La noto nerviosa cuando entramos en el cuarto. Ella se agacha, y de debajo de la cama, saca un pequeño envoltorio. Con voz suave y tímida me dice : "es para ti ". Se trata de una maqueta en madera del Chralie Tango. Luego agrega que no sabe si es muy adecuado, teniendo en cuenta lo ocurrido, pero me encanta. Me siento en la cama y procedo a armarlo. Disfruto como si fuera una criatura y a ella le complace mi satisfacción. Pero falta algo más. Saca otro paquete, éste algo más grande y adornado sugerentemente. ¿Qué será ? No tengo idea de lo que esa cabecita ha podido pensar. Estoy intrigado, nervioso y satisfecho. Es el primer cumpleaños en el que recibo unos regalos tan especiales. La mayoría de ellos, mi familia, se ha limitado a celebrarlo con una reunión en alguna comida y algún beso ligero. Lo entiendo y no me preocupa; sé que es un problema. Entre tanto ya lo he desenvuelto. Me asombra el contemplar el contenido: un antifaz, mis vaqueros rotos, y varios juegos eróticos. ¡ No puede ser real ! Una desinhibida Anastasia se muestra ante mi, algo ruborizada y sonriente, que aún baja su vista avergonzada. Mi sonrisa, parte la cara en dos ¿ cómo se le ha ocurrido ésto ? Espero que ella se explique , mientras voy sacando los objetos que ha envuelto en fino papel de seda. La miro interrogrante y sorprendido, ella me responde
- No sabía qué regalarte porque tienes de todo. Así que pense que yo sería tu regalo.
-¿ Quieres decir ... ?
- Si. Eso que estás pensando. Me gusta jugar Christian, siempre y cuando no me hagas daño
- ¿ Lo haces porque es mi cumpleaños?
- No solo por eso. Te lo repito: a mi también me gusta jugar.
No deja nunca de sorprenderme y otra vez lo ha conseguido. Mi cuerpo reacciona ante la invitación y la tomo de la mano y subimos a la planta de arriba El cuarto rojo nos espera, pero esta vez sólo el placer entrará en él. Estamos frente a la puerta.Los recuerdos del último día, se agolpan en mi cabeza y dudo; ella aguarda mi reacción. No quiero volver a tener una experiencia como aquella, con tan desastroso final, y machaconamente le repito si está segura de lo que quiere. Sonrie abiertamente y me responde mativamente.
Me demoro ante la respuesta, y ella, leyéndome el pensamiento, me dice que tan sólo no desea que le haga fotos ¿ Hacerla fotos ? ¿ Por qué se le ha ocurrido algo semejante ? Nunca se las haría. En un tiempo si las hice a las chicas que aquí estuvieron, pero no en plan morboso, sino para asegurarme de que no se irían de la lengua, una vez que nuestra relación terminara. Pero ¿ a ella ?. No las necesito; la tengo en persona ¿ para que querría unas fotografías ? ¿ Qué es lo que le ha llevado a hacerme esa pregunta ?¿¿Por qué se le ha ocurrido ? Nadie sabe que las tengo, y están a buen recaudo en la caja fuerte. Nunca las miro, no me importan, pero de esa forma me aseguré que todas serían prudentes. Hubiera sido un desastre si se llegase a saber mi inclinación sexual por el BDSM. Ahora ya no tengo miedo; mi vida es normal, como la de cualquier pareja de enamorados, aunque nuestros juegos sean tan especiales. Pero eso pertenece a nuestra intimidad y no importa a nadie más que a nosotros.
