Bajaría a los infiernos, por volver a ver la cara de alegría de Ana al recibir la sorpresa que le había preparado. Todo fue en tiempo record, y conté con la ayuda de Elliot, que se encargó de convocar a todos. Hace un tiempo, me reprochó que no veia a sus amigos, por eso se me ocurrió viajar hasta Aspen. Conocería otra casa, también de ella ahora, y trataríamos de despejar nuestra cabeza de tanta incertidumbre. Los guardeses de la finca ya están avisados y nos esperan. Stephan nuevamente ha sido muy eficiente y lo ha dispuesto todo en tiempo record.
Presencio cómo las chicas se abrazan dando saltitos de alegría y los chicos, me dan palmadas en la espalda felicitándome por mi idea. Será un fin de semana extraordinario. Tendremos diversiones para todos los gustos: pesca, senderismo, discotecas y algo que nadie conoce excepto yo. Elliot me lo confió y le ayudé a elegir el regalo que está preparando. Nunca pensé que vería a mi hermano tan entusiasmado, y nunca creí que aquél encuentro casual en Portland, terminaría en una decisión tan importante como la que quiere tomar. Es mi hermano mayor y siempre le apoyaré; le quiero, quiero a mis dos hermanos muchísimo, aunque hace un tiempo pensé que me eran indiferentes y yo lo era para ellos. Una cosa más que he de agradecer a Anastasia. Ella me hizo ver que no era así, que mi familia me adoraba, y quedó constancia de ello el día que atentaron con el Charlie Tango. En ese día me abrazaron por primera vez en veinticuatro años. ¿ Cómo he podido vivir tan carente de los afectos más próximos a mi, y a los que les debo todo ? Al pensar en ello, comprendo a lo que se refería Anastasia con relación a Elena " te hizo un daño indescriptible ". Ella lo vio clarísimo ¿ por qué yo no ? Ahora lo analizo, y efectivamente, se las arregló para separarme de lo que me era cercano y enfocando mis necesidades hacia la otra parte más fria e impersonal: el sometimiento a ella, hasta convertirme en un juguete del sexo, única y exclusivamente para su placer. No cabía otro tipo de relación, sólo el sexo, duro, en todas sus facetas y sin concesiones. Tan distinto al sexo que mantenemos Ana y yo, ahora, en que lo que prima es el amor y el placer, , precisamente por eso: por amarnos.
La tripulación del avión, contempla la escena del encuentro con todos nuestros invitados, con una sonrisa y nosotros reímos como si fuera la primera vez que lo hiciéramos. Con qué poco se conforma mi esposa para ser feliz. Ahora tiene en su mirada, en su rostro, la expresión que José captó en las fotos de la exposición y que yo tengo distribuidas por distintas habitaciones de la casa. Le doy un beso delante de todos, cosa que nunca antes hacía, pero ahora no me importa. Elliot comienza a silvar y Ethan rie a carcajadas, al que se le unen Stephan y las dos azafatas. Me siento feliz y contento, y deseo que todos mis amigos participen de la alegria que siento, de la paz interior de la que ahora disfruto. Anastasia ha vuelto a recuperar su clásico color rosado en las mejillas, el rubor que tanto me enamoró, ha vuelto y me riñe para que no sea tan efusivo: le da vergüenza delante de todos. Y no me extraña, porque a veces también se muestra tímida delante de mi. A pesar de ser su marido, a pesar de haber precticado sexo con ella en todas las posturas del kamasutra, aún se ruboriza ante mi. Claro que no es siempre, porque a veces, también soy yo el intimidado cuando ella toma la iniciativa. La adoro, adoro esa intimidad nuestra improvisada, ardiente y sumamente placentera .
Me empuja de los brazos para que despegue mi boca de la suya. Me agacho la tomo por los muslos y la cargo sobre mis hombros para seguir con la broma, pero ella se siente incómoda y me pide que la suelte, después de avisar a la concurrencia que tardaremos un rato. Las risas son aún más fuertes. Observo la cara de asombro de Elliot, porque nunca me había visto en este plan y termina por reir y decirme "al ataque, hermano ". Por el pequeño pasillo del avión la llevo hasta la puerta de nuestra habitación, de la suite en la que pasamos nuestra noche de bodas. En esa suite en la que he dormido yo solo antes de conocer a Anastasia, porque ni siquiera mi familia han dormido ahí. Y por descontado ninguna de las chicas que alguna vez llevé a un viaje corto de fin de semana. Ahora pienso que nada de lo que me está ocurriendo es casualidad,, que todo ha sucedido porque en realidad me reservaba para ella, la esperaba a ella. La bajo lentamente a través de mi cuerpo y sonriendo le explico que todo ha sido una broma, y que ellos así lo han tomado, de modo que no se preocupe. Sería una descortesía enorme haberlo hecho efectivo, y no por falta de ganas, pero es que nosotros necesitamos nuestro tiempo, no nos conformamos con unos minutos, sino más, bastantes minutos mas.
