control de las cámaras.  Lo hemos ampliado a las dependencias de la vivienda de Taylor y Gail, por si acaso.

Aquí estamos, estará a salvo.  Franco ha llegado y subo a buscar a Anastasia; la encuentro sentada en el suelo con cara de preocupación.


- ¿ Te ocurre algo  ? - la pregunto al ver su gesto
- Si me preocupa Christian. Fíjate en esto - y me señala el vestidor de su habitación totalmente ocupado por la ropa que he encargado para ella.
- Anastasia, ésto no es nada. Lo encargué para ti antes de nuestra separación.  Nunca pensé en devolverlo; tenía la esperanza de que regresaras
- Pero esto... es excesivo.  Yo no necesito tanta ropa.
- Si la necesitas.  Tendrás que acompañarme algún día a las reuniones a las que suelo acudir, no por diversión, pero sí por trabajo.  En muchas hay que acudir acompañado por tu pareja, y tú lo eres. ¿ O prefieres que vaya con... Elena, por ejemplo ?
- Ni la menciones, por favor.  Ni la menciones. Está bien.  Tendrás que decirme cómo debo ir esta noche.-

. He mencionado a Elena con toda intención, para que de una vez deseche  esa constante preocupación por los gastos que hago para ella. ¡ Es absurdo !, pero he de aceptarlo.  Es una mujer totalmente desinteresada, y eso en el fondo me agrada, porque estoy seguro de sus sentimientos hacia mi.

. -Creo que con este traje irás perfecta-.  Le indico uno plateado con escote palabra de honor, que deja al descubierto sus hombros y parte de su espalda.  Tiene una piel preciosa; merece la pena contemplarla..
Si has terminado con tu inspección de ropa, Franco ha llegado.

Bajamos las escaleras cogidos de la mano.  Hasta el mismo Franco, sonríe satisfecho al comprobar el rostro y el cabello de Ana. A ella le resulta simpático, y al instante se establece una corriente de simpatía mutua. Les acompaño hasta mi cuarto de baño y les dejo solos.  Ellos se entenderán con lo que ha de hacerse.  Mientras tanto, mi preocupación no se calma y retorno al cuarto de vigilancia. De nuevo se han corregido las cámaras, ampliando el perímetro.  Más tranquilo, vuelvo al salón, y pongo la música ambiental y procedo a leer los periódicos del día.  Necesito centrarme en algo que no sea el problema que tenemos.  Me pierdo en el tiempo; no sé si ha transcurrido una hora o más.  El caso es que cuando salen Ana y Franco, me quedo boquiabierto con el corte y peinado que ha realizado.  Está sencillamente preciosa.  Con este nuevo estilo de peinado, hace que resalte más las dulces facciones de ella y sus hermosos y grandes ojos azules.  Hasta el mismo Franco  alaba el cambio, y eso que está acostumbrado a tratar a mujeres hermosas.  Tras un breve comentario y la degustación de un café, el peluquero se marcha.



Sé que ella está deseando acariciarme, y eso es algo difícilmente soportable para mi.  Pero al mismo tiempo necesito sentir su ternura, necesito sentir el tacto de su mano por mi cuerpo. Se me ha ocurrido algo.  He rebuscado por el baño de la habitación de Anastasia, a ver si encontraba algo. Exactamente alguna barra de labios olvidada, y aunque no me gusta mucho la idea, no se me ocurre nada mejor. Anastasia, apenas si pinta sus labios y Gail no está en estos momentos; claro que podía pedírselo a Tayor, pero ha salido a revisar el garaje. Después de buscar por miles de cajoncitos, y puertas del baño, en el último rincón de uno de ellos, encuentro lo que busco.  Es de un color rojo chillón, pero como no encuentro algo más apropiado, doy por válido éste.

- Ven conmigo - la digo, y ella extrañada me tiende su mano
- No te preocupes, no vamos a estropear el peinado, es algo que deseo que hagamos.

Ya en mi habitación, me quito la camisa y me siento en el centro de la cama con las piernas estiradas.

- Ven, Anastasia, sube y siéntate encima de mi - Creo que ella piensa en otra cosa, en que le voy a hacer el amor, de otra manera.  Sonrio con este pensamiento.  Está muy lejos de imaginar lo que tengo en mente.  Ella se quita la falda para tener más libertad, y hace lo que la digo.  De un bolsillo de mi pantalón saco la barra de labios, la destapo y se la muestro.  Ella piensa que será parte del maquillaje que se pondrá esta noche, y yo me rio.

