sábado, 1 de abril de 2017

Anastasia - Capítulo 15 - El rojo como color

La casa está hecha un desastre. Hay cajas por todos lados, tenemos casi todo embalado para realizar la mudanza. Miro alrededor y pienso que debiera poner a recoger lo poco que queda, pero estoy cansada, así que me siento .  Entorno los ojos y rememoro lo ocurrido a lo largo de la mañana.  Y cual si tuviera transmisión de pensamiento, el timbrazo de la puerta  me vuelve a la realidad.  Kate no puede ser, aún es pronto, llegará esta noche.  Sólo hay una persona quién pueda ser: Christian.  Y efectivamente, con una sonrisa le tengo frente a mi. Me besa y le hago pasar. Mira todo el desastre de casa que tenemos, y sonríe quién sabe por qué.



Me mira fijamente y comenta que el vestido que llevo puesto me favorece mucho, que hoy he estado muy guapa.  Me atrae hacia él y acaricia mi espalda suavemente, lo que me produce un escalofrío en todo el cuerpo.  Ha traído una botella de champán : Bollinger Rosé, de extraordinaria calidad, pero las copas, y los vasos están ya embalados.  Como es tan puntilloso se lo hago saber, y agrego que solamente tengo un par de tazas para el té.

- Bien, pues servirán - es lo que me dice, dejándome sorprendida

A pesar de  estar acostumbrado a las cosas de excelente calidad, tiene la facultad de acomodarse a las circunstancias sin ningún reparo.  Me parece un crimen beber un champan tan caro y buenísimo  en tazas de te, que son de porcelana corriente; mejor sería una copa de fino cristal, pero ya están embaladas.  Escancia el champán en las tazas y levanta la suya para brindar:

- Por tu graduación y otras cosas-


Sé perfectamente a qué se está refiriendo, y da por hecho que lo he aceptado todo, pero no es así.  Hago un gesto bastante característico en mi, a lo que no doy demasiada importancia, pero que Christian interpreta como signo de mala educación: no le gusta y me lo hace saber

- Vuelve a poner de nuevo los ojos en blanco y te daré unos azotes.

No puedo evitar un risita, que trato de disimular, no fuera que se enfadara otra vez. Su gesto es distendido, no enfadado.  me dice que lo ha pasado muy bien, que ha sido un día interesante, y sin hacer alusión a ello, sé que se refiere a la presentación a mi padre por la meticona Kate.  En ese momento, creo que la odié ¿ por qué no deja de entrometerse en mis asuntos?  Creo que me ve como a una niña pequeña que necesita ser protegida, y no se da cuenta que sé protegerme yo misma.  No sé lo que haría si llegara a enterarse de la proposición de Grey.  Los gritos se oirían en todo el Estado. Entre una y otro me manejan a su antojo.

Suena el timbre de la puerta, otra vez ¿ Será Kate?. Christian me frena y se dirige a abrir la puerta.  Creo que sabe quién es la persona que llama, algo que me extraña muchísimo porque no está en su casa  ¿cómo demonios sabe quién va a venir a la mía?  Hace un gesto afitmativo con la cabeza ¿ a quién ? no veo a quién pueda ser desde donde estoy, pero sin duda él lo sabe.  Cierra de nuevo, y terminamos de tomar el champán. Deja su taza y la mía sobre la mesa, y tomándome del brazo nos encaminamos hacia la salida del apartamento

- Ven - sólo eso.  Y allá voy yo como un corderito tras él.  Me quedo en la puerta y él me tiende algo que yo recojo, pero que no tengo ni idea de lo que es

- ¿ Qué es esto ?
- Son unas llaves- me responde sonriente
- Si ya lo veo, pero no entiendo...
-Es un coche. Mi regalo por tu graduación
 ¿ Qué ? ¿ Un coche ? No,ni hablar
- Acéptalo, es por tu seguridad y la mía.  No viviría tranquilo pensando que conduces una tartana de hace un siglo y yo puedo remediarlo fácilmente
- ¿ Pero no te das cuenta que es excesivo? Bombones, una pluma estilográfica, por ejemplo, eso si es regalo por graduación ¿ pero un coche?
-Acéptalo sin más .  Por lo menos míralo a ver si te gusta. Tu coche ha sido vendido, así que no protestes.

Y me conduce a un lugar en el que no había reparado antes; buscaba mi escarabajo y no me fijé en el coche precioso de color rojo que tenía aparcado frente a la puerta de mi casa. Un Audi, nada menos.  Un sueño de coche, y aunque me enamoró, seguía considerándolo excesivo

- Esto es demasiado Christian.  Es precioso, pero...
- No te gusta ¿ es eso ?
- No, claro que no. ¡ Es un Audi, por amor de Dios !