Somos libres de hacer lo que se nos antoje en nuestro dormitorio o en este cuarto, al que no me gusta acudir, pero Ana quiere una fiesta y la tendrá. Uso mi corbata, esa corbata tan especial, que no es la primera vez que uso con ella. La digo que se desnude, y se quita el camisón; me recreo en la visión que tengo frente a mi. Le hago el nudo de la corbata, dejándola larga, de modo que lo único que le tapa es el sexo. Después de contemplarla durante unos instantes, se la quito y trenzo su cabello y poco a poco comienzo a mostrarle un juguete en particular, que para ella no es apropiado. Se trata de un dilatador anal, demasiado grande para una primeriza. Se lo hago ver, y ella me escucha con atención. Deseo probar esa sensación con ella, pero iremos lentamente, y así se lo hago saber. Le muestro mi dedo meñique: él será el privilegiado que desvirgue esa zona. Me mira, se extraña y se ruboriza; muy señorita Steele, que a pesar de todo lo que hemos hecho, aún conserva su pureza y timidez, que me llena de ternura.
Al igual que el dilatador, las pinzas para pezones que ha puesto en el regalo, son brutales, excesivas, y las rechazo, eligiendo otras más pequeñas y delicadas. ¿ Qué estará pensando? Mira fijamente los juegos que le voy mostrando sin pronunciar palabra alguna. Por fin se decide a hablar
- Me gusta jugar Christian
- A mi también, nena. Pero recuerda que todo lo que hagamos en por el placer solamente. Quiero jugar contigo, es lo que más deseo, pero no eres mi sumisa, sino mi amante. No tienes que comportarte de una determinada forma, en absoluto. No esperes al Christian Amo, porque ese no vendrá. No obstante se me ocurren varias cosas y creo que nos va a gustar a ambos
-¿ Qué debo hacer? ¿ Cómo debo comportarme ?
- Como quieras. Si hay algo que no te guste dime para y lo haré inmediatamente.
Voy improvisando sobre la marcha, lo que ella me inspira. La subo a la mesa y le abro las piernas. Se muestra ante mi gloriosa expuesta y preciosa. Jadea anhelante ante la expectativa de lo que irá a ocurrir destro de un momento; la noto excitada, pero no sabe la intensidad de nuestro juego, porque al no conocerlo no lo imagina. Cubro sus ojos con un antifaz, y de uno de los cajones de la cómoda saco una especie de chupete grande y se lo meto en la boca. Hago que lo chupe . Mientras yo masajeo sus hombros y hago que se relaje. La ordeno varias veces que siga chupando, que no se interrumpa porque ese artefacto estará en su interior y ha de estar lubricado.. Echo sus brazos hacia atrás y esposo sus muñecas. La intensidad de no ver, ni gritar , ni defenderse, harán que las sensaciones que recorran su cuerpo sean tremendamente impactantes Sigo recorriendo su cuerpo con la crema olorosa y cubro sus hombros, y su garganta y bajo hasta sus pechos, y los masajeo también y chupo los pezones hasta endurecerlos y los pellizco y ellos responden a mis manos. Es la hora de ponerle las pinzas, y chupo el pezón prisionero del juguete y la veo estremecerse con los ojos cerrados sin poder moverse y exhalando unos souidos guturales, porque su boca está sellada por el chupete. Está excitada, muy excitada, lo que a su vez me excita a mi. Recorro nuevamente su cuerpo y bajo hasta su sexo que masajeo por fuera y por dentro. Entonces quito el chupete de su boca y lo introduzco en su interior, y lo pongo en marcha. El juguete vibrador comienza a realizar su trabajo y ella se estremece.