- Cógelo

Cada vez más perpleja lo hace y yo pongo mi mano sobre la de ella, y comienzo a trazar una raya desde mi garganta, el hombro, bajando por mi cuerpo hasta el estómago, y le doy indicaciones de que  ella   continúe hasta el otro extremo.  Noto que su mirada se centra en mis cicatrices, pero no dice nada y termina lo que yo empecé.  Con una sonrisa triste, me mira y da por concluido el trabajo que le he encargado.  Muevo negativamente la cabeza, haciéndola saber que ha de seguir. Me doy la vuelta y al observar las señales de mi espalda, ya no puede contener el llanto, y quedamente sigue trazando la linea.  A penas puede balbucear unas palabras y dice en voz alta, algo que es más que una pregunta; es una reflexión

- ¿ Quién te ha hecho esto? ¿ Qué ser puede hacer algo así a un niño ? ¿ Tu madre ?
- No ella no, No se preocupó por mi, pero no me maltrató.  Fue su proxeneta.. Me pegaba con un cinturón y apagaba sus cigarrillos en mi. Ahora comprenderás el porqué nadie puede tocarme.  No puedo soportarlo;  sólo pensar en   aquello se me hace insufrible.



- Significa que ¿podré tocarte a partir de la raya roja?
- Eso es.  Buena chica.  Pero por favor, no te apartes de ella.

Con mano trémula, sin a penas rozarme, pasa sus dedos por mi cuerpo sin acercarse al trazado. Yo me tenso, no puedo evitarlo, y ella lo nota. Llora desconsoladamente llena de angustia, y yo la abrazo y trato de restar importancia a todo mi pasado.  Pero ella sabe que no es así; me besa tomando mi cara entre sus manos y su angustia se traducen en caricias y palabras hermosas de amor, que para mi son un bálsamo para los recuerdos que he compartido con ella.  Y yo respondo a sus besos y tomo su boca con fuerza; deseo sentirla y es ese momento tan íntimo, en el que he destapado una de mis sombras, siento que la deseo fervientemente, que la necesito, y que me importa un pimiento si la despeino y descompongo la obra de Franco. La tomo de la cintura y la deposito sobre la cama al tiempo que la quito la camiseta.  Necesito sentir su piel sobre la mia y la poseo y nos poseemos mutuamente, como si nos fuera en ello la vida.  Algo nos ha unido aún más.  Ella va destapando sutilmente, " el tarro de las esencias" y va conociendo poco a poco mi alma perturbada y perturbadora.  Por primera vez siento sus suaves dedos, deslizándose sobre mi cuerpo.  Entorno los ojos.  Deseo sentirlos, pero al tiempo no me confío, aunque también pienso que quizá no me torturara tanto, si traspasara la barrera invisible que acabamos de trazar. Tenemos un coito desgarrador, dulce,pletórico de amor y de caricias... extraordinario, no por el sexo, sino por lo que de entrega tiene mutuamente.  Ahora, ya descansando, siento su cabeza sobre mi pecho, dentro de la zona que no debía traspasar, y acaricio su rostro y su cabello, y algo extraño, que me asombra a mi mismo: la tensión ha desaparecido y me agrada tenerla sobre mi, sin una camiseta que me proteja de su tacto, sino piel con piel de su rostro sobre mi pecho, tratando de acariciar cada una de mis cicatrices, pero no lo hace.  Sabe perfectamente que no puede traspasar la frontera roja, y ella lo respeta, porque ahora sabe el motivo de ese comportamiento.



La tarde pasa rápido y nosotros tenemos un evento en casa de mis padres.  Creo que ha llegado el momento de comenzar a engalanarnos para dicha ocasión. Me he duchado, y puesto el pantalón y la camisa del esmoquin. Decido probar uno de mis juegos y me dirijo hacia la habitación de Anastasia.  Ella también está a medio vestir, sólo con su ropa interior.  Me deleito contemplándola está preciosa con un corpiño, con el liguero y los tacones.  Sólo le falta el vestido, pero antes de ponérselo le enseño el artilugio que porto .  Deseo que lleve las bolas chinas. Sonrío al enseñárselas porque conozco el resultado.  Ella duda por un espacio  corto de tiempo.  Me mira  y me formula una pregunta

- ¿ Esta noche?.¿ En casa de tus padres ? ¿ En la fiesta ?
- Siempre te las podrás quitar
-Bueno...- me dice sonriendo

Estoy complacido al contemplar sus nalgas y lo confiada que se me presenta.  Yo pienso en lo que será esa noche a nuestro regreso, aunque para eso faltan muchas horas.  Probablemente no aguante tanto, pero por si acaso...Una vez colocadas en su lugar.  Ella se ruboriza un poco; no se si es por pudor, o porque están empezando a hacer su magia, y eso que aún a penas ha caminado.  Del bolsillo de mi pantalón extraigo una caja de Cartier que porta un par de pendientes de diamantes, sencillos, pero exquisitamente engarzados, que compré para ella.  Estaba previsto que los luciera el día que nos separamos, así que he decidido que ésta es una buena ocasión para sellar nuestra vuelta.  Ella me mira agradecida; no opone resistencia ni rechazo, y yo me tranquilizo.