Oimos la voz de la azafata que avisa de que la torre nos autoriza a despegar, la beso en los labios de pasada y la tomo de la mano para reunirnos con nuestros amigos. Hemos de sentarnos. Cada uno de nosotros con nuestras parejas. Ana a mi lado. No le gustan mucho ni los despegues ni los aterrizajes. Se pone muy nerviosa, pero siempre consigo calmarla acariciando los nudilllos de su mano con mi dedo pulgar. Y así lo hago y ella me mira, sonrie abiertamente e inclina su cabeza sobre mi hombro como diciendo " estoy calmada, tú me calmas ". Sin palabras conocemos perfectamente nuestro particular lenguaje; sólo con la mirada sabemos lo que uno quiere expresar al otro.
Cuando ya hemos tomado altura, y está más tranquila, me da un beso en la mejilla y yo beso su mano que permanece entre la mia para darle seguridad. Arrima su cara a mi oído y me pregunta bajito que cuando he organizado el viaje.
- Anoche mismo. Estaba desvelado, fui a mi estudio, pero no tenía ganas de trabajar. Me puse a mirar tu fotografía que tengo allí y de pronto recordé que habías pagado una gran cantidad de dinero por un viaje de fin de semana. No me gustó que lo hicieras, entonces, pero luego comprobé tu generosidad . Sólo tenías seiscientos dólares en la cuenta, y no te importó donar esos miles, que eran tuyos, que podías haber gastado en cualquier capricho.
- Christian, aquel baile era más importante que cualquier capricho que pudiera desear. Me gustó colaborar en esa obra benéfica de tus padres, aunque he de serte sincera, yo misma me sorprendí de la rapidez con que lo pensé y lo hice. Sigue
-¿ Sigue, qué quieres que siga ?
- Me estabas diciendo que se te ocurrió al ver mi fotografía . Y...
- ¡ Ah, ya ! Llamé a Elliot y reunió a Kate a Mia y Ethan,mientras yo avisaba a Stephan y éste a la tripulación.. Lo que se suele decir una cadena de favores. Tiene una co-piloto que vale muchísimo. Bueno, pero tu ya la conoces. La conociste en nuestra luna de miel
Al cabo de un rato la conversación deriva en todo lo acontecido con Jack. Kate, curiosa, comienza a preguntarme. Anastasia empieza a tensarse, y yo omito la mitad de las cosas para terminar cuanto antes y, así sucede. En poco más de dos horas, comenzamos a ver la montañosa Aspen, un paisaje normal para nosotros, pero no así para Anastasia. Cuando éramos pequeños, mis padres nos llevaban a Aspen y aquí aprendimos a esquiar. Creo que los Kavanagh también vinieron por aquí.. No nos conocimos nunca, ni por casualidad nos vimos. Y por fin, después de un corto recorrido por la ciudad, tomamos una carretera que nos conducirá hasta casa. Anastasia va muy callada; acaricio su hombro para calmarla. Algo la inquieta y no sé el qué.
Taylor para el coche frente a la entrada de casa. Al bajarnos, Ana, levanta la cabeza y recorre con la mirada la fachada de la casa. Sigue seria. La tomo por la cintura y la beso en la mejilla, tratando de adivinar sus pensamientos, que esta vez me son esquivos.
-¿ Qué ocurre, no te gusta ? Porque si es así y no te apetece venir a Aspen la vendemos y compramos otra casa donde más te guste.
- Así de sencillo
- Es nuestra casa, Ana, haremos con ella lo que tu desees.
-Cuando veníamos hacia aquí, contemplaba todas las casas bellas, modernas, carísimas, y si me gustan
, sólo que ...
- Solo que...¿ qué quieres decir ?
- Sois todos muy ricos, Christian. Todo esto me aplasta un poco. Yo no soy rica y tampoco me importa, no estoy acostumbrada al lujo que me brindas
- Ana, tú también eres rica. Somos ricos. Te acostumbrarás, date tiempo, mi vida. Sé que te acostumbrarás. Que no te intimide nada; no es más que una casa, y además es tuya
- ¿ Por qué la compraste, como inversión ?
