Hemos cruzado unos correos entre Ana y yo; siempre ocurrente divertida Pero hemos de comenzar nuestros trabajo por mucho que nos cueste. Dentro de poco será el cumpleaños de Ana y quiero que esté todo a punto. He llamado a Cartier y le he encargado una pulsera muy especial, que recuerda todas nuestras andanzas desde el principio. Me pidió un Audi blanco y también lo tengo ultimado. Sólo me queda concretar con la familia su asistencia. Me echo hacia atrás en el sillón y sonrío satisfecho, mientras contemplo el paisaje de Seattle que tengo a mis pies, y no es sólo una metáfora.
Por fin me decido a comenzar mi labor diaria, y despliego unos gráficos que Ross ha dejado sobre mi mesa. Estoy enfrascados en ellos, cuando recibo una llamada de Prescott, la vigilante que acompaña a Anastasia dentro de la oficina
n
- Grey- respondo como es mi costumbre
- Señor Grey, la señora ha recibido una visita de las que están vetadas -. Me incorporo imediatamente intrigado por su anuncio
- ¿ De quién se trata, Prescott
- De una tal Leila Williams. La he dicho que estaba prohibida, pero ella se ha empeñado en recibirla, y creo que lo va a hacer en unos instantes.
- Paseme la comunicación con mi mujer, hágame el favor
- Un momento señor Grey-. Al cabo de unos instantes, Ana se pone al teléfono
- Dime Christian, ¿ qué ocurre ?
- ¿ Qué ocurre? Me acaban de pasar el aviso de que vas a recibir a alguien no deseado
- ¿Te refieres a Leila ?
- Sabes de sobra a quién me refiero
-Tranquilízate. Quiere hablar conmigo de algo de lo que no tengo ni idea. No te excites, no me hará daño. Si hubiera querido hacérmelo me hubiera disparado cuando tuvo ocasión. Así que si, voy a recibirla
- Ni se te ocurra
- Adiós Christian. Cálmate y a la noche hablamos de esto
- No se te ocurra colgarme
Pero antes de terminar la frase, corta la comunicación. Un sudor frio me sube por la espalda. A mi memoria viene la imagen de Leila amenazándola con una pistola, y furioso vuelvo a marcar su número del móvil. Pero no lo atiende. Esta mujer va a volverme loco. Nunca hace lo que le digo.
Decido dejarlo todo en manos de Ross y salgo disparado hacia SIP. Cuando llego, no está en su despacho, y Hannah me dice que está en la sala de juntas. Hacia allí encamino mis pasos y abro la puerta como una tromba. Las tres mujeres que están en la sala permanecen sentadas, pero giran su cabeza al sentir abrir la puerta de golpe. Prescott, permanece en un rincón cerca de Ana, y frente a ella están Leila y Susannah. No sé qué demonios hacen aquí ¿ qué pretenden ?
La cara de las dos ex se ilumnan al verme entrar. Ana, permanece tranquila, aparentemente, aunque algo sorprendida. Me encaro con Susannah tratando de averiguar lo que hace alli. Ella ha sido una de las últimas de mis sumisas, y no la quiero en la misma habitación que a mi mujer. Al igual que Leila ¿ qué demonios buscan, qué hacen alli ?
Sussi, al ver mi mirada, sale inmediatamente de la habitación.
Despido a Prescott ha sido ineficaz, aunque ella me avisó de lo que ocurra, pero también es una excusa porque a Ana no termina de agradarle. Sale rápidamente de la Sala de Juntas, y le hago una señal a Taylor, que aguarda fuera indicándole que no la quiero entre mis guardaespaldas. Sentándome en la esquina del escritorio, y de muy malos modales, pregunto a Leila por qué ha venido.
- Sólo quería darte las gracias por todo lo que estás haciendo por mi. No permites que hable contigo. ;Te he llamado varias veces y no respondes, Entonces ...
-Entonces se te ocurrió venir a ver a mi mujer ¿ no es eso ? - Y ella se rie, lo que me hace pensar que ese ha sido su propósito, y yo la he seguido el juego.
Estoy furioso,alarmado y nervioso. Quiero que se vaya cuanto antes, de lo contrario no estaré tranquilo. A pesar de que las noticias que recibo son esperanzadoras. No me fio de su reacción, y no la quiero cerca de Ana. Al fin consigo que se vaya con la promesa de que nunca más la importunará . Ya en la puerta, se vuelve a darme las gracias, después de comprobar que estoy perfectamente , felizmente casado y enamorado. .