- Los compre para que los lucieras la semana pasada, pero...  Bueno ya sabes lo que ocurrió.  Así que hoy es un día perfecto para que los lleves.  Es mi segunda oportunidad  Decido que es mejor que terminemos de vestirnos y salgo de su habitación.

  Estoy de espaldas dando las últimas órdenes a los chicos protectores, me giro al ver por un instante, que sus miradas se dirigen en dirección a las escaleras, y al darme la vuelta, comprendo la razón de ello; Anastasia baja, radiante, hermosa, por ellas, ya vestida para acudir a la fiesta de mis padres. Todos desaparecen para dejarnos  solos.  He descorchado una botella de Bollinger.  Deseo que brindemos, a solas, ella y yo. Hoy hemos dado un gran paso; ha conocido algo que muy pocas personas saben.  Hemos hecho el amor y vamos de fiesta, aunque para mi no es una novedad: año tras año, asisto a ellas.  pero este año es distinto: : voy acompañado de una hermosa mujer, y que además es mia. Alzo mi copa al tiempo que ella hace lo mismo y bebemos un sorbo:  Le indico que es una fiesta en la que hemos de ocultar nuestro rostro bajo unos antifaces, que todos llevarán.

 La noto contenta, y por fin, hay rubor en sus mejillas. No sé si por la emoción de ser presentada " oficialmente " como mi novia, o porque las bolas están haciendo efecto en ella. No me doy por enterado para no crearle violencia.  En el fondo me divierte este juego perverso, y lo disfruto, porque sé que no va a resistir toda la noche con ellas dentro, y me pedirá un alivio, algo a lo que responderé encantado ¡ ya lo creo !.

Con nuestros antifaces ya puestos, avanzamos por el paseo central de la casa de mis padres. Todo son luces que engalanan no sólo la entrada, sino el jardín, puesto que es allí donde se celebra.  Hay mucha gente, parece ser que este año el programa es más divertido, o puede que la diversión y curiosidad se centre en nosotros.  La voz de que el hijo mediano de los Grey, va acompañado de una mujer, ha corrido como reguero de pólvora.  Creo que todos piensan que mi inclinación sexual no va pareja a las mujeres, sino todo lo contrario.  Me importa un pito lo que piensen y me rio al pensar ¡ si vosotros esupíérais!.  Mis padres a la entrada reciben a todos los invitados, y se quedan sin habla al vernos, sobretodo a Anastasia, que está impresionantemente bonita.  Mi padre no puede ocultar su cara de satisfacción; es como si le quitaran un gran peso de encima.  Se acerca a Ana y deposita un par de besos en sus mejillas, algo inusual en él.  Mi madre la abraza con cariño, y yo siento un profundo orgullo de habérsela presentado.  ¡ Por primera vez, Grey ! repite mi yo interior. Al segundo aparece mi hermana, tan exagerada como siempre, y también abraza a mi pareja. Los tres han dado el visto bueno.  Falta Elliot, que está de vacaciones con Kate.  Quién iba a decir que de aquella extraña noche de Portland acabaríamos los dos emparejados, aunque francamente, Kate no termina de caerme bien.

Nos adentramos por el jardín hasta llegar a nuestra mesa que está presidida por mis padres, y a ella nos sentamos junto a mi hermana y abuelos, que encantados están entablando conversación amable y distendida con Anastasia.  En un aparte, y que sólo puede escuchar ella, la digo

- También te has ganado a mis abuelos.  Nos has embrujado a todos.  Ahora no tendrás dudas.- Ella sonrie y me mira con una mirada algo suplicante.  Se lo que la ocurre, pero deseo que el juego continúe.; quizás esté siendo algo perverso, pero después me lo agradecerá.  Y comienza el desfile de camareros y la sucesión de platos deliciosos que componen el menú de esta noche, rutinaria de siempre, pero especial, muy especial para mí.


