Por fin, el llanto de Anastasia cesa lentamente. Me acurruco a su lado, la abrazo y la pego a mi. Beso sus cabellos y la tomo entre mis brazos para llevarla a la cama. Está agotada y necesita descansar. Al cabo de unos momentos se queda dormida. Yo también lo hago abrazado a ella con mis brazos y piernas; no quiero que se escape de mi lado. Hundo el rostro entre su pelo y tengo un sueño tranquilo. Siempre que discutimos vuelven..., siempre. Lo he consultado con Flynn, y como respuesta me ha dicho que tengo temor a que ella se marche, que estoy inseguro, y que mientras no combata esos temores, los terrores nocturnos volverán siempre. ¿ Cómo conseguirlo ? No deseo tenerlos, me aterran, me vuelven a la niñez y a todo lo vivido en mi infancia. Pero ella me da seguridad; sólo que cuando nos enfadamos, el miedo a perderla me invade. ¿ Es por eso que vuelvo a la niñez ? Si me acepta como esposo ¿ recuperaré la calma ? Antes estaba seguro de mi mismo, pero ahora...Mi mayor temor es amanecer solo en la cama, y lo que todo ello representa: que Ana me ha abandonado..
Paseo mi brazo por las sábanas que están frias, sin calor humano. Muevo las piernas en el mismo sentido y en la inconsciencia de mi sueño, de repente me doy cuenta que estoy solo . Ella no está, se ha ido. De nuevo me ha abandonado Y de repente vuelven las angustias, las pesadillas. Y de mi garganta brota un grito desgarrador de infinita angustia, y la llamo, la llamo con desesperación y siento que alguien entra en la habitación, enciende la luz, y una mano suave me acaricia la cara tratando de calmarme. Ha vuelto, ella ha vuelto.
Quiero despertarme y no puedo, y las imágenes borrosas vienen para recordarme otra situación vivida de pequeño. Quiero despertarme, y siento que unas manos me zarandean y me hablan algo que no entiendo. Me da pequeños cachetes en la cara para que vuelva y poco a poco, vuelve la luz a mi vida. La voz es la de Ana, en la que se refleja la angustia infinita al presenciar uno de mis terrores nocturnos; nunca antes los había presenciado. Me abraza pronunciando mi nombre, acariciando mi cabello y mi cara, y por fin abro los ojos despertando de ese sueño horrible. Respiro tranquilo a medida que soy consciente de que Ana me tiene abrazado a ella. Estoy empapado en sudor, que cae por mi frente en gruesas gotas. Y tomo su cara y busco sus labios y los besos para convencerme que es cierto que ha pasado todo. Y suspiro aliviado porque en verdad ella no se ha marchado, está a mi lado.
Y un deseo de poseerla, enciende mis venas, fuerte, incontenible. Y recorro su cuerpo y acaricio su pecho y beso el lóbulo de la oreja, y muerdo su labio, y la incorporo y de un tirón la quito la camiseta, dejándola desnuda frente a mi. Y me recreo en su cuerpo y ella responde, responde a mis deseos, y me desnuda también. Me echo sobre ella, pero de repente, sus brazos me frenan rechazándome. ¿ Qué ocurre ? Nunca lo había hecho, al contrario, siempre respondía a mis anhelos que eran los suyos. Pero ahora no. ¿Habrá sido por la declaración de esta tarde referente a mi madre?¿ Será ese el rechazo? Pero ella no es como mi madre, ni siquiera se parece a ella ¿ por qué se lo habré contado ? Significa, que aunque no se haya ido, no me desea,. Lo intento de nuevo con caricias a las que siempre responde automáticamente, pero nuevamente me rechaza.
-¿ Qué te pasa ? ¿ Por qué no quieres ser mia ?