Pero ahora tengo que resolver el asunto Anastasia;. Me saca de quicio me haya desobedecido, que haya incumplido, una vez más, la orden explicita dada por el peligro que Lela representó para ella. Nunca se preocupa de su seguridad. Está hecha una furia y me recrimina la forma tan fria y despiadada en que he tratado a Leila; ella no lo comprende. Todo lo que hago por ella, es porque en cierto modo me siento responsable de su forma de vida, aunque nunca la obligué a ello y fue de mutuo acuerdo, pero cuando la vi tan destrozada me sentí culpable, y me creí en la obligación de ayudarla Pero no le perdonaré que amenazara a Anastasia, porque ella si que es inocente y eso es algo que no le voy a permitir. Por ahí no paso, ni hablar.
Ana se extraña de la frialdad con que la he tratado, y presiento que tiene miedo ¿ a qué ? no a su integridad personal, porque de lo contrario no la habría recibido . Entonces ¿ a qué ? De repente se hace la luz en mi cerebro: piensa que habiendo representado algo importante, Leila, en mi vida , no he tenido reparos en despedirla tan friamente. Cree que puedo hacer lo mismo con ella. Que me canse de ella. ¡ Por Dos Santo ! ¿ Cómo se le ocurre pensar algo semejante. Ana es el centro de mi universo: Sin ella estaría perdido, la he hecho mi esposa, la quiero más que a nadie y se lo demuestro constantemente ¿ qué le hace pensar así ?
- Vámonos a casa - le digo tajante
- Christian , no puedo dejar el trabajo cada vez que tengamos una discusión
- Tenemos que arreglar ésto. Y es lo más importante para mi. El trabajo puede esperar
- Yo sé cómo vas a arreglarlo. Y eso no está bien
- ¿ Seguro que no está bien ? Creo que no te quejas de ello
- ¡ Chistian ! tu todo lo arreglas a base de polvos, alucinantes, si quieres, pero polvos al fin y al cabo.
- ¿ Alucinantes? Quieres decir que te complacen sobremanera
- Ya lo sabes de sobra. Hay una lista larga e infinita de ellos
- Bien, pues vayámonos a casa. Creo que es más agradable que esta discusión
-Has despedido a Prescott que no tenía culpa de nada porque ha cumplido con lo que yo le ordené. Has tratado a Leila como si aún fuera...Bueno ya sabes a lo que me refiero. Y ahora me llevas a casa para... ¡No me lo puedo creer ! Estamos en la sala de juntas, en la oficina. Acaban de marcharse dos amantes tuyas de mi lugar de trabajo, y pretendes que me quede tan tpanquila ¿ Qué crees que puedo pensar ? ¿dime? ¿qué sentirías tú en mi lugar ?
Mi malhumor crece por momentos porque ellas jamás fueron mis amantes, nunca. Compañeras sexuales y nada más, porque ellas lo quisieron también. Pero sabian a lo que se comprometían; nunca les di la más mínima esperanza de que fueran algo más. Y de ahí el problema con Leila. No se da cuenta que quiere recuperar un espacio que nunca la perteneció, y que además está ahora y siempre lo estará ocupado por Ana, por mi más, por alguien por la que daría mi vida sin dudar ni un sólo instante si me lo pidiera. ¿ Por qué narices no se da cuenta de ello ?
-La puerta tiene cerradura ¿ no ? Quiero que me demuestres cómo sientes esos polvos alucinantes, así que elige aquí o en casa
- ¡ Chrisitian ! ¡ Eres insoportable ! Está bien . Vámonos a casa.
Sonrio satisfecho; he conseguido lo que deseaba, aunque el genio de Ana está en todo lo alto, pero ya encontraré el modo de aplacarla. Después de ver a Leila y a Sussi, junto a ella, he notado la notable diferencia entre ellas y entre lo que sentía hace unos meses frente a esas mujeres, y lo distintos que son ahora mis sentimientos frente a Ana. Ellas eran la diversión, unos juguetes en mis manos en los que ejercía el mando. Mi esposa es otro sentimiento noble el que me hace sentir:que es mi compañera, a la que debo este excitante juego que mantenemos constantemente y que hace que nuestras reconciliaciones sean altamente sexuales y diferentes. Ni siquiera deseo compararlas y borro de un plumazo esa idea de mi cabeza.