Termina la cena.  Ana revisa el programa de actos y l.as donaciones efectuadas. Abre mucho los ojos cuando lee mi donación y la de Elena.  Decide cerrar el programa y lo deja sobre la mesa.  Se mueve inquieta en su silla, y no se si es por la incomodidad de lo que lleva o el hecho de conocer que tengo una propiedad en Aspen y que Elena ha donado un tratamiento completo de belleza en la central de Esclava.  Trato de tranquilizarla y paseo suavemente mi dedo pulgar por su espalda desnuda.  Me deleito en el juego, pero ella, quizás animada por la variedad de vinos servidos, ha perdido parte de su timidez, y por debajo de la mesa, tras ahuecar el mantel en su falda, inicia un recital de caricias por mi muslo.  No me altero, exteriormente claro, soy muy hábil en disimular mis emociones.  La dejo que continúe, a pesar de que se vuelve más atrevida y llega hasta conseguir lo que buscaba.  Mi entrepierna se resiente, y ella sonríe levemente, pero ha de atender una pregunta de mi abuelo, y eso hace que interrumpa su caricia erótica.

Se suceden las subastas y ella apuesta por mi donación, es decir dona el importe íntegro de la venta de su coche, algo que me enfurece momentáneamente, porque lo interpreto como un desafío, aunque sé que no ha sido tal, sino un donativo para la obra benéfica que fundaron mis padres para niños con problemas como los que yo tuve.La debo un fin de semana en mi casa de Aspen.  A su término me dice que tiene una necesidad imperiosa de deshacerse del artilugio que la he colocado.  Nos levantamos ambos pensando en lo que se aproxima, pero mi hermana se ofrece a acompañarla y yo no tengo más remedio que ceder.  A continuación las subastas por las chicas más bonitas.  Aunque no están hechas con esa intención, A Anastasia le incomoda tenerse que exhibir, siquiera por un momento ante tanta gente que no le quitarán la vista de encima.

Está nerviosa, lo sé.  Su timidez la supera, y yo estoy disfrutando porque sé cual va a ser el resultado.   Por nada del mundo permitiría que bailase con alguien que no fuera yo.  Bueno, hay otra persona que me lo ha solicitado, y he accedido porque quiero que se conozcan; es muy importante para mi.  Se trata de Flynn.  Creo que voy avanzando en su terapia, y estoy dispuesto a llevarla a cabo, aunque en realidad no ha sido su tratamiento el que me ha hecho ver las cosas de otro modo, sino Ana:  ella ha sido la artífice del cambio.

Y comienza el juego.  Hay máxima expectación, porque nadie sabe quienes están tras el antifaz; sólo nosotros lo sabemos.  A Anastasia cada vez el rostro se le torna más preocupado.  Mia le ha contado mis historias de peleas en mi adolescencia; creo que tiene miedo que si no gano la subasta , la emprenda a golpes con el contrincante.  No te preocupes, alma mía.  Eso no sucederá, nunca.  No te perderé por nada ni por nadie.


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viernes, 22 de julio de 2016

Las oscuras sombras de Christian - Sombra 8 - Esclava

Hemos hecho el amor.  Hemos desayunado y nos hemos duchado juntos.  Una alegría completa para el cuerpo. Es maravilloso despertarse y comprobar que ella está a mi lado.  Experimento un placer que hasta ahora me había vetado a mi mismo.  Se que hubiera sido distinto de tratarse de otra mujer.; es especial porque es ella, porque Ana es especial. A pesar de la noche interrumpida, me siento, digamos que contento, todo lo que ,la situación creada por Leila, puede alegrarme.

Anastasia, se está peinando y me mira a través del espejo.  Tiene un gesto de ¿ admiración? al contemplar mis abdominales sin pizca de grasa, algo que la complace.  Me pregunta lo que hago para mantenerme en forma y se lo recomiendo.  Le recomiendo mi entrenador personal, algo que no se ha planteado , y que tampoco le agrada mucho.  La pregunto lo que desea hacer en el día de hoy.  Ella toma una guedeja de su cabello y la estira mostrándomela.  No sé lo que quiere decir. Arqueo una ceja , y ella responde enseguida a mi callada pregunta
- Quiero un corte

 Recuerdo que aún conservo las llaves del coche que me devolvió cuando rompimos.  Se las entrego junto con un talón de veinticuatro mil dólares del coche de Ana, y que Taylor vendió.  Ella lo rechaza y ¡ pretende pagarme el coche ! Me niego y  furiosa rompe en mil pedazos el talón, pretendiendo así,  pagármelo.,  Doy media vuelta y ordeno que ingresen en su cuenta esa cantidad. Vuelvo a la estancia y la miro fijamente, al tiempo que le advierto de muy malhumor. Todo lo rechaza, absolutamente todo.  Me desespera

- No me presiones Anastasia, no me presiones.  Ese dinero es tuyo por la venta de tu Escarabajo. Y lo otro, es tu regalo de graduación. Ya te lo dije. Y ahora demos por terminada esta conversación, y dime de una puñetera vez lo que quieres hacer.