- Necesito tiempo. Todo lo que me has dicho es ... tengo que digerirlo Christian
- Yo te quiero; eso no ha cambiado. Sigo siendo yo y te quiero Ana. Y te necesito, ahora, aquí... siempre
Y vuelvo a acariciarla y me pego más a ella para que sienta mi deseo incontenible de hacerla mia, y la beso tiernamente, suave, dulcemente, y a la vez fuerte. Y vuelvo a morder su labio una y otra vez y beso su garganta y bajo hasta su escote y masajeo sus pechos y los acaricio, y recorro su cuerpo en descenso hasta llegar a su parte más intima que me pertenece. Ella lanza un ligero gemido y arquea su cuerpo ofreciéndose a mi. Ella ¡ oh milagro ! responde, responde como siempre. Nada ha cambiado. Abro el cajón de mi mesilla y saco un preservativo, cuyo envoltorio rasga con sus dientes. Estoy impaciente y muy alterado y aL fin la hago mia de una forma algo brusca, pero ella también lo necesita porque noto su excitación y sus gemidos, acompasándose con los mios, mientras pronuncio su nombre que para mi es una plegaria. Deposito en ese acto tan íntimo toda la desesperación vivida en mi pesadilla y que sólo ella puede calmar y hacerla desaparecer. Y jadeo, jadeamos. Y ella emite esos gemidos de placer, y yo con voz ronca digo su nombre, y aprieto mis labios y el éxtasis nos invade. Nada ha cambiado entre nosotros, somos los mismos: uno del otro. Y así es como nosotros solucionamos nuestros problemas. Seguimos perteneciéndonos y no habrá nada que cambie la necesidad de poseernos mutuamente.
Tengo la cabeza reclinada sobre su pecho y mi brazo abarca su cintura. Con los ojos entornados vamos retomando la respiración, ella no se ha quedado dormida como otras veces, sino que juguetea con los rizos de mi cabello No hablamos no decimos nada durante un momento. Ella, una vez recuperados, me pregunta lo que me ocurría de qué iba la pesadilla. Y yo le cuento lo que he vivido hace a penas media hora.
- Es difícil explicar lo que siento en esos momentos. Me desgarra. Te busqué y no estabas y entonces...
- Fuí a tomar un refresco, tenía sed. Nunca voy a dejarte. Ya te lo he dicho; ya conozco todo tu pasado y nunca te dejaré. Pero ahora deseo saber tu pesadilla. Cuéntamela
- El hombre malo entra en el salón buscando a mi madre y tiene un cigarrillo en la boca. Al no encontrarla, me coge de un brazo y de un tirón me desabrocha la camisa. Y entonces... entonces...apaga su cigarrillo sobre mi pecho. Y duele, duele mucho. Y ese dolor es lo que me produce las pesadillas, Y el dolor tremendo de saber que mi madre no hacía nada por protegerme.
Anastasia se abraza fuerte a mi y comienza a llorar. No quiero que llore. No por mi. La acaricio suavemente mientras contemplo su rostro, sus ojos turbios de lágrimas. Deseo consolarla.
- Todo eso ya es pasado y que cuando estás, mi sueño es placentero y bonito. Cuando comprobé que no estabas, creí que me habías abandonado, pero sigues aquí. No eres como ella, no te pareces en nada; tu me cuidas, me proteges, como ahora. Ella no lo hacía ¿ te das cuenta lo diferente que eres ? Acaríciame, vuelve a tocarme.
Y ella lo hace, pasa su suave mano sobre las cicatrices de mi pecho, pero quizás influenciado por lo que acabo de soñar, un inoportuno quejido sale de mi garganta. Es insoportable, no puedo resistirlo y le digo que pare, y ella lo hace inmediatamente. Me acaricia la cara y comprueba que unas gruesas lágrimas se escapan de mis ojos, lo que la perturba aún mas. Nunca antes había llorado, pero ella me está cambiando, hasta en la más pequeña fibra de mi ser. Y prosigo mi relato.
- El siempre usaba los puños, el cinturón o lo que tuviera más a mano. El dolor era insoportable y eso es lo que me hace despertarme de mis pesadillas. Desde entonces nadie me ha vuelto a tocar, hasta esta noche pasada cuando tu lo has hecho y ahora, pero será poco a poco. He de acostumbrarme a esa sensación. ¡Te quiero tanto Ana, eres tan valiosa para mi...! Por favor no me dejes nunca, ayúdame, porque sin ti estoy perdido. Si me abandonaras...