Sin darme cuenta vuelvo a poner los ojos en blanco.  Él se da cuenta  y se enfada; me coge de la mano y a toda prisa hace que volvamos al apartamento.  Una vez dentro, me regaña como si tuviera cinco años y me amenaza con los azotes.  De un tirón, más o menos suave, me tumba sobre sus rodillas, me levanta la falta, bajando mi ropa interior.  Estoy con el culo al aire y él me frota las nalgas.




Yo siento algo de miedo, pero también espero el castigo ¿ con qué? con ansiedad, aunque parezca mentira de ello.  Me acaricia en círculos una nalga y levanta la mano descargándola sobre ella. Me ha escocido un poco, pero también algo dentro de mí comienza a tensarse. Y comienza un ritual que sólo él conoce: caricia, y azote.  Así en sucesivas veces.  Pero algo ha cambiado en mi interior.  No pienso que pueda tener sus dedos señalados en mi nalga, ni que me escuece, más que dolerme, sólo que una necesidad imperante es lo que necesito, y que ya conozco.  Me incorpora y estoy perpleja ante esta nueva sensación experimentada.

Suavemente él me acaricia la mejilla y me mira a los ojos.  Con voz solemne, sin dejar de mirarme me anuncia:

- Bienvenida a mi mundo, Anastasia.

 No entiendo muy bien lo que significa ¿ se trata de uno de los castigos?  Sin duda debe ser eso, porque ha sido por un gesto mio que a él no le gusta.  Pero si eso ha significado un castigo, si todos son así, no tengo inconveniente en firmar ahora mismo.  Esos azotes son perfectamente soportables, al menos de momento. Pero la excitación que me ha provocado es mucho más deliciosa que cualquier otra cosa


Estoy muy excitada. Christian me mira detenidamente y sin esperarlo, con una sonrisa de medio lado, me pide que me de la vuelta: desea quitarme el vestido. No llevo sujetador debajo, ya que al tener a espalda descubierta para el vestido, no lo requería.  El me contempla admirado y me atrae hacía el. Tengo el cuerpo pegado al suyo, y pasa por detrás de mi sus manos hasta mis pechos, que acaricia y juguetea.  Yo le siento, al mismo tiempo que me tenso . Termina de desnudarme, sólo estoy con los zapatos. El se retira un poco de mí y me gira de frente.  En la expresión de su cara noto su satisfacción al verme.  No me atrevo a decir nada.  Él se adelanta y me pide que le quite la ropa a excepción de la camiseta.

Tumbado en la cama, comienzo a la difícil tarea de quitarle los pantalones, algo que es la primera vez que hago.  Me cuesta mucho trabajo; el se ríe y ahueca su cuerpo para que me sea más fácil. Y ahí le tengo desnudo para mi. Ambos estamos desnudos, pero ¿ por qué no ha querido que le quite la camiseta? La sensación excitante de sentir piel con piel es asombrosa.  Contemplo su perfecta anatomía embelesada, es un magnífico ejemplar masculino, y sin pensarlo más me inclino hacia adelante y lo acaricio, provocando aún más su excitación y por segunda vez en mi vida jugueteo dentro de mi boca,


.  Siento su excitación en sus gestos, en sus exclamaciones en todo su cuerpo que se estremece con mi juego.  Me manda parar pero sigo: soy yo la que manda ahora. Pero me dice que pare, y abedezco, porque yo también deseo sentir la misma sensación, además deseo liberarme de los azotes recibidos. Me dice que saque algo de un bolsillo de su pantalón. Es un paquetito con papel plateado que me pide abra y se lo pinga.  Y así lo hago.  Rasgo el papel y ante mi se muestra un peservativo, blando, gelatinoso que nunca he tenido en mis manos.  Me indica qué he de hacer y me pide que se lo ponga.  Mis manos son torpes y les cuesta hacerlo, algo que a él parece ser que le excita, por los gestos que hace entreabriendo los labios, y con voz entrecortada me dice

- Vas a matarme


 ¿ A qué viene eso ahora? ¿ Le estoy haciendo daño? Y de repente lo comprendo en lugar de ejecutar correctamente lo que se me ha encomendado, lo que hago es masturbarle.  Me toma de la cintura y me sienta a horcajadas sobre él  Estamos muy juntos.  Nuestras caras se rozan. El me muerde el labio y yo le agarro del pelo fuerte sujetándole a mi.  Comenzamos a movernos uno dentro del otro, lentamente, gozándo uno del otro, poseyéndonos mutuamente.  El me nombra constantemente y entorna los ojos abriendo sus labios. Hay éxtasis en nuestros cuerpos y en la  excitación mutua.. Y siento que soy poderosa que ejerzo el poder sobre él y él sobre mí, que ambos somos dueños del otro y pienso que siempre será así.  Me siento ligada a este hombre e incapaz de cortar este vínculo que nos hechiza a aambos, que nos ata a ambos.  Y no me importa nada de lo que pueda pasar.  Soy de Christian Grey como él es mio, y no habrá nada que cambie esa  sensación de estar juntos., y creo que nunca cambiará

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