- Me gustaría arreglarme el cabello.  Quizá cortarme las puntas; están bastante abiertas y desarregladas.  Creo que hace siglos que no piso una peluquería.  Durante todo este tiempo, me lo he cortado a mi misma. No se me da mal, pero hoy es un día especial.  Esta noche iremos a la velada de tus padres, y deseo estar presentable-. Dice auto complacida.
- Tu siempre estás presentable, querida. Por eso no has de preocuparte. Seguro que serás la mujer más bella del evento.  No te preocupes por eso.   Conozco un salón de belleza que te harán  todo cuanto desees-.Y  por fin me decido a comunicarle que es de mi propiedad, junto con otros en distintos lugares de Seattle, pero todos de primerísima calidad.

- Puedes tomar saunas, spa, masajes, limpieza de cutis y ... depilación...  integral.  Ella se gira y se me queda mirando, con esa mirada interrogadora que intuye ha sido el lugar en que las sumisas cumplían algunas de las normas.  Pero no dice nada; sólo me mira.  Y por fin exclama

-  Como el que no quiere la cosa, me estás imponiendo tus normas.  Está bien, llévame a él.  No sabía que te interesaran los salones de belleza
- No especialmente. Es un negocio complementario.  Trabajan los mejores profesionales del gremio, y la clientela es de lo más selecto de Seattle.  Es muy famoso el salón principal, al que te llevaré.

No está lejos de casa, y vamos caminando, tomados de la mano.  Yo paseo la mirada por el entorno, y procuro que ella no se de cuenta.  Ni por un momento he dejado de pensar en Leila; guardo la precaución debida.  No me está gustando en absoluto el cariz que está tomando el asunto.  Por fin llegamos a Esclava.  Durante todo el camino Ana, ha estado parloteando de lo excelente que es el barrio, en donde,  por suerte viven,  y que Kate estará encantada de tener a su alcance tantas y tan buenas boutiques.  Me comenta que es una clienta compulsiva de todas ellas.

Nos paramos frente a la fachada.  Estoy tentado de comentarle que está regentada por Elena, Sé que  ella no está,  porque  ha ido a suplir una falta en otra sucursal. Prefiero callarme.  Después de lo de Leila, no faltaba nada más que le hablara de Elena ¿ Por qué la odia tanto ? No lo comprendo.  La llama pederasta, y no fue así como ocurrió.  Me hizo un favor enorme y me convirtió en el poderoso señor Grey,  que ahora soy.  Confío en que algún día lo comprenda y mi pasado y futuro  no entren en colisión. ¿ Estoy pensando en un futuro con Anastasia ?  Sonrío sin que ella se de cuenta, pero esa idea me complace, Si, muchísimo.  Los despertares junto a ella son espectaculares.



Greta nos recibe, como siempre, con una sonrisa que me dedica muy especialmente. Anastasia la mira con curiosidad; seguro que piensa por qué tanta familiaridad. Yo, sólo le presto la atención que la buena educación requiere. Ella me pregunta en que va a consistir el servicio; piensa que es lo de siempre.  Anastasia me mira sorprendida y luego la mira a ella con cara de pocos amigos. Comienzo a impacientarme, y la corto en el acto indicándole que Ana le dirá lo que desea.  Quiero hacer notar que ella no es una chica más. Ella es diferente a las otras, pero no sé si lo consigo, porque Greta sonrie de medio lado.  Miro de reojo a Anastasia, y ella hace lo mismo con esa mirada interrogadora  como diciendo ¿ por quién me ha tomado esta chica? ¿ Por una ex tuya ?