-No. Sentí nostalgia de cuando nos traían mis padres. Lo pasábamos muy bien, me gustaba y entonces decidí comprar una en este lugar. En realidad he venido pocas veces, y siempre lo he hecho solo, si es eso en lo que estás pensando. Mis hermanos si han venido, pero yo nunca vine acompañado. Escala es ... bueno ya sabes lo que es, mejor dicho lo que era. Pero ahora no lo necesito.
- Entonces, si a penas venías ¿ por qué ?
Al hacerme esa pregunta, reflexiono. Tengo claro que no lo hice por inversión, ni tampoco para distraerme. En verdad ¿ por qué la compré?. Quizá pensando en el futuro. Y ¿ cuándo yo pensaba en el futuro, solo ? Y de pronto me di cuenta de todo: esperaba que llegara algún día en que pudiera compartirla con alguien, y ese alguien cayó de bruces en mi despacho. Nunca me había parado a pensarlo, pero ahora recuerdo que fue a raíz de aquello cuando Elliot efectuó las reformas en la casa, y que Gia Matteo quién las llevó a cabo. Yo mismo me sorprendo de ese pensamiento, pero fue así como ocurrió y como pensé. En los dias que sucedieron a nuestro primer encuentro., sentía desasosiego, su recuerdo nunca me abandonaba. Sabía que era demasiado inocente para lo que tenía destinado para ella, pero supe que estaba ligado a ella, cuando por primera vez tomé posesión de su cuerpo y supe que era vírgen y pensé que estaba destinada para mi.
- ¿ Te ocurre algo, en qué piensas? No me has contestado - Me dice algo inquieta por mi silencio
- Supe que algún día surgiría alguien en mi vida con quién la compartirla. Te estaba esperando, cielo. Te esperaba aunque , entonces, no lo supiera.
Ana me mira con los ojos brillantes y yo la miro a ella. Cojo su barbilla y deposito un beso en sus labios. Esa es la verdad pura y dura: no lo sabía pero era la verdad. Un silbido de Elliot y los aplausos del resto, nos despiertan de nuestra declaración de amor tan particular
- Eh, chicos, id a la habitación. Nosotros mientras tomaremos el aperitivo- dice mi hermano riendo, pero en su rostro se nota la complacencia que siente por mi. Nunca me había visto con una chica, y mucho menos besarla en público, aunque fuese mi mujer. ¿ Tanto he cambiado ? Todos ríen y penetran en la casa Yo tomo en brazos a Anastasia y también lo hago
- Esta es la primera vez que mi esposa va a pisar su otro hogar. Hemos de cruzar el umbral contigo en brazos.
Nos reciben con una ovación y Ana se refugia en mi cuello para ocultar su rubor. Yo río feliz apretándola contra mi pecho.
Presencio cómo las chicas se abrazan dando saltitos de alegría y los chicos, me dan palmadas en la espalda felicitándome por mi idea. Será un fin de semana extraordinario. Tendremos diversiones para todos los gustos: pesca, senderismo, discotecas y algo que nadie conoce excepto yo. Elliot me lo confió y le ayudé a elegir el regalo que está preparando. Nunca pensé que vería a mi hermano tan entusiasmado, y nunca creí que aquél encuentro casual en Portland, terminaría en una decisión tan importante como la que quiere tomar. Es mi hermano mayor y siempre le apoyaré; le quiero, quiero a mis dos hermanos muchísimo, aunque hace un tiempo pensé que me eran indiferentes y yo lo era para ellos. Una cosa más que he de agradecer a Anastasia. Ella me hizo ver que no era así, que mi familia me adoraba, y quedó constancia de ello el día que atentaron con el Charlie Tango. En ese día me abrazaron por primera vez en veinticuatro años. ¿ Cómo he podido vivir tan carente de los afectos más próximos a mi, y a los que les debo todo ? Al pensar en ello, comprendo a lo que se refería Anastasia con relación a Elena " te hizo un daño indescriptible ". Ella lo vio clarísimo ¿ por qué yo no ? Ahora lo analizo, y efectivamente, se las arregló para separarme de lo que me era cercano y enfocando mis necesidades hacia la otra parte más fria e impersonal: el sometimiento a ella, hasta convertirme en un juguete del sexo, única y exclusivamente para su placer. No cabía otro tipo de relación, sólo el sexo, duro, en todas sus facetas y sin concesiones. Tan distinto al sexo que mantenemos Ana y yo, ahora, en que lo que prima es el amor y el placer, , precisamente por eso: por amarnos.