- Nunca voy a dejarte, nunca. Dime ¿ has consultado con alguien esos terrores nocturnos? Alguien podrá .ayudarte a superar esa etapa.
-¿ Que si he consultado con alguien?. Desde que los Grey me adoptaron, no he parado de hacerlo, hasta que encontré a Flynn, que por fin ha encauzado mi problema.
Paseo mi brazo por las sábanas que están frias, sin calor humano. Muevo las piernas en el mismo sentido y en la inconsciencia de mi sueño, de repente me doy cuenta que estoy solo . Ella no está, se ha ido. De nuevo me ha abandonado Y de repente vuelven las angustias, las pesadillas. Y de mi garganta brota un grito desgarrador de infinita angustia, y la llamo, la llamo con desesperación y siento que alguien entra en la habitación, enciende la luz, y una mano suave me acaricia la cara tratando de calmarme. Ha vuelto, ella ha vuelto.
Quiero despertarme y no puedo, y las imágenes borrosas vienen para recordarme otra situación vivida de pequeño. Quiero despertarme, y siento que unas manos me zarandean y me hablan algo que no entiendo. Me da pequeños cachetes en la cara para que vuelva y poco a poco, vuelve la luz a mi vida. La voz es la de Ana, en la que se refleja la angustia infinita al presenciar uno de mis terrores nocturnos; nunca antes los había presenciado. Me abraza pronunciando mi nombre, acariciando mi cabello y mi cara, y por fin abro los ojos despertando de ese sueño horrible. Respiro tranquilo a medida que soy consciente de que Ana me tiene abrazado a ella. Estoy empapado en sudor, que cae por mi frente en gruesas gotas. Y tomo su cara y busco sus labios y los besos para convencerme que es cierto que ha pasado todo. Y suspiro aliviado porque en verdad ella no se ha marchado, está a mi lado.
Y un deseo de poseerla, enciende mis venas, fuerte, incontenible. Y recorro su cuerpo y acaricio su pecho y beso el lóbulo de la oreja, y muerdo su labio, y la incorporo y de un tirón la quito la camiseta, dejándola desnuda frente a mi. Y me recreo en su cuerpo y ella responde, responde a mis deseos, y me desnuda también. Me echo sobre ella, pero de repente, sus brazos me frenan rechazándome. ¿ Qué ocurre ? Nunca lo había hecho, al contrario, siempre respondía a mis anhelos que eran los suyos. Pero ahora no. ¿Habrá sido por la declaración de esta tarde referente a mi madre?¿ Será ese el rechazo? Pero ella no es como mi madre, ni siquiera se parece a ella ¿ por qué se lo habré contado ? Significa, que aunque no se haya ido, no me desea,. Lo intento de nuevo con caricias a las que siempre responde automáticamente, pero nuevamente me rechaza.
-¿ Qué te pasa ? ¿ Por qué no quieres ser mia ?
- Necesito tiempo. Todo lo que me has dicho es ... tengo que digerirlo Christian
- Yo te quiero; eso no ha cambiado. Sigo siendo yo y te quiero Ana. Y te necesito, ahora, aquí... siempre
Y vuelvo a acariciarla y me pego más a ella para que sienta mi deseo incontenible de hacerla mia, y la beso tiernamente, suave, dulcemente, y a la vez fuerte. Y vuelvo a morder su labio una y otra vez y beso su garganta y bajo hasta su escote y masajeo sus pechos y los acaricio, y recorro su cuerpo en descenso hasta llegar a su parte más intima que me pertenece. Ella lanza un ligero gemido y arquea su cuerpo ofreciéndose a mi. Ella ¡ oh milagro ! responde, responde como siempre. Nada ha cambiado. Abro el cajón de mi mesilla y saco un preservativo, cuyo envoltorio rasga con sus dientes. Estoy impaciente y muy alterado y aL fin la hago mia de una forma algo brusca, pero ella también lo necesita porque noto su excitación y sus gemidos, acompasándose con los mios, mientras pronuncio su nombre que para mi es una plegaria. Deposito en ese acto tan íntimo toda la desesperación vivida en mi pesadilla y que sólo ella puede calmar y hacerla desaparecer. Y jadeo, jadeamos. Y ella emite esos gemidos de placer, y yo con voz ronca digo su nombre, y aprieto mis labios y el éxtasis nos invade. Nada ha cambiado entre nosotros, somos los mismos: uno del otro. Y así es como nosotros solucionamos nuestros problemas. Seguimos perteneciéndonos y no habrá nada que cambie la necesidad de poseernos mutuamente.