Al fondo del salón,,  en la zona de Dirección , se abre la puerta y aparece Elena, que como siempre está radiante.  Los años la respetan, y a pesar de que ya ha pisado la mitad de los cuarenta, se mantiene espectacular, muy atractiva. Con su aparición, me quedo sin sangre en las venas, y tapando su visión, me disculpo ante Ana y la digo que vuelvo enseguida.  Ella me mira curiosa y sigue mis pasos para saber dónde voy.  Saludo a Elena y la explico lo que desea Anastasia, y le cuento el problema surgido con Leila;   Preocupada, asiente con la cabeza, dándome su comprensión y me mira  sin dejar de asentir. nos despedimos al cabo de un momento. Me reúno con Ana, pero en su cara leo que algo le ha molestado; me preparo para la batalla que tengo que librar para tratar de convencerla de que siendo mi socia, no tenía más remedio que saludarla.  Ella no me da un respiro e inmediatamente quiere salir a la calle, reprochándome con ironía que no ha sido presentada a aquella atractiva rubia..  Voy tras ella, que a paso ligero y sin decir nada lleva la dirección de su apartamento.  Presiento que nuestro día que había comenzado de forma fabulosa, va a torcerse de un momento a otro.  Me acerco a ella y la detengo por el codo.  Trato de explicarle lo ocurrido, pero ella me corta en seco:





- Sólo quería cortarme el pelo, nada más.  Pero tu,  mister delicadeza. me traes al lugar en donde tus sumisas se componían para agradarte. ¿ Cierto ? Y por si todo esto fuera poco, aparece Mrs. Robinson, y te da un beso en la mejilla, y la dejas que te tome por los brazos, algo que a mi no se me permite.  Y aún te preguntarás por qué he salido como una exhalación.  Sólo quiero cortarme el pelo, en un lugar en que tú no hayas tenido nada que ver, ni tus amiguitas tampoco.






He de atender una llamada. Sigo sujetando a Anastasia fuertemente, porque si no lo hago, es muy posible que salga corriendo.  Sawyer me pone al corriente de las últimas novedades de Leila: ha conseguido una licencia y se ha comprado un arma,  Supongo que me he puesto lívido porque Anastasia, me mira con los ojos muy abiertos y al ver que busco algo entre la gente que está pasando, ella hace lo mismo, sin saber qué es lo que hacemos.  Cuando corto la comunicación, con voz alterada la ordeno marchar a su apartamento a recoger su ropa: " vivirás en el mio ", la digo tajantemente.  Ella enfurruñada, se niega en redondo; el día va mejorando.  Trato de convencerla por las buenas, pero si no lo logro soy capaz de cargármela a hombros.  No sé de lo que Leila es capaz de hacer .  No sé cómo no me he dado cuenta de la terquedad de Anastasia  Plantada en mitad de la calle, la gente que pasa nos esquiva y nos mira curiosa. Seguramente piensan que es una pelea de enamorados, porque ignoran lo extremo de la situación. Estamos perdiendo un tiempo precioso; estoy nervioso por llegar pronto al apartamento, recoger lo que sea e irnos al mio, donde la seguridad es mayor.  Ella taconea ligeramente, y cruzada de brazos, me reta a no moverse.  Está bien, Anastasia , tú lo has querido.  Sin esperar más me agacho y la cojo desprevenida cargándola  sobre mi hombro, y rápidamente nos alejamos de allí.

Ella me golpea furiosa en la espalda pretendiendo que la baje de esa situación tan incómoda y llamativa, pero ésta vez no voy a ceder.

- Está bien, está bien. Bájame, iremos donde quieras. Me has puesto en el más espantoso de los ridículos.  Después del papelón que me has hecho hacer en tu salón de belleza, ahora ésto. Eres insufrible, Christian Grey.-.   Su cabeza no para un segundo de pensar.  Creo que será mejor informarla de algo.

  Explico a Anastasia que Franco, el mejor profesional de Esclava, irá a mi apartamento para hacer lo que desee. Llamo a Esclava y doy la orden a Greta de lo que quiero. Me va siguiendo dócilmente, pero de pronto se detiene y preocupada me pregunta

- ¿ Qué ocurre ? - La respondo que le arreglará el cabello, uno de los mejores peluqueros  de Estados Unidos-.  Mirándome  me dice:
- No me estás diciendo la verdad.  Esta mañana cuando te dije lo de ella frente a SIP, no le diste importancia, y ahora me llevas a toda prisa a vivir a tu apartamento ¿ qué ha cambiado?




- Leila tiene un arma. Posiblemente vaya tras de mi, pero también tu estás en peligro.  No voy a arriesgarme. Siguen buscándola pero va por delante de nosotros. Y aquí, y ahora, tengo la sensación de que nos observa desde cualquier lugar.  Así que no rechistes y haz lo que te digo.