Me acerco despacio hacia a Anastasia que recoge en su portafolios su trabajo, gruñendo entre dientes, sabe Dios qué cosas. Levanto su barbilla y la beso en los labios y la abrazo, sabiéndome ganador de esa partida
- Vámonos a casa- La repito, y ella me mira fijamente y accede con la cabeza mostrándome en su mirada, la excitación anticipada que siente ante la perspectiva que nos aguarda en la soledad de nuestro dormitorio, o en el baño, o en el vestíbulo, o en cualquier lugar de nuestra casa, porque todos son excitantes con ella. Pero noto en su rostro que algo la perturba y quiero que me lo diga, porque de lo contrario nunca zanjaremos ´la cuestión
- ¿ En qué piensas, Ana? ¿ Qué es lo que te mortifica ? Dímelo de una puñetera vez- Ella deja lo que está haciendo, y me mira con los ojos brillantes, a punto de llorar, y eso me intranquiliza. Tomo su rostro entre mis manos y analizo bien su mirada, deseando adivinar lo que le atormenta. Al fin ella lo explica
- Christian, te quiero tanto que a veces me da miedo. No quiero ni pensar si alguna vez me dejaras, porque ni vida no tendría luz. Y al presenciar lo desesperado que te mostraste con Leila en mi apartamento, y la indiferencia con que la has tratado hoy, me ha hecho pensar que...
- Que contigo podría ser lo mismo ¿ no es eso ? Ellas son historia, Ana. Fueron juguetes en mis manos; no existia ninguna conexión entre nosotros. Sólo un fin de semana y cuando éste terminaba, terminaba también mi relación con ellas; sencillamente no volvía a pensar más en ello. Tú eres mi mujer, mi luz, mi más. Estoy deseando llegar a casa para verte, para abrazarte, para tenerte totalmente mia. ¿ Qué te hace pensar que podría ser diferente? ¿ Te he dado acaso, algún motivo para ello? No existe mujer alguna que llame mi atención, sólo tú, Anastasia. Y lo comprendí cuando me dejaste. Sufrí tal devastación como nunca antes había sentido, porque mi vida sin tí no es tal. Por favor, no vuelvas a pensar más en ello.
-De acuerdo, Christian. Ahora lo entiendo, porque es lo mismo que siento por ti. Abrázame y vámonos a casa.
Por fin me decido a comenzar mi labor diaria, y despliego unos gráficos que Ross ha dejado sobre mi mesa. Estoy enfrascados en ellos, cuando recibo una llamada de Prescott, la vigilante que acompaña a Anastasia dentro de la oficina
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- Grey- respondo como es mi costumbre
- Señor Grey, la señora ha recibido una visita de las que están vetadas -. Me incorporo imediatamente intrigado por su anuncio
- ¿ De quién se trata, Prescott
- De una tal Leila Williams. La he dicho que estaba prohibida, pero ella se ha empeñado en recibirla, y creo que lo va a hacer en unos instantes.
- Paseme la comunicación con mi mujer, hágame el favor
- Un momento señor Grey-. Al cabo de unos instantes, Ana se pone al teléfono
- Dime Christian, ¿ qué ocurre ?
- ¿ Qué ocurre? Me acaban de pasar el aviso de que vas a recibir a alguien no deseado
- ¿Te refieres a Leila ?
- Sabes de sobra a quién me refiero
-Tranquilízate. Quiere hablar conmigo de algo de lo que no tengo ni idea. No te excites, no me hará daño. Si hubiera querido hacérmelo me hubiera disparado cuando tuvo ocasión. Así que si, voy a recibirla
- Ni se te ocurra
- Adiós Christian. Cálmate y a la noche hablamos de esto
- No se te ocurra colgarme
Pero antes de terminar la frase, corta la comunicación. Un sudor frio me sube por la espalda. A mi memoria viene la imagen de Leila amenazándola con una pistola, y furioso vuelvo a marcar su número del móvil. Pero no lo atiende. Esta mujer va a volverme loco. Nunca hace lo que le digo.
Decido dejarlo todo en manos de Ross y salgo disparado hacia SIP. Cuando llego, no está en su despacho, y Hannah me dice que está en la sala de juntas. Hacia allí encamino mis pasos y abro la puerta como una tromba. Las tres mujeres que están en la sala permanecen sentadas, pero giran su cabeza al sentir abrir la puerta de golpe. Prescott, permanece en un rincón cerca de Ana, y frente a ella están Leila y Susannah. No sé qué demonios hacen aquí ¿ qué pretenden ?