Recorro su espalda hasa llegar a sus nalgas y la introduzco mi dedo, que entra y sale haciendo su magia. A ella le falta la voz, se retuerce y me suplica que cese esa dulce tortura, mientras sigo acariciandola y penetrándola suavemente. Ella lanza una especie de alarido alcanzando un orgasmo devastador que le hace retorcerse Le quito las pinzas de los pezones y su cuerpo tiembla de excitación. Es tan intenso que se convulsa y grita con los ojos cerrados La quito las esposas y la masajeo.Creo que ha sido como ella quería. No se ha quejado ni ha dicho que parara; lo ha disfrutado a pesar de la brusquedad y de que ha sido nuevo para ella, pero el orgasmo ha sido duro y ha vibrado con él. La llevo exhausta a la cama y no dice nada. Continua con los ojos cerrados, pero aún no he terminado. Deseo hacerla el amor, suave dulce, con todo el amor que siento en mi interior. Pongo la música y una voz dulce va relatando los sentimientos que yo tuve cuando la conocí. Y nuevamente siento que vibra. La tengo a horcajadas sobre mi, abrazada a mi cuelko y reclinada su cabeza junto a mi cara. Me besa en la boca y yo le devuelvo el beso con todo el ardor del momento, y juntos alcanzamos un climax, unico, largo, profundo,pleno mientras la canción sigue sonando
- Te quiero Ana, me completas. Te deseo y se que tu sientes lo mismo.
Y vuelvo a besarla, y volvemos a besarnos unidos, sentados uno sobre otro, reclinados nuestros cuerpos exhaustos, pero pletóricos de placer, mientras Aretha Franklin sigue recitando, expresando lo que senti la primera vez que vi su rostro.
Después de que nuestro organismo se tranquilizara, permanecemos en la cama tumbados uno al lado del otro, con nuestras manos enlazadas. Y hablamos, hablamos, hablamos sin parar, como si fuera la primera vez que lo hiciéramos y siento que poco a poco mi interior se va apaciguando y algo, como muy lejano, es lo que siento referente a mi vida interior. Es lo que Ana deseaba: hablar para conocernos. Hace tan poco que nos vimos por primera vez... y sin embargo la conozco muy bien, hasta el punto de adivinar lo que piensa y lo que desea escuchar de mis labios. Conozco su cuerpo, sus reacciones a mis llamadas y sus lujuriosas respuestas. Todo está permitido entre nosotros, y así hemos de expresarlo siempre que lo deseemos.
Lentamente los ojos se le van entornando y yo la miro. Contemplo su rostro relajado cuando duerme; no es la primera vez que lo hago, y siempre encuentro un motivo nuevo para contemplarla. Pero se nos hace tarde. Hemos de acudir a la fiesta que me han preparado en casa, y a la vez estoy deseando poder anunciar nuestro compromiso.
Me gito en la cama, y tomo de mi mesilla, el inocente llavero que dice YES. Esa palabra mágica, que me ha hecho desear tanto, y que al fin indica que me ha aceptado con mis cincuenta sombras, que poco a poco ella va despejando. La doy un ligero beso en los labios y trato de que despierte
- Despabila, dormilona
Se despereza, sonrie y vuelvo a besarla. Nunca me canso, nunca me cansaré de Anastasia Rose Steele.,
- No sabía qué regalarte porque tienes de todo. Así que pense que yo sería tu regalo.
-¿ Quieres decir ... ?
- Si. Eso que estás pensando. Me gusta jugar Christian, siempre y cuando no me hagas daño
- ¿ Lo haces porque es mi cumpleaños?
- No solo por eso. Te lo repito: a mi también me gusta jugar.
No deja nunca de sorprenderme y otra vez lo ha conseguido. Mi cuerpo reacciona ante la invitación y la tomo de la mano y subimos a la planta de arriba El cuarto rojo nos espera, pero esta vez sólo el placer entrará en él. Estamos frente a la puerta.Los recuerdos del último día, se agolpan en mi cabeza y dudo; ella aguarda mi reacción. No quiero volver a tener una experiencia como aquella, con tan desastroso final, y machaconamente le repito si está segura de lo que quiere. Sonrie abiertamente y me responde mativamente.