Por fin, consigo que entre en razón. Tiene miedo.  Noto que está nerviosa y desencajada; está comprendiendo la importancia del suceso.  Yo estoy aterrorizado, no por lo que pudiera ocurrirme a mi, sino  por la cercanía de Ana . ¿ Y si fuera ella la causa de su crisis ?  No quiero ni pensar que Ana sufriera algún percance por mi culpa.  Entramos en el coche, y partimos rápidamente hacia el apartamento de Anastasia.  Una vez allí empaquetamos lo que cree necesitar y rápidamente salimos rumbo a Escala.  El tema Leila ha conseguido alterar nuestra vida y ella sigue por ahí.


miércoles, 20 de julio de 2016

Las oscuras sombras de Christian - Sombra 7 - Una chica frente a SIP

Al fin se ha quedado dormida, yo me abrazo a ella y hundo mi cabeza en su espalda, aspirando su perfume, su maravilloso perfume a frutas frescas, a primavera.  Lentamente con la sensación de tener junto a mi el cuerpo de Ana, inconscientemente rodeo su cintura con mi brazo y pongo mi pierna sobre las suyas.  La aprisiono contra mi cuerpo, y dulcemente el sueño me va invadiendo.  Me sumerjo en un sueño dulce, y reparador.

Un grito alterado, desgarrador, sale de la garganta de Anastasia.  La angustia se refleja en él ¿ qué ocurre, que le pasa ?. Enciendo la luz y veo su cara contraida por el miedo, estupor, asombro. La muevo para que despierte.  La llamo insistentemente y la agito con brusquedad, cuando compruebo que la pesadilla no remite.

- Ana, Ana. Despierta, cariño. Despierta.  Es una pesadilla


Para mi desgracia, conozco bien esos terrores nocturnos.  Pero ella ¿ de qué tiene miedo ? ¿ Tiene amenazas de alguien ? Con la imaginación vuelvo al pub y al rostro de su jefe. No él no será; tiene que ser otra cosa lo que la atemorice.  Quizá sea un recuerdo de la noche de nuestra separación. ¿ Fue tan terrible como para producirla pesadillas? ¡ Oh Dios mio, no lo permitas ! Mi Ana no puede tenerlas, nunca le haré daño.  Tras mucho insistir, consigo que despierte. Me mira con los ojos muy abiertos espantados y por fin  me entero qué se lo ha producido.

- ¡ Ella !
- ¿ Quién Ana ? ¿ Qué te asusta tanto? Dímelo Ana ¿ qué has soñado ?
- Estaba allí delante de mi
- Pero ¿ quién Ana ? ¿ A quién te refieres ?
- Esa chica igual que yo. Me esperaba a la salida... en SIP.  Conocía mi nombre.  Parecía un cadáver. Desastrada. Yo no la he visto en mi vida, pero ella sabía mi nombre y dónde trabajaba ¿ quién es Christian?
- ¿ Te dijo algo ?
- Me dijo ¿ qué tienes tú, que no tenga yo ?. La pregunté quién era y me dijo que no era nadie. ¿ Tiene algo que ver contigo Christian ?
- Me temo que si. Se trata de Leila
-¿ Quién es Leila ?
- Una ex. Por quién volví aceleradamente de Georgia. Está enferma, Ana. Necesita que le ayude, pero ha desaparecido y no dan con ella.
- ¿ Pero por qué yo ? Creo que hay algo que no me cuentas, y necesito saberlo
- No te preocupes. Se solucionará todo. Vuelve a dormir, Ésto no va contigo, sino conmigo
- No Christian. Sabe donde trabajo y como me llamo; creo que tengo derecho a saber lo que ocurre.

Tiene razón.  Ha dado con ella y eso me preocupa. Pero... ¿ cómo contarla todo lo que ha antecedido a su aparición ? ¿ Cómo decirla que probablemente sienta celos de ella,, que desea volver conmigo?  Recuerdo a Leila bonita, elegante, atrevida y extraordinaria amante, enamorada de mi y tratando de ser algo más que una compañera de juegos sexuales.  En ningún momento pensé en ella como algo más en mi vida y mi rechazo fue absoluto.  No deseaba ligarme a nada ni a nadie, pero llegaste tú, Ana, y pusiste mi mundo patas arriba.  Entraste en mi mundo y en mi cabeza como elefante en cacharrería, hasta el punto de cuestionarme todo lo que hasta entonces había sido mi vida, disciplinada, con control, amo y señor de mi mundo, de un mundo en el que no permitía entrar a nadie, hasta que te caiste en mi despacho, y en ese preciso instante, ya nada fue lo mismo.