La cara de las dos ex se ilumnan al verme entrar. Ana, permanece tranquila, aparentemente, aunque algo sorprendida. Me encaro con Susannah tratando de averiguar lo que hace alli. Ella ha sido una de las últimas de mis sumisas, y no la quiero en la misma habitación que a mi mujer. Al igual que Leila ¿ qué demonios buscan, qué hacen alli ?
Sussi, al ver mi mirada, sale inmediatamente de la habitación.
Despido a Prescott ha sido ineficaz, aunque ella me avisó de lo que ocurra, pero también es una excusa porque a Ana no termina de agradarle. Sale rápidamente de la Sala de Juntas, y le hago una señal a Taylor, que aguarda fuera indicándole que no la quiero entre mis guardaespaldas. Sentándome en la esquina del escritorio, y de muy malos modales, pregunto a Leila por qué ha venido.
- Sólo quería darte las gracias por todo lo que estás haciendo por mi. No permites que hable contigo. ;Te he llamado varias veces y no respondes, Entonces ...
-Entonces se te ocurrió venir a ver a mi mujer ¿ no es eso ? - Y ella se rie, lo que me hace pensar que ese ha sido su propósito, y yo la he seguido el juego.
Estoy furioso,alarmado y nervioso. Quiero que se vaya cuanto antes, de lo contrario no estaré tranquilo. A pesar de que las noticias que recibo son esperanzadoras. No me fio de su reacción, y no la quiero cerca de Ana. Al fin consigo que se vaya con la promesa de que nunca más la importunará . Ya en la puerta, se vuelve a darme las gracias, después de comprobar que estoy perfectamente , felizmente casado y enamorado. .
Pero ahora tengo que resolver el asunto Anastasia;. Me saca de quicio me haya desobedecido, que haya incumplido, una vez más, la orden explicita dada por el peligro que Lela representó para ella. Nunca se preocupa de su seguridad. Está hecha una furia y me recrimina la forma tan fria y despiadada en que he tratado a Leila; ella no lo comprende. Todo lo que hago por ella, es porque en cierto modo me siento responsable de su forma de vida, aunque nunca la obligué a ello y fue de mutuo acuerdo, pero cuando la vi tan destrozada me sentí culpable, y me creí en la obligación de ayudarla Pero no le perdonaré que amenazara a Anastasia, porque ella si que es inocente y eso es algo que no le voy a permitir. Por ahí no paso, ni hablar.
Ana se extraña de la frialdad con que la he tratado, y presiento que tiene miedo ¿ a qué ? no a su integridad personal, porque de lo contrario no la habría recibido . Entonces ¿ a qué ? De repente se hace la luz en mi cerebro: piensa que habiendo representado algo importante, Leila, en mi vida , no he tenido reparos en despedirla tan friamente. Cree que puedo hacer lo mismo con ella. Que me canse de ella. ¡ Por Dos Santo ! ¿ Cómo se le ocurre pensar algo semejante. Ana es el centro de mi universo: Sin ella estaría perdido, la he hecho mi esposa, la quiero más que a nadie y se lo demuestro constantemente ¿ qué le hace pensar así ?
- Vámonos a casa - le digo tajante
- Christian , no puedo dejar el trabajo cada vez que tengamos una discusión
- Tenemos que arreglar ésto. Y es lo más importante para mi. El trabajo puede esperar
- Yo sé cómo vas a arreglarlo. Y eso no está bien
- ¿ Seguro que no está bien ? Creo que no te quejas de ello
- ¡ Chistian ! tu todo lo arreglas a base de polvos, alucinantes, si quieres, pero polvos al fin y al cabo.
- ¿ Alucinantes? Quieres decir que te complacen sobremanera
- Ya lo sabes de sobra. Hay una lista larga e infinita de ellos
- Bien, pues vayámonos a casa. Creo que es más agradable que esta discusión
-Has despedido a Prescott que no tenía culpa de nada porque ha cumplido con lo que yo le ordené. Has tratado a Leila como si aún fuera...Bueno ya sabes a lo que me refiero. Y ahora me llevas a casa para... ¡No me lo puedo creer ! Estamos en la sala de juntas, en la oficina. Acaban de marcharse dos amantes tuyas de mi lugar de trabajo, y pretendes que me quede tan tpanquila ¿ Qué crees que puedo pensar ? ¿dime? ¿qué sentirías tú en mi lugar ?