Me demoro ante la respuesta, y ella, leyéndome el pensamiento, me dice que tan sólo no desea que le haga fotos ¿ Hacerla fotos ? ¿ Por qué se le ha ocurrido algo semejante ? Nunca se las haría. En un tiempo si las hice a las chicas que aquí estuvieron, pero no en plan morboso, sino para asegurarme de que no se irían de la lengua, una vez que nuestra relación terminara. Pero ¿ a ella ?. No las necesito; la tengo en persona ¿ para que querría unas fotografías ? ¿ Qué es lo que le ha llevado a hacerme esa pregunta ?¿¿Por qué se le ha ocurrido ? Nadie sabe que las tengo, y están a buen recaudo en la caja fuerte. Nunca las miro, no me importan, pero de esa forma me aseguré que todas serían prudentes. Hubiera sido un desastre si se llegase a saber mi inclinación sexual por el BDSM. Ahora ya no tengo miedo; mi vida es normal, como la de cualquier pareja de enamorados, aunque nuestros juegos sean tan especiales. Pero eso pertenece a nuestra intimidad y no importa a nadie más que a nosotros.
Somos libres de hacer lo que se nos antoje en nuestro dormitorio o en este cuarto, al que no me gusta acudir, pero Ana quiere una fiesta y la tendrá. Uso mi corbata, esa corbata tan especial, que no es la primera vez que uso con ella. La digo que se desnude, y se quita el camisón; me recreo en la visión que tengo frente a mi. Le hago el nudo de la corbata, dejándola larga, de modo que lo único que le tapa es el sexo. Después de contemplarla durante unos instantes, se la quito y trenzo su cabello y poco a poco comienzo a mostrarle un juguete en particular, que para ella no es apropiado. Se trata de un dilatador anal, demasiado grande para una primeriza. Se lo hago ver, y ella me escucha con atención. Deseo probar esa sensación con ella, pero iremos lentamente, y así se lo hago saber. Le muestro mi dedo meñique: él será el privilegiado que desvirgue esa zona. Me mira, se extraña y se ruboriza; muy señorita Steele, que a pesar de todo lo que hemos hecho, aún conserva su pureza y timidez, que me llena de ternura.
Al igual que el dilatador, las pinzas para pezones que ha puesto en el regalo, son brutales, excesivas, y las rechazo, eligiendo otras más pequeñas y delicadas. ¿ Qué estará pensando? Mira fijamente los juegos que le voy mostrando sin pronunciar palabra alguna. Por fin se decide a hablar
- Me gusta jugar Christian
- A mi también, nena. Pero recuerda que todo lo que hagamos en por el placer solamente. Quiero jugar contigo, es lo que más deseo, pero no eres mi sumisa, sino mi amante. No tienes que comportarte de una determinada forma, en absoluto. No esperes al Christian Amo, porque ese no vendrá. No obstante se me ocurren varias cosas y creo que nos va a gustar a ambos
-¿ Qué debo hacer? ¿ Cómo debo comportarme ?
- Como quieras. Si hay algo que no te guste dime para y lo haré inmediatamente.
Voy improvisando sobre la marcha, lo que ella me inspira. La subo a la mesa y le abro las piernas. Se muestra ante mi gloriosa expuesta y preciosa. Jadea anhelante ante la expectativa de lo que irá a ocurrir destro de un momento; la noto excitada, pero no sabe la intensidad de nuestro juego, porque al no conocerlo no lo imagina. Cubro sus ojos con un antifaz, y de uno de los cajones de la cómoda saco una especie de chupete grande y se lo meto en la boca. Hago que lo chupe . Mientras yo masajeo sus hombros y hago que se relaje. La ordeno varias veces que siga chupando, que no se interrumpa porque ese artefacto estará en su interior y ha de estar lubricado.. Echo sus brazos hacia atrás y esposo sus muñecas. La intensidad de no ver, ni gritar , ni defenderse, harán que las sensaciones que recorran su cuerpo sean tremendamente impactantes Sigo recorriendo su cuerpo con la crema olorosa y cubro sus hombros, y su garganta y bajo hasta sus pechos, y los masajeo también y chupo los pezones hasta endurecerlos y los pellizco y ellos responden a mis manos. Es la hora de ponerle las pinzas, y chupo el pezón prisionero del juguete y la veo estremecerse con los ojos cerrados sin poder moverse y exhalando unos souidos guturales, porque su boca está sellada por el chupete. Está excitada, muy excitada, lo que a su vez me excita a mi. Recorro nuevamente su cuerpo y bajo hasta su sexo que masajeo por fuera y por dentro. Entonces quito el chupete de su boca y lo introduzco en su interior, y lo pongo en marcha. El juguete vibrador comienza a realizar su trabajo y ella se estremece.
