miércoles, 27 de julio de 2016

Las oscuras sombras de Christian - Sombra 11 - Fayrmont Olympic

Anastasia, por fin ha conciliado el sueño. Yo sigo en el despacho consultando con mis empleados los últimos aconteciminetos.  Hemos vuelto a revisar todas las estancias de mi apartamento, y confío en que se haya marchado después de atentar contra el coche de Ana. ¿ Por qué arremete contra ella ? He sido yo el que no quiso esa relación, pero sin duda es Ana el motivo de sus irracionales celos.  De vez en cuando voy hasta el dormitorio, para vigilar el sueño de Anastasia, que está siendo tranquilo.

  Son las dos de la madrugada, pero estoy despejado como si fueran de la tarde.  Recibo una llamada por mi número particular:  es Elena ¿ qué  demonios querrá ahora ?  La contesto de mala gana y ella se da cuenta de que estoy de mal humor. No puedo evitar el narrarle lo ocurrido en el aparcamento ; ella se muestra preocupada. Deseo terminar cuanto antes la conversación y tenemos una pequeña discusión al pedirla que nos deje tranquilos, sobretodo a Anastasia, que no quiere nada con ella.  No lo entiende, y he de recalcar que no deseo se entrevisten, que no ha lugar.  Yo sólo me basto para cubrir las lagunas que pueda tener. Corto la comunicación, quizá con malos modos, algo a lo que no estoy acostumbrado, y menos con ella.

Por la puerta entre abierta, observo la silueta de Anastasia, que al escuchar que he colgado, entra tímidamente. Aún está adormilada, pero su rozstro refleja preocupación.  Me pide que volvamos a la cama, y yo la verdad, lo estoy deseando.  Estoy a punto de derrrumbarme superado por todo lo sucedido.  Entramos en el dormitorio.  Hace frio en él.  Miro en dirección al balcón y compruebo que está abierto de par en par.  Me extraña, porque debido a la altura, pocas veces lo dejo abierto porque la temperatura, por la noche, baja varios grados.  Si hace calor, pongo la refrigeración a una temperatura suave.  Miro a Anastasia y veo que su rostro también muestra asombro, no obstante la pregunto su ha sido ella la que lo ha abierto. Me dice que no. Ve mi inquietud y mi preocupación, entonces me dice que al despertarse vió una sombra a los pies de la cama, pero que no podía precisar lo que era: creyó que era fruto de que aún estaba somnolienta. Me pongo en movimiento rápidamente. La alarma vuelve a sonar en mi cabeza.  Llamo a Taylor, y con una sola indicación comunico que la situación está muy lejos de estar controlada.

- Está aquí.



Tardan un segundo en personarse él y Sawyer en mi habitación. Mientras tanto Ana es setá poniendo unos pantalones de deporte mios treinta tallas mayor de lo que la corresponde, pero no importa.  Tengo que sacarla de allí inmediatamente: está visto que va a por ella.  El miedo me invade nuevamente. Taylor llama a la puerta, la abro y le digo que prepare un pequeño equipaje para Anastasia; tenemos que salir de aquí´. A velocidad del rayo doy instrucciones a Taylor que baja con nosotros hasta el garaje. Anastasia me da un tirón de la mano cuando ve su coche cubierto de pintura y las ruedas rajadas.  Se lleva la mano libre a la boca y ahoga un grito de espanto, porque en ese momento comprende la gravedad del asunto y el porqué yo estoy tan alarmado.  Sólo me mira horrorizada, pero no dice palabra alguna. Entra en el coche. Le digo a Taylor que nos reserve habitación en algún hotel y que me avise cuiando tenga la reserva.  Con las prisas no he cogido la tarjeta  que siempre uso cuando deseo pasar desapercibido, pero él me la facilita. " Resérva a tu nombre," le digo. Tened cuidado y que Gail no regrese a casa hasta que esté todo despejado.  La señora Jones, está visitando a una hermana en Portland.