Tengo la cabeza reclinada sobre su pecho y mi brazo abarca su cintura. Con los ojos entornados vamos retomando la respiración, ella no se ha quedado dormida como otras veces, sino que juguetea con los rizos de mi cabello No hablamos no decimos nada durante un momento. Ella, una vez recuperados, me pregunta lo que me ocurría de qué iba la pesadilla. Y yo le cuento lo que he vivido hace a penas media hora.
- Es difícil explicar lo que siento en esos momentos. Me desgarra. Te busqué y no estabas y entonces...
- Fuí a tomar un refresco, tenía sed. Nunca voy a dejarte. Ya te lo he dicho; ya conozco todo tu pasado y nunca te dejaré. Pero ahora deseo saber tu pesadilla. Cuéntamela
- El hombre malo entra en el salón buscando a mi madre y tiene un cigarrillo en la boca. Al no encontrarla, me coge de un brazo y de un tirón me desabrocha la camisa. Y entonces... entonces...apaga su cigarrillo sobre mi pecho. Y duele, duele mucho. Y ese dolor es lo que me produce las pesadillas, Y el dolor tremendo de saber que mi madre no hacía nada por protegerme.
Anastasia se abraza fuerte a mi y comienza a llorar. No quiero que llore. No por mi. La acaricio suavemente mientras contemplo su rostro, sus ojos turbios de lágrimas. Deseo consolarla.
- Todo eso ya es pasado y que cuando estás, mi sueño es placentero y bonito. Cuando comprobé que no estabas, creí que me habías abandonado, pero sigues aquí. No eres como ella, no te pareces en nada; tu me cuidas, me proteges, como ahora. Ella no lo hacía ¿ te das cuenta lo diferente que eres ? Acaríciame, vuelve a tocarme.
Y ella lo hace, pasa su suave mano sobre las cicatrices de mi pecho, pero quizás influenciado por lo que acabo de soñar, un inoportuno quejido sale de mi garganta. Es insoportable, no puedo resistirlo y le digo que pare, y ella lo hace inmediatamente. Me acaricia la cara y comprueba que unas gruesas lágrimas se escapan de mis ojos, lo que la perturba aún mas. Nunca antes había llorado, pero ella me está cambiando, hasta en la más pequeña fibra de mi ser. Y prosigo mi relato.
- El siempre usaba los puños, el cinturón o lo que tuviera más a mano. El dolor era insoportable y eso es lo que me hace despertarme de mis pesadillas. Desde entonces nadie me ha vuelto a tocar, hasta esta noche pasada cuando tu lo has hecho y ahora, pero será poco a poco. He de acostumbrarme a esa sensación. ¡Te quiero tanto Ana, eres tan valiosa para mi...! Por favor no me dejes nunca, ayúdame, porque sin ti estoy perdido. Si me abandonaras...
- Nunca voy a dejarte, nunca. Dime ¿ has consultado con alguien esos terrores nocturnos? Alguien podrá .ayudarte a superar esa etapa.
-¿ Que si he consultado con alguien?. Desde que los Grey me adoptaron, no he parado de hacerlo, hasta que encontré a Flynn, que por fin ha encauzado mi problema.
Ana manifiesta que desea hablar con él. Y eso me intranquiliza porque no sé lo que resultará de esa entrevista. ¿ Y si cuando acuda a la consulta, decide que soy muy complicado y se marcha ? La sola idea de pensarlo me angustia. Pero he de hacerlo. Por ella cualquier cosa. Lo solucionaré mañana; pediré una cita y espero que le ayude a descifrar el enigma que es Christian Grey y su oscuras sombras.
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