- Christian... - me dice con voz imperiosa, y debo contarle todo o no parará hasta averiguarlo
- Verás Ana.  Mientras yo estaba en Georgia, se presentó en mi apartamento y le dio un susto de muerte a Gail
- ¿ Gail? ¿ Quién es Gail, otra de tus sumisas?
-¡ No !  Es la señora Jones
- Bien.  No conocía su nombre. Perdona, continúa, no volveré a intderrumpirte
- Según me contó por teléfono, se dirigió a mi habitación y en el cuarto de baño, buscó mi navaja de afeitar e intentó cortarse las venas
- ¡ Qué horror ! ¿ Por qué hizo tamaño disparate?


- Porque quería más... y yo no. Ante mi negativa a tener otro tipo de relación que no fuera Amo y Sumisa, me abandonó. En un principio sentí que lo hiciera; lo pasábamos bien juntos,..   Ya sabes a lo que me refiero
-Si, si. Ya lo sé y no me interesa.  Sigue
- Supe después que había encontrado a un hombre del que se había enamorado o encaprichado, no lo se muy bien.  El caso es que se casó. Desapareció de mi vida
- ¿ Cuanto hace de esto ?
- No estoy seguro, bastante...  Creo que cerca de tres años.  La señora Jones, al ver lo que había hecho, la llevó al hospital.  Allí la ingresaron en el pabellón de Psiquiatría, pero parece ser que pidió el alta voluntaria y desde entonces anda por ahí.  No está bien, Anastasia, y yo me siento responsable.  Deseo prestarle ayuda; necesita un tratamiento urgente.  Pero ella se escurre como una anguila. Cuando me llamó la señora Jones a Savannah, ordené inmediatamente que los detectives que tengo a mi servicio la buscasen sin descanso hasta encontrarla, pero ella siempre va por delante de nosotros, y aún no sabemos dónde está.

A mi pregunta de por qué no me lo dijo ayer, ella me dice que todo surgió de modo extraño, y se refiere a mi encuentro con Jack Hyde. Sencillamente, se le olvidó.  Es temprano aún e intento, tras calmarla, que volvamos a conciliar el sueño.  Que ella vuelva a dormirse y que me vea despreocupado, algo que estoy muy lejos de estar.. Nos acomodamos en  la cama y nuevamente tratamos de conciliar el sueño. Le hago la cucharita, la abrazo contra mi,  sujetando sus brazos con el mio y sus piernas con las mias.  No quiero perderla; el relato de todo lo  acontecido con Leila, me ha perturbado aún mas, pero debo ocultarlo para la tranquilidad de Ana, que ahora ha recuperado el sueño y duerme tranquila a mi lado.  Percibo su respiración lenta, pausada y tranquila, pero yo no me puedo dormir.  Bien es cierto que me cuesta mucho tener un sueño de más de cuatro horas, sólo consigo alcanzar las seis, cuando estoy con Ana y siento el contacto de su cuerpo con el mio.  Pero mucho me temo que debo dar por terminado mi descanso por esta noche.


A cuestas con mis preocupaciones, cierro los ojos y rememoro la escena posible que se produjo con Gail y con Anastasia; ambas me duelen. Leila era una chica estupenda y siento el desequilibrio que está sufriendo y más aún que sea por mi causa. Acaso ¿ ha abandonado a su marido?. ¿ Por qué insiste conmigo ? ¿ Cómo supo de la existencia de Ana ?  Y a mi memoria viene el día de su graduación y la foto para el periódico.  Seguro que ha sido así.

Ana se remueve en la cama y se pone frente a mi. Yo, con los ojos cerrados, finjo dormir. Intuyo que ella me está mirando, y siento como levanta una de sus manos levemente y la pasea a penas sin rozarme por el pecho.  Trato de no tensarme para que no se de cuenta de que estoy despierto e intuyo lo que va a hacer, pero con la yema del dedo, apenas perceptible, pasea la zona libre, y yo respiro aliviado.  ¿ Hubiera resistido si ella hubiera entrado en la zona prohibida ?  Me satisfizo que me acariciara levemente.  En ese momento abro los ojos; ya es suficiente, no tentemos a la suerte.  La miro y sonrío, fingiendo que acabo de despertarme.  Le doy los buenos días y la pregunto lo que estaba haciendo.  Ella me miente y me dice que me miraba. Me levanto y me siento a horcajadas sobre ella. Y de nuevo la excitación se instala entre nosotros

- ¿ Qué prefieres sexo o desayuno ? - Con una sonrisa desperezándose me responde
- ¿ Tú qué crees ?

La beso, la acaricio y a modo de buenos días hacemos el amor nuevamente.