 El asiente con la cabeza y nos ponemos en marcha.  Estoy deseando ponernos en movimiento, fuera de aquí..  Estoy nervioso y preocupado por Ana. No son las inquietudes lo que deseo para nosotros.  Trato por todos los medios por infundir tranquilidad en su vida, pero compruebo  que, por muchos esfuerzos que haga, nunca lo consigo. ¿ Me está castigando la vida por mi comportamiento anterior? Creo ciertamente, que el culpable de todo esto soy yo; hago todo lo que puedo porque ello no salpique a nadie, que sólo yo sea el destinatario de tanta preocupación e incidencias.

Vamos por la autopista y observo a través del retrovisor si alguien nos sigue.  Prácticamente vamos solos por ella. Ambos estamos preocupados. Veo de reojo a Anastasia, y la veo aún más pequeña, más menuda, dentro de la ropa mia que le queda excesivamente grande; pero no había tiempo que perder.  Taylor me ha anunciado escuetamente que en casa no hay novedad y que tenemos reserva en el Fayrmont, a nombre del matrimonio Taylor. Aún seguimos por la estatal durante unos metros.  En la más próxima salida, cambio de dirección y tomamos la de regreso a Seattle, pero aparco frente al Hotel.  No quiero correr riesgo, no con Anastasia cerca de mi.  El vestíbulo está prácticamente solitario.  Llevando nuestras bolsas de viaje, subimos a la habitación.  Taylor ha reservado la suit presidencial.  Es mi mano derecha, y sabe en cada momento lo que deseo y necesito.  Fue una suerte conocerle y contratarle; nos entendemos perfectamente, con sólo una mirada, no necesitamos palabras para saber lo que decimos en cada momento.



Está enamorado de Gail Jones.  Aunque no ha comentado nada, yo imagino que, aunque con estancias separadas, conviven por la noche.  Ella también le corresponde, y ambos se necesitan.  El divorciado con una hija pequeña a la que ve poco, y con una relación con su ex bastante tensa.  Ella viuda desde hace tiempo, desde muy joven.  No es de extrañar que ambos decidan compartir sus vidas; son buena gente y merecen ser felices.






Llegamos a la habitación y es muy tarde. Anastasia está exhausta y yo también. Sólo deseo sentir su presencia junto a mi, que despeje todas las oscuras sombras de mi pasado, que agazapadas permanecen ahí en la memoria de Grey.

- ¿ Cómo estás ? - la pregunto porque noto su cara triste y preocupada.  No quiero ni pensar, que ante tan desastrosa noche, decida arrepentida, que no quiere nada conmigo.  Su actitud me dice que me he adelantado, que no piensa en ello.  Sus palabras, su cercanía me alivian
- Estoy bien, cansada, pero bien. ¿ Y tú ?
- Por mi no te preocupes
- ¿ Y por quién si no voy a preocuparme ? - me responde acurrucada en mi pecho

Gracias a Dios que la tengo a ella.  Seguirá siendo mi luz, mi esperanza de futuro, mi más.  Esa palabra siempre presente en todas mis anteriores relaciones, que siempre rechacé y que ahora es mi talismán porque ella es mi más..

- Vayamos a la cama y descansemos, al menos un rato.  Parece que te hayan apaleado

La tomo de la mano y la conduzco hasta el dormitorio.   La necesito, necesito tener su cuerpo cerca del mio y borrar todos los sinsabores ocurridos durante esta noche. Quiero estar dentro de ella, y parece que me leyera el pensamiento, porque envalentonada, toma la iniciativa y comienza a desnudarme.  Me pongo alerta, pero ella, sin apenas rozarme, me despoja de la camisa y del resto de la ropa.  Yo hago lo mismo con ella, y ambos estamos desnudos uno frente al otro. La tumbo en la cama y  me acomodo entre sus piernas.  Deseo acariciarla, hacerla sentir mi necesidad de ella, y creo que Ana piensa lo mismo, y nos hundimos el uno en el otro, quedando al fin saciados, rendidos, pero mirándonos  frente a frente , y transmitiéndonos los sentimientos mutuos compartidos en esta noche extraña, y al fin nos dormimos abrazados.


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