Noto que Christian se pone nervioso. Inmediatamente llama a los guardaespaldas y simplemente les dice:
-Revisad todo. Está aquí
En realidad no sé lo que ocurre, qué es lo que causa tanta alarma y al preguntárselo me dice que se trata de Leila. Y recuerdo lo que ha ocasionado el que me despertara y al decírselo empieza a dar órdenes inmediatamente que entran Taylor y Sawyer.. Me ha dado unos pantalones de chándal de él y me saca una chaqueta vaquera también de él. Estoy con la camiseta de dormir, y la ropa que llevo puesta es treinta tallas más grandes que la mía. Pero no hay tiempo; yo también estoy nerviosa.
Taylor llega con unas deportivas para mi, que es lo único que es de mi tallaje, y un maletín con algo de ropa para ambos. Le dice que reserve habitaciones en algún hotel y que lo haga a su nombre. Nos marchamos rápidamente. Todo ha surgido a velocidad de vértigo, sin a penas dar tiempo a procesar todo lo ocurrido. Y de pronto recuerdo que me dijo Leila había comprado un arma. ¡ Dios mio ! Pero... si quería usarla contra mi, me hubiera disparado mientras dormía, y no lo hizo.
Trato de tranquilizarle con esa reflexión, pero el está concentrado en revisar bien la autopista y que no nos siga nadie; pisa a fondo el acelerador. Sólo nos alumbran las farolas de la autovía. No hay nadie ni cerca ni lejos de nosotros. Cuando comprende que efectivamente no nos sigue nadie, toma una salida que va directamente al centro de Seattle. Vamos al hotel Fairmont Olympic: allí Taylor nos ha reservado una suite.
Me he olvidado del cansancio atroz que tenía, y el sueño ha huido de mi. Christian está muy preocupado y no sé cómo relajar su tensión. ¿ Va a por Christian por haberla rechazado , o va a por mi por ser ahora su pareja? Eso es lo que también piensa Christian, y la incertidumbre es abrumadora. En el fondo pienso que quién corre verdaderamente peligro, si es que quiere hacer daño, soy yo, por competidora. Sencillamente no esperaba que Christian pusiera sus ojos en otra chica.
Por fin llegamos al hotel. El más lujoso de Seattle, y yo voy con unas pintas para salir en una revista. Menos mal que a penas hay gente en el vestíbulo, pero las pocas personas con quienes nos cruzamos, me miran extrañadas. Tengo que sujetarme los pantalones del chándal, porque se me van cayendo de grandes que me están. La chaqueta , a pesar de haberme doblado las mangas, las hombreras me llegan a medio brazo. Pero no tengo tiempo de avergonzarme; es demasiado tremendo lo que nos está ocurriendo.
Ya estamos en nuestra suite. Christian se recuesta en la puerta de entrada, como respirando aliviado, y de pronto descubro cuál es su preocupación, no es por él, sino por mi, por tenerme protegida y que no me ocurra nada. Bebemos una copa; creo que nos la merecemos. Ha sido una noche para no olvidar, en todos los sentidos.
Dentro de poco amanecerá y siento una sensación como si los brazos se me separaran del cuerpo. Los músculos se me han relajado pero el cansancio me pesa enormemente. Quiero ir a la cama, pero al mismo tiempo deseo que Christian se tranquilice, que no se preocupe tanto. No importa lo de mi coche, ni la carta de la intrigante Elena invitándome a comer juntas, ni siquiera la aparición del fantasma Leila que ha alterado nuestras vidas. Estamos juntos, estamos bien y eso es lo que importa.
Y ahora soy yo la que debo procurar que Christian se relaje también, y sé el método que debo emplear para ello. Le tomo de la mano y vamos al dormitorio. Felizmente consigo que siga mi juego. Y volvemos a encontrarnos porque ambos necesitamos librarnos de tantos nervios y preocupaciones pasadas, y de la única forma en que sabemos hacerlo, es poseernos mutuamente, con ardor, con delirio, olvidando todo lo que nos ha llevado hasta allí. Y nos entregamos al sumo placer de estar juntos y ser uno del otro sin importar que el mundo entero, fuera de ese hotel, esté tratando de ¿ qué? ¿ de hacernos daño? No tengo ni idea de lo que persiguen; tenemos varios frentes abiertos que posiblemente lo deseen. pero juntos conjuraremos el peligro porque nos protegemos mutuamente.
Estamos agotados por todo lo vivido desde que amaneció el día de ayer: nuestro encuentro amoroso, la fiesta de la mascarada y por si fuera poco el salir huyendo de casa perseguidos por quién sabe quién, por quién sabe qué. Nos quedamos dormidos, rendidos y abrazados como si nos protegiéramos con nuestros cuerpos.
Me ha anunciado que me dará una sorpresa. Por fin conseguimos relajarnos y cuando ya el sueño comienza a cerrar nuestros ojos, rememoro el tiempo que acabamos de tener con nuestro encuentro sexual, tan especial hoy, por las circunstancias vividas. Y mañana, cuando amanezca, será otro día. Porque con Christian vas a velocidad de vértigo, no te da tiempo ni a pensar, ni a aburrirte.
Le miro; ya se ha dormido y me fijo en los rasgos de su rostro que aún están algo crispados y suavemente, para no interrumpir su sueño acaricio su mejilla y yo también me entrego al sueño.
