martes, 5 de julio de 2016

Las obsesiones de Christian - Obsesión 15 - El adiós

Dudo, no quiero irme, porque se que en cuanto lo haga, la perderé irremediablemente.  Miro hacia la ventana. Llueve incesantemente; el sol se ha ocultado.  Es como si la lluvia quisiera acompañarme en mi desolación.  Ana se va.  Nos prometíamos un fin de semana maravilloso, y a cambio la pierdo, la pierdo sin remedio. ¿ Por qué aceptaría su apuesta ? ¿ Por qué ? Y vuelvo a escuchar su débil voz entremezclada con un suave llanto. Me pregunto qué es lo que sentí mientras la azotaba. ¿ Era deleite, venganza, satisfacción, dolor  ? En mi cabeza se repetía monótona una plabra: puta, puta, puta, puta, puta, puta.  Seis veces,seis azotes con furia. En ese momento me convertí en un bestia; en la reencarnación del "hombre malo".  No pude salvar a mi madre, ni tampoco a Anastasia. Su vocecilla me saca de mis pensamientos.

- Vete, por favor.  No prolonguemos más esta agonía.



Trato de untar sus nalgas con el ungüento, pero ella no me lo permite y rechaza el calmante. Yo estoy consternado; no es ésto lo que esperaba ni lo que buscaba.  ¿Por qué la hice caso ? ¿ Por qué no comprendí que era una brabuconada, que lo que pretendia es que yo cediese y la permitiera tocarme?  Soy un imbécil, un estúpido ¿ Cómo he podido hacerla daño ? yo que siempre se lo he repetido millones de veces que nunca lo haría. No encuentro las palabras ante la desesperación que intuyo ante  su abandono.  Me tiendo a su lado y trato de abrazarla; ella me lo permite.  Hundo la cabeza en su cabello y la pido perdón con el mayor sentimiento del que soy capaz.  Pero ella me rechaza y me dice lo que no deseo escuchar

-No soy mujer para tí. Tu necesitas ésto y yo no soy capaz de dártelo. No puedo seguir así.  Te quiero Christian, me he enamorado de ti, y todo lo que te pido es que me dejes acariciarte y demostrarte lo importante que eres para mi. Tu no me necesitas, así que es mejor que lo dejemos. Voy a marcharme .  Ha sido algo imposible; no podemos hacernos daño mutuamente, porque nos destrozaría.  Ahora te ruego que salgas de la habitación. Voy a vestirme

Esta vez obedezco.  Está decidida a irse y lo hará, y yo habré de pagar por lo que nunca debí hacer.  Perdí el control. En mi cabeza bailaron imágenes de mi niñez, de los momentos vividos en ese cuarto, ahora maldito. Si,  lo maldigo porque ha sido testigo del sufrimiento de Ana, y maldigo mi mano que se lo infringió.  Estoy maldito todo yo.  He tenido un ángel a mi lado y le he perdido.

 Y salgo de la habitación, y lentamente, sin ánimo, llego al salón y me siento mirando al exterior sin ver.  En mis pupilas está la imágen de Ana agarrada fuertemente a la mesa para no gritar,  resistiendo.


 Esa imagen me persigue; paso mi mano sobre la frente para ahuyentarla, pero no lo consigo. Veo su silueta, ya arreglada para marcharse. Deja todos mis regalos encima de la mesa y las llaves del coche junto a ellos. Con voz trémula, pero firme, me pide el importe del coche vendido por Taylor. " Te enviaré un cheue ", digo sin mirarla.  No tengo valor para hacerlo, aún a sabiendas que será la última imagen que tenga de ella.  Espera unos instantes y dando media vuelta entra en el ascensor y se va.   Desaparece de mi vida.




El silencio del apartamento me abruma. Hasta hacía pocas horas, eran las risas de Anastasia las que resonaban jugueteando por ver si la alcanzaba; ahora sólo se escucha el sonido de la llovia repiqueeando sobre los cristales. Taylor la ha llevado a su casa.  Me encierro en mi cuarto, no quiero ver a nadie. Veo sobre mi almohada un paquete con una nota. Ha debido ser ella la que lo ha dejado ¿ Se le ha olvidado algo ?.  Por unos instantes siento un asomo de alegría: si se lo ha dejado, aún tengo la esperanza de poder llevárselo.  Pero no. Ha sido ella y a propósito. Enciendo una luz baja, para que no me dañe los ojos. Los tengo ardiendo, me duelen , me duelo todo, el corazón la cabeza. Tomo el paquete entre mis manos y en la caja hay una maqueta de un planeador y una nota escrita a prisa con la letra de Anastasia " Esto me recordó un tiempo feliz .  Ana ". La aprieto en mi mano y la beso, y entonces ya no puedo contener el llanto que me asfixia.  La última vez que recuerdo haber llorado, fué cuando me separaron de mi madre. Fue un llanto como este: aterrador, como si una mano de acero me apretara el corazón la garganta y todo mi cuerpo.