La tripulación del avión, contempla la escena del encuentro con todos nuestros invitados, con una sonrisa y nosotros reímos como si fuera la primera vez que lo hiciéramos. Con qué poco se conforma mi esposa para ser feliz. Ahora tiene en su mirada, en su rostro, la expresión que José captó en las fotos de la exposición y que yo tengo distribuidas por distintas habitaciones de la casa. Le doy un beso delante de todos, cosa que nunca antes hacía, pero ahora no me importa. Elliot comienza a silvar y Ethan rie a carcajadas, al que se le unen Stephan y las dos azafatas. Me siento feliz y contento, y deseo que todos mis amigos participen de la alegria que siento, de la paz interior de la que ahora disfruto. Anastasia ha vuelto a recuperar su clásico color rosado en las mejillas, el rubor que tanto me enamoró, ha vuelto y me riñe para que no sea tan efusivo: le da vergüenza delante de todos. Y no me extraña, porque a veces también se muestra tímida delante de mi. A pesar de ser su marido, a pesar de haber precticado sexo con ella en todas las posturas del kamasutra, aún se ruboriza ante mi. Claro que no es siempre, porque a veces, también soy yo el intimidado cuando ella toma la iniciativa. La adoro, adoro esa intimidad nuestra improvisada, ardiente y sumamente placentera .
Me empuja de los brazos para que despegue mi boca de la suya. Me agacho la tomo por los muslos y la cargo sobre mis hombros para seguir con la broma, pero ella se siente incómoda y me pide que la suelte, después de avisar a la concurrencia que tardaremos un rato. Las risas son aún más fuertes. Observo la cara de asombro de Elliot, porque nunca me había visto en este plan y termina por reir y decirme "al ataque, hermano ". Por el pequeño pasillo del avión la llevo hasta la puerta de nuestra habitación, de la suite en la que pasamos nuestra noche de bodas. En esa suite en la que he dormido yo solo antes de conocer a Anastasia, porque ni siquiera mi familia han dormido ahí. Y por descontado ninguna de las chicas que alguna vez llevé a un viaje corto de fin de semana. Ahora pienso que nada de lo que me está ocurriendo es casualidad,, que todo ha sucedido porque en realidad me reservaba para ella, la esperaba a ella. La bajo lentamente a través de mi cuerpo y sonriendo le explico que todo ha sido una broma, y que ellos así lo han tomado, de modo que no se preocupe. Sería una descortesía enorme haberlo hecho efectivo, y no por falta de ganas, pero es que nosotros necesitamos nuestro tiempo, no nos conformamos con unos minutos, sino más, bastantes minutos mas.
Oimos la voz de la azafata que avisa de que la torre nos autoriza a despegar, la beso en los labios de pasada y la tomo de la mano para reunirnos con nuestros amigos. Hemos de sentarnos. Cada uno de nosotros con nuestras parejas. Ana a mi lado. No le gustan mucho ni los despegues ni los aterrizajes. Se pone muy nerviosa, pero siempre consigo calmarla acariciando los nudilllos de su mano con mi dedo pulgar. Y así lo hago y ella me mira, sonrie abiertamente e inclina su cabeza sobre mi hombro como diciendo " estoy calmada, tú me calmas ". Sin palabras conocemos perfectamente nuestro particular lenguaje; sólo con la mirada sabemos lo que uno quiere expresar al otro.
Cuando ya hemos tomado altura, y está más tranquila, me da un beso en la mejilla y yo beso su mano que permanece entre la mia para darle seguridad. Arrima su cara a mi oído y me pregunta bajito que cuando he organizado el viaje.
- Anoche mismo. Estaba desvelado, fui a mi estudio, pero no tenía ganas de trabajar. Me puse a mirar tu fotografía que tengo allí y de pronto recordé que habías pagado una gran cantidad de dinero por un viaje de fin de semana. No me gustó que lo hicieras, entonces, pero luego comprobé tu generosidad . Sólo tenías seiscientos dólares en la cuenta, y no te importó donar esos miles, que eran tuyos, que podías haber gastado en cualquier capricho.
- Christian, aquel baile era más importante que cualquier capricho que pudiera desear. Me gustó colaborar en esa obra benéfica de tus padres, aunque he de serte sincera, yo misma me sorprendí de la rapidez con que lo pensé y lo hice. Sigue
-¿ Sigue, qué quieres que siga ?
- Me estabas diciendo que se te ocurrió al ver mi fotografía . Y...