-Revisad todo. Está aquí
En realidad no sé lo que ocurre, qué es lo que causa tanta alarma y al preguntárselo me dice que se trata de Leila. Y recuerdo lo que ha ocasionado el que me despertara y al decírselo empieza a dar órdenes inmediatamente que entran Taylor y Sawyer.. Me ha dado unos pantalones de chándal de él y me saca una chaqueta vaquera también de él. Estoy con la camiseta de dormir, y la ropa que llevo puesta es treinta tallas más grandes que la mía. Pero no hay tiempo; yo también estoy nerviosa.
Taylor llega con unas deportivas para mi, que es lo único que es de mi tallaje, y un maletín con algo de ropa para ambos. Le dice que reserve habitaciones en algún hotel y que lo haga a su nombre. Nos marchamos rápidamente. Todo ha surgido a velocidad de vértigo, sin a penas dar tiempo a procesar todo lo ocurrido. Y de pronto recuerdo que me dijo Leila había comprado un arma. ¡ Dios mio ! Pero... si quería usarla contra mi, me hubiera disparado mientras dormía, y no lo hizo.
Trato de tranquilizarle con esa reflexión, pero el está concentrado en revisar bien la autopista y que no nos siga nadie; pisa a fondo el acelerador. Sólo nos alumbran las farolas de la autovía. No hay nadie ni cerca ni lejos de nosotros. Cuando comprende que efectivamente no nos sigue nadie, toma una salida que va directamente al centro de Seattle. Vamos al hotel Fairmont Olympic: allí Taylor nos ha reservado una suite.
Me he olvidado del cansancio atroz que tenía, y el sueño ha huido de mi. Christian está muy preocupado y no sé cómo relajar su tensión. ¿ Va a por Christian por haberla rechazado , o va a por mi por ser ahora su pareja? Eso es lo que también piensa Christian, y la incertidumbre es abrumadora. En el fondo pienso que quién corre verdaderamente peligro, si es que quiere hacer daño, soy yo, por competidora. Sencillamente no esperaba que Christian pusiera sus ojos en otra chica.
Por fin llegamos al hotel. El más lujoso de Seattle, y yo voy con unas pintas para salir en una revista. Menos mal que a penas hay gente en el vestíbulo, pero las pocas personas con quienes nos cruzamos, me miran extrañadas. Tengo que sujetarme los pantalones del chándal, porque se me van cayendo de grandes que me están. La chaqueta , a pesar de haberme doblado las mangas, las hombreras me llegan a medio brazo. Pero no tengo tiempo de avergonzarme; es demasiado tremendo lo que nos está ocurriendo.
Ya estamos en nuestra suite. Christian se recuesta en la puerta de entrada, como respirando aliviado, y de pronto descubro cuál es su preocupación, no es por él, sino por mi, por tenerme protegida y que no me ocurra nada. Bebemos una copa; creo que nos la merecemos. Ha sido una noche para no olvidar, en todos los sentidos.
Dentro de poco amanecerá y siento una sensación como si los brazos se me separaran del cuerpo. Los músculos se me han relajado pero el cansancio me pesa enormemente. Quiero ir a la cama, pero al mismo tiempo deseo que Christian se tranquilice, que no se preocupe tanto. No importa lo de mi coche, ni la carta de la intrigante Elena invitándome a comer juntas, ni siquiera la aparición del fantasma Leila que ha alterado nuestras vidas. Estamos juntos, estamos bien y eso es lo que importa.
Y ahora soy yo la que debo procurar que Christian se relaje también, y sé el método que debo emplear para ello. Le tomo de la mano y vamos al dormitorio. Felizmente consigo que siga mi juego. Y volvemos a encontrarnos porque ambos necesitamos librarnos de tantos nervios y preocupaciones pasadas, y de la única forma en que sabemos hacerlo, es poseernos mutuamente, con ardor, con delirio, olvidando todo lo que nos ha llevado hasta allí. Y nos entregamos al sumo placer de estar juntos y ser uno del otro sin importar que el mundo entero, fuera de ese hotel, esté tratando de ¿ qué? ¿ de hacernos daño? No tengo ni idea de lo que persiguen; tenemos varios frentes abiertos que posiblemente lo deseen. pero juntos conjuraremos el peligro porque nos protegemos mutuamente.
Estamos agotados por todo lo vivido desde que amaneció el día de ayer: nuestro encuentro amoroso, la fiesta de la mascarada y por si fuera poco el salir huyendo de casa perseguidos por quién sabe quién, por quién sabe qué. Nos quedamos dormidos, rendidos y abrazados como si nos protegiéramos con nuestros cuerpos.
Me ha anunciado que me dará una sorpresa. Por fin conseguimos relajarnos y cuando ya el sueño comienza a cerrar nuestros ojos, rememoro el tiempo que acabamos de tener con nuestro encuentro sexual, tan especial hoy, por las circunstancias vividas. Y mañana, cuando amanezca, será otro día. Porque con Christian vas a velocidad de vértigo, no te da tiempo ni a pensar, ni a aburrirte.
Le miro; ya se ha dormido y me fijo en los rasgos de su rostro que aún están algo crispados y suavemente, para no interrumpir su sueño acaricio su mejilla y yo también me entrego al sueño.
Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras de Grey
Editado: Año 2017
Ilustraciones: Cincuentas sombras más oscuras
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