Ignoro el tiempo que permanecí llorando, sentado en el suelo a los pies de mi cama. La cabeza me estalla, pero no siento  el dolor de ella, sino el de mi corazón destrozado, hecho mil pedazos.  Unos golpes en la puerta y la voz de Taylor notificándome que la señorita Steele, ya estaba en su domicilio

- Esta bien Taylor. Gracias. Puedes irte. No voy a necesitarte
-¿ Le traigo algo de comer ?
- No, gracias. No quiero nada.. Lo único que deseo es estar solo. Puedes irte.

Me sento  en la cama y abro la caja del planeador. ¿ Lo armo ? No tengo ganas, pero era su último regalo. Si lo armaré y de esta forma me haré la ilusión de que una parte de ella está conmigo.
Tardo mucho en armarlo; no me concentro.  Lo dejo a un lado y vuelvo a cogerlo. Anochecía cuando está terminado.  Ni siquiera me he dado cuenta, de que la noche se acercaba. Esa noche que íbamos a disfrutarla plenamente, felices de estar nuevamente juntos y que ya no será posible.  Me distrae una llamada de teléfono.  No quiero hablar con nadie, pero ¿ y si fuera Anastasia que desea que volvamos?  Nervioso respondo a la llamada. La desilusión más absoluta recorre mi cuerpo.  En este momento no quería escuchar esa voz , que me anunció mi fracaso con ella. Elena me preguntaba que cómo estaba.  No tengo fuerzas ni ganas para responderla, pero lo hago con el ánimo de terminar cuanto antes



- Hola Elena  cómo estás ?
- Christian ¿ qué te ocurre ? Creí que estarías con Anastasia y pensando en ello , te llamo a estas horas, porque supongo que se habrá marchado ya.
- Si Elena, se ha marchado - la respondo con desánimo
- ¿ Te ocurre algo,?
- Tenías razón cuando  dijiste que saldría corriendo. Eso es lo que me ocurre, se ha marchado. Y ahora si me perdonas, no deseo seguir hablando. Me duele terriblemente la cabeza
-¿ Quieres que vaya y hablamos ?
- No por favor, hoy no. Voy a meterme en la cama en cuanto cuelgue de hablar contigo.
- Está bien. Si me necesitas llámame.  Sabes que estoy a tu disposición
- Si, si.  Ya lo sé. Adiós.

Y cuelgo.  No soporto oir su voz; ahora no. Me tumbo en la cama mirando al techo, buscando el sueño que me permita, siquiera,  poderme olvidar de todo.  Pero el sueño, también se ha ido con ella y a cambio han quedado ls horribles pesadillas, de nuevo.   Me despierto sudando y con una sensación de angustia, que se une a la que ya siento. Miro a la ventana y veo que comienza a clarear un nuevo día. Me levanto y con un chándal me dispongo a correr.  Quizá con el ejercicio consiga disipar la tristeza que siento.  Y corro, y me empapo de sudor y de la fina lluvia que está cayendo. No llevo rumbo fijo, ni siquiera lo planeo, pero mis pies me llevan hasta su casa, cerca de donde ella, posiblemente esté durmiendo.  Miro hacia la ventana y no hay luces, ni señales de vida.  No hay nada. Si al menos pudiera verla un instante.  Es temprano, hizo un largo viaje y muchos excesos y emociones. Estará rendida y seguramente duerme. No sé el tiempo que estuve allí, la lluvia calaba mi ropa, pero no me importaba.  No apartaba la mirada de su ventana; las gentes que pasaban me miraban con extrañeza. Decidí regresar a casa con la tristeza por toda compañía.





                        FIN DE LA PRIMERA PARTE


Autora de estos relatos 1996rosafermu, basados en la trilogía de E.L. James "Cincuenta sombras de Grey ".  Vistos desde la perspectiva de Christian Grey, tal como él lo sintió y vivió

 Reservados derechos de autor


Fotografias:  Archivo de 1996rosafermu

Edición:     Junio de 2016

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