- ¡ Ah, ya ! Llamé a Elliot y reunió a Kate a Mia y Ethan,mientras yo avisaba a Stephan y éste a la tripulación.. Lo que se suele decir una cadena de favores. Tiene una co-piloto que vale muchísimo. Bueno, pero tu ya la conoces. La conociste en nuestra luna de miel
Al cabo de un rato la conversación deriva en todo lo acontecido con Jack. Kate, curiosa, comienza a preguntarme. Anastasia empieza a tensarse, y yo omito la mitad de las cosas para terminar cuanto antes y, así sucede. En poco más de dos horas, comenzamos a ver la montañosa Aspen, un paisaje normal para nosotros, pero no así para Anastasia. Cuando éramos pequeños, mis padres nos llevaban a Aspen y aquí aprendimos a esquiar. Creo que los Kavanagh también vinieron por aquí.. No nos conocimos nunca, ni por casualidad nos vimos. Y por fin, después de un corto recorrido por la ciudad, tomamos una carretera que nos conducirá hasta casa. Anastasia va muy callada; acaricio su hombro para calmarla. Algo la inquieta y no sé el qué.
Taylor para el coche frente a la entrada de casa. Al bajarnos, Ana, levanta la cabeza y recorre con la mirada la fachada de la casa. Sigue seria. La tomo por la cintura y la beso en la mejilla, tratando de adivinar sus pensamientos, que esta vez me son esquivos.
-¿ Qué ocurre, no te gusta ? Porque si es así y no te apetece venir a Aspen la vendemos y compramos otra casa donde más te guste.
- Así de sencillo
- Es nuestra casa, Ana, haremos con ella lo que tu desees.
-Cuando veníamos hacia aquí, contemplaba todas las casas bellas, modernas, carísimas, y si me gustan
, sólo que ...
- Solo que...¿ qué quieres decir ?
- Sois todos muy ricos, Christian. Todo esto me aplasta un poco. Yo no soy rica y tampoco me importa, no estoy acostumbrada al lujo que me brindas
- Ana, tú también eres rica. Somos ricos. Te acostumbrarás, date tiempo, mi vida. Sé que te acostumbrarás. Que no te intimide nada; no es más que una casa, y además es tuya
- ¿ Por qué la compraste, como inversión ?
-No. Sentí nostalgia de cuando nos traían mis padres. Lo pasábamos muy bien, me gustaba y entonces decidí comprar una en este lugar. En realidad he venido pocas veces, y siempre lo he hecho solo, si es eso en lo que estás pensando. Mis hermanos si han venido, pero yo nunca vine acompañado. Escala es ... bueno ya sabes lo que es, mejor dicho lo que era. Pero ahora no lo necesito.
- Entonces, si a penas venías ¿ por qué ?
Al hacerme esa pregunta, reflexiono. Tengo claro que no lo hice por inversión, ni tampoco para distraerme. En verdad ¿ por qué la compré?. Quizá pensando en el futuro. Y ¿ cuándo yo pensaba en el futuro, solo ? Y de pronto me di cuenta de todo: esperaba que llegara algún día en que pudiera compartirla con alguien, y ese alguien cayó de bruces en mi despacho. Nunca me había parado a pensarlo, pero ahora recuerdo que fue a raíz de aquello cuando Elliot efectuó las reformas en la casa, y que Gia Matteo quién las llevó a cabo. Yo mismo me sorprendo de ese pensamiento, pero fue así como ocurrió y como pensé. En los dias que sucedieron a nuestro primer encuentro., sentía desasosiego, su recuerdo nunca me abandonaba. Sabía que era demasiado inocente para lo que tenía destinado para ella, pero supe que estaba ligado a ella, cuando por primera vez tomé posesión de su cuerpo y supe que era vírgen y pensé que estaba destinada para mi.
- ¿ Te ocurre algo, en qué piensas? No me has contestado - Me dice algo inquieta por mi silencio
- Supe que algún día surgiría alguien en mi vida con quién la compartirla. Te estaba esperando, cielo. Te esperaba aunque , entonces, no lo supiera.
Ana me mira con los ojos brillantes y yo la miro a ella. Cojo su barbilla y deposito un beso en sus labios. Esa es la verdad pura y dura: no lo sabía pero era la verdad. Un silbido de Elliot y los aplausos del resto, nos despiertan de nuestra declaración de amor tan particular
- Eh, chicos, id a la habitación. Nosotros mientras tomaremos el aperitivo- dice mi hermano riendo, pero en su rostro se nota la complacencia que siente por mi. Nunca me había visto con una chica, y mucho menos besarla en público, aunque fuese mi mujer. ¿ Tanto he cambiado ? Todos ríen y penetran en la casa Yo tomo en brazos a Anastasia y también lo hago
- Esta es la primera vez que mi esposa va a pisar su otro hogar. Hemos de cruzar el umbral contigo en brazos.
Nos reciben con una ovación y Ana se refugia en mi cuello para ocultar su rubor. Yo río feliz apretándola contra mi pecho.
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