Mi malhumor crece por momentos porque ellas jamás fueron mis amantes, nunca. Compañeras sexuales y nada más, porque ellas lo quisieron también. Pero sabian a lo que se comprometían; nunca les di la más mínima esperanza de que fueran algo más. Y de ahí el problema con Leila. No se da cuenta que quiere recuperar un espacio que nunca la perteneció, y que además está ahora y siempre lo estará ocupado por Ana, por mi más, por alguien por la que daría mi vida sin dudar ni un sólo instante si me lo pidiera. ¿ Por qué narices no se da cuenta de ello ?
-La puerta tiene cerradura ¿ no ? Quiero que me demuestres cómo sientes esos polvos alucinantes, así que elige aquí o en casa
- ¡ Chrisitian ! ¡ Eres insoportable ! Está bien . Vámonos a casa.
Sonrio satisfecho; he conseguido lo que deseaba, aunque el genio de Ana está en todo lo alto, pero ya encontraré el modo de aplacarla. Después de ver a Leila y a Sussi, junto a ella, he notado la notable diferencia entre ellas y entre lo que sentía hace unos meses frente a esas mujeres, y lo distintos que son ahora mis sentimientos frente a Ana. Ellas eran la diversión, unos juguetes en mis manos en los que ejercía el mando. Mi esposa es otro sentimiento noble el que me hace sentir:que es mi compañera, a la que debo este excitante juego que mantenemos constantemente y que hace que nuestras reconciliaciones sean altamente sexuales y diferentes. Ni siquiera deseo compararlas y borro de un plumazo esa idea de mi cabeza.
Me acerco despacio hacia a Anastasia que recoge en su portafolios su trabajo, gruñendo entre dientes, sabe Dios qué cosas. Levanto su barbilla y la beso en los labios y la abrazo, sabiéndome ganador de esa partida
- Vámonos a casa- La repito, y ella me mira fijamente y accede con la cabeza mostrándome en su mirada, la excitación anticipada que siente ante la perspectiva que nos aguarda en la soledad de nuestro dormitorio, o en el baño, o en el vestíbulo, o en cualquier lugar de nuestra casa, porque todos son excitantes con ella. Pero noto en su rostro que algo la perturba y quiero que me lo diga, porque de lo contrario nunca zanjaremos ´la cuestión
- ¿ En qué piensas, Ana? ¿ Qué es lo que te mortifica ? Dímelo de una puñetera vez- Ella deja lo que está haciendo, y me mira con los ojos brillantes, a punto de llorar, y eso me intranquiliza. Tomo su rostro entre mis manos y analizo bien su mirada, deseando adivinar lo que le atormenta. Al fin ella lo explica
- Christian, te quiero tanto que a veces me da miedo. No quiero ni pensar si alguna vez me dejaras, porque ni vida no tendría luz. Y al presenciar lo desesperado que te mostraste con Leila en mi apartamento, y la indiferencia con que la has tratado hoy, me ha hecho pensar que...
- Que contigo podría ser lo mismo ¿ no es eso ? Ellas son historia, Ana. Fueron juguetes en mis manos; no existia ninguna conexión entre nosotros. Sólo un fin de semana y cuando éste terminaba, terminaba también mi relación con ellas; sencillamente no volvía a pensar más en ello. Tú eres mi mujer, mi luz, mi más. Estoy deseando llegar a casa para verte, para abrazarte, para tenerte totalmente mia. ¿ Qué te hace pensar que podría ser diferente? ¿ Te he dado acaso, algún motivo para ello? No existe mujer alguna que llame mi atención, sólo tú, Anastasia. Y lo comprendí cuando me dejaste. Sufrí tal devastación como nunca antes había sentido, porque mi vida sin tí no es tal. Por favor, no vuelvas a pensar más en ello.
-De acuerdo, Christian. Ahora lo entiendo, porque es lo mismo que siento por ti. Abrázame y vámonos a casa.
Hola. Me falta la liberacion 25. Puede ser? Me sale la 24 Y LA 26
ResponderEliminarLo vuelvo a subir con el aviso " Atención Norma Beatriz ". Gracias y un saludo
EliminarGracias!!! Me encanta tu historia! Besos!
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