Recorro su espalda hasa llegar a sus nalgas y la introduzco mi dedo, que entra y sale haciendo su magia. A ella le falta la voz, se retuerce y me suplica que cese esa dulce tortura, mientras sigo acariciandola y penetrándola suavemente. Ella lanza una especie de alarido alcanzando un orgasmo devastador que le hace retorcerse Le quito las pinzas de los pezones y su cuerpo tiembla de excitación. Es tan intenso que se convulsa y grita con los ojos cerrados La quito las esposas y la masajeo.Creo que ha sido como ella quería. No se ha quejado ni ha dicho que parara; lo ha disfrutado a pesar de la brusquedad y de que ha sido nuevo para ella, pero el orgasmo ha sido duro y ha vibrado con él. La llevo exhausta a la cama y no dice nada. Continua con los ojos cerrados, pero aún no he terminado. Deseo hacerla el amor, suave dulce, con todo el amor que siento en mi interior. Pongo la música y una voz dulce va relatando los sentimientos que yo tuve cuando la conocí. Y nuevamente siento que vibra. La tengo a horcajadas sobre mi, abrazada a mi cuelko y reclinada su cabeza junto a mi cara. Me besa en la boca y yo le devuelvo el beso con todo el ardor del momento, y juntos alcanzamos un climax, unico, largo, profundo,pleno mientras la canción sigue sonando
- Te quiero Ana, me completas. Te deseo y se que tu sientes lo mismo.
Y vuelvo a besarla, y volvemos a besarnos unidos, sentados uno sobre otro, reclinados nuestros cuerpos exhaustos, pero pletóricos de placer, mientras Aretha Franklin sigue recitando, expresando lo que senti la primera vez que vi su rostro.
Después de que nuestro organismo se tranquilizara, permanecemos en la cama tumbados uno al lado del otro, con nuestras manos enlazadas. Y hablamos, hablamos, hablamos sin parar, como si fuera la primera vez que lo hiciéramos y siento que poco a poco mi interior se va apaciguando y algo, como muy lejano, es lo que siento referente a mi vida interior. Es lo que Ana deseaba: hablar para conocernos. Hace tan poco que nos vimos por primera vez... y sin embargo la conozco muy bien, hasta el punto de adivinar lo que piensa y lo que desea escuchar de mis labios. Conozco su cuerpo, sus reacciones a mis llamadas y sus lujuriosas respuestas. Todo está permitido entre nosotros, y así hemos de expresarlo siempre que lo deseemos.
Lentamente los ojos se le van entornando y yo la miro. Contemplo su rostro relajado cuando duerme; no es la primera vez que lo hago, y siempre encuentro un motivo nuevo para contemplarla. Pero se nos hace tarde. Hemos de acudir a la fiesta que me han preparado en casa, y a la vez estoy deseando poder anunciar nuestro compromiso.
Me gito en la cama, y tomo de mi mesilla, el inocente llavero que dice YES. Esa palabra mágica, que me ha hecho desear tanto, y que al fin indica que me ha aceptado con mis cincuenta sombras, que poco a poco ella va despejando. La doy un ligero beso en los labios y trato de que despierte
- Despabila, dormilona
Se despereza, sonrie y vuelvo a besarla. Nunca me canso, nunca me cansaré de Anastasia Rose Steele.,
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