martes, 4 de abril de 2017

Anastasia - Capítulo 18- Viaje a Savannah

Estoy  sentada en el avión, en primera clase, que Christian ha canjeado por el mio en clase turista.  Le reprocho el haberlo hecho, pero al mismo tiempo sonrío agradecida, y le envío un correo riñéndole y tratando, tonta de mí, de darle celos con uno de los servicios de la compañía aérea.  El asiento contiguo está vacío y así sigue cuando las puertas se cierran para el despegue.  Otra maniobra de él para que nadie me moleste durante el vuelo.




Serán muchas horas y además con transbordo.  Así tendré tiempo de pensar . ¿ En qué tengo que pensar? Voy aceptando poco a poco las normas que Christian ha redactado, pero también él acepta  mis recusaciones.  Ambos tenemos  interés en que lo nuestro funcione, sino, ¿ por qué acepta lo que rechazo ? ¿ y por qué yo también acepto lo desconocido?  Todo es muy sencillo: en lo referente a mi parte, estoy viviendo algo no imaginado, y plenamente satisfactorio, esa es la razón por la que transijo y seguimos adelante.  Pero creo que a él le ocurre lo mismo.  Es un hombre que ha experimentado el placer con diversas mujeres, y que él mismo ha confesado que cuando pedían más, simplemente las despedía.  Conmigo no lo hace, al contrario trata de complacerme, y sabe Dios que lo consigue.

No sé si es la monotonía del viaje, las horas que tengo por delante hasta llegar, o que he dormido poco, que lentamente mis ojos se van entornando hasta caer en un profundo sueño, del que soy despertada en la primera parada.

Se divisa desde el aire Savannah.  Nos disponemos a aterrizar.  Estoy emocionada y deseando ver a mi madre.  Hace tiempo que no la he visto, y la eché de menos en mi graduación, pero la inoportuna lesión de Bob, se lo impidió.  Hablamos con frecuencia por teléfono, y por eso sé que es feliz, mucho, diría yo. Por fin ha encomntrado al hombre que la entiende. Claro, que igual era con Ray, y luego terminó en divorcio. ¿ Qué fue en realidad lo que les ocurrió?  Nunca lo he sabido, pero creo que aún se quieren, aunque ya no exista pasión, pero sí afecto mutuo, y por parte de mi madre, reconocimiento hacia él por haberme adoptado como su hija.  Ray es un hombre excepcional.

Nos fundimos en un abrazo, que también doy a Bob.  Le estoy agradecida porque Carla es feliz con él y hasta parece haber sentado la cabeza.  Hace un calor de muerte.  Menos mal que en casa se está fresquito gracias al aire acondicionado. Conulto el reloj, y compruebo la hora de Seattle; pondré un correo a Christian anuncuándole que ya he llegado y que le echo de menos.


Y es cierto, hace unas horas que nos hemos separado y parece una eternidad. Pienso que no es bueno tener tanta dependencia de él, pero no puedo evitarlo. Es algo superior a mi, y trato de que no sea así, pero lo que siento por él es demasiado fuerte para controlarlo.  Me duermo y deseo que, al hacerlo, sueñe con Christian, porque al menos veré su rostro aunque sea en sueños.

Mi madre me despierta: iremos a cenar al club del que son socios y seré presentada a sus amigos. Recibo un correo de Christian y yo le respondo anunciandole que voy a ir a cenar fuera, y que no me extiendo porque me esperan.

Cuando regreso vuelvo a conectar el ordenador, y como suponía tengo un correo de él, en el que me anuncia que me echa de menos. Y que va  a cenar con una vieja amiga.  Como si me hubieran puesto un resorte, salto y me incorporo ¿ Con una vieja amistad? Sé perfectamente a qué vieja amistad se refiere y eso me causa un gran enojo.  Le reprocho que ha esperado a que me ausentara para ir con ella, algo que me enoja sobremanera.  Automáticamente me responde que esté tranquila que sólo se trata de una amiga, y que necesita hablar con ella

- ¿ De qué tienes que hablar? - le pregunto con la esperanza que sepa que estoy muy enfadada
- Somos socios. Hablaremos de negocios




Aoago el ordenador de muy mal humor, y a pesar de que el aviso de un nuevo correo suena, no contesto, indecisa, pero me mantengo firme.  No pienso responderle ni hoy ni mañana. ¿ Es así como me echa de menos?  Y lloro de impotencia y de tristeza, porque me doy cuenta de que no soy para él , lo mismo que es para mi.  Soy su juguete sexual, que en cuanto se canse, me dará una patada. A quién verdaderamente quiere y respeta es a ella.

Eso me enfurece y trato de dormirme, aunque lo consigo a ratos e intermitentemente.  Me despierto malhumorada por la noche insomne y con la sensación de haber sido traicionada por Christian.  Sabe de sobra que no me gusta esa mujer, y en cuanto me he ausentado, le ha flatado tiempo para ir con ella.

Decidimos que hoy no hay playa.  Iremos de compras; mi madre se ha empeñado en comprarme ropa, algo que no necesito, pero la complace hacerlo, e iremos.  A media tarde vamos al hotel más lujoso de Savannah a tomar copas.  No he sabido nada de Cristian en todo el día; creo que el último correo que le envié no le ha gustado nada y se ha enfadado, es decir, todo se ha perdido.  Nuestra relación ha terminado. Yo misma me asombro de la profunda tristeza que ello me produce.  Si no fuera porque mi madre está delante, creo que me hubiera echado a llorar.


Decido que he de  mejorar mi humor, a pesar de que la melancolía me envuelve.  Hemos tomado dos cócteles, pero quiero más.  Es una pueril venganza para él, pero soy una tonta, porque ni siquiera me ve, ni siquiera se va a enterar.  Enfurecida por ello pido una nueva ronda.  Mi madre intuye que algo sucede entre nosotros; trata de sonsacarme, pero yo no le cuento nada, no quiero, y además tampoco puedo.

- Deberíamos comer algo, Ana
- No tengo apetito- Come tú si tienes hambre.  Pediré otra ronda

Siento que mi móvil vibra y lentamente lo saco de mi bolso para averiguar lo que ocurre

- Cuidado con los Cosmopolitan
- Está aquí

Respondo a mi madre que me pregunta intrigada al ver mi expresión.


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