Ella quiere estar conmigo y yo con ella, pero aún estoy sobrecogido al saber que hemos sufrido un atentado. Le digo que mejor a bordo, porque es donde más seguros estamos, aunque en realidad mi seguridad no me importa; quiero la de ella por encima de todo.
Antes de cenar y mientras tomamos un aperitivo damos un paseo por el barco. Hace una noche preciosa. Las estrellas tililan en el cielo, la mar está en calma y el barco se mueve en un suave balanceo. Me excuso con Ana con el pretexto de comprobar si todo va bien, y voy al camarote. Allí, encima de una desordenada y revuelta cama, veo la máquina de fotos, la cojo y sigilosamente salgo de allí y acudo hacia donde está Anastasia . Sin ser visto le saco distintas fotografías en distintas posturas. Y por un momento me detengo y la contemplo. Su rostro es sereno y su mirada brillante y limpia. Vuelvo sobre mis pasos y en un instante regreso a su lado. La tomo de la mano. Necesito siempre su contacto, es como si me infundiera vida, y entrelazo mis dedos con los de ella. Y mis dedos rozan sus anillos de boda y compromiso que lleva juntos, e instintivamente echo una ligera mirada al mio. Es la señal de que estamos unidos de por vida.
Apuramos el aperitivo y abrazo su cintura atrayéndola hacia mi. Beso sus cabellos y le sonrío. Ella hace lo mismo. Y nuevamente mete su mano en el bolsillo de mi pantalón, y otra vez pellizca mi trasero, algo que me hace feliz y reir, porque me dice muy sutilmente que soy suyo y que nadie más que ella tiene acceso a esa parte de mi anatomía.
Nos sentamos en cubierta, mientras disponen la mesa de nuestra cena. Ella mira al frente y se queda callada
- ¿ En qué piensas ? - le pregunto
- Pues la verdad, en nada en concreto. Pero viendo la extensión y el lujo del barco, me ha venido a la memoria el palacio de Versalles. Hermoso, esplendoroso, lleno de riquezas, pero injusto, porque el rey disfrutaba de toda esa belleza, mientras el pueblo se moría de hambre. ¿ Es necesario todo este lujo para vivir ?- Y me lo dice abarcando con su brazo el entorno del barco
-Según su criterio, si lo era. Se rodeaba de mujeres hermosas de las que disfrutaba, y por todo ello conseguía los favores de algunas en concreto. Quizás estuvo enamorado de alguna y quería obsequiarla con el lujo más exquisito que pudiera conseguir para ella. Es lo que solemos hacer los hombres que estamos perdidamente enamorados de nuestra mujer. Tendrías que verte como en el salón de los espejos se reflejaba la luz que iluminaba tu cabello. Yo lo hubiera construido sólo por eso.
Ella, no me dice nada, sólo una tímida sonrisa aflora a su cara, pero yo se que se ha ruborizado. Mi mujer es ¡tan joven, tan dulce y exquisita, que cada día doy gracias a Dios por haber sido ella la que me hiciera la entrevista y no su amiga .Al cabo de un momento, ella me replica
- Es bastante ostentoso. No se si yo podría vivir en un lugar como Versalles.
Nuestro tiempo de vacaciones se termina. No quiero volver a la cotidianidad. Voy a extrañar el estar todo el día juntos, pero los días pasan y sólo nos quedan dos . Nos quedamos en silencio, quizá sopesando el regreso y los problemas a los que tendremos que enfrentarnos una vez hayamos llegado. Hemos vivido en una burbuja, pero se termina, se termina irremediablemente.. Me saca de mi abstracción, al tiempo que acaricia mi mano izquierda y el anillo de casado que en ella llevo
- Me has dado la más maravillosa luna de miel. Ha sido increíble, toda ella. Gracias amor mio
Al escuchar sus palabras, acompañadas de una dulce y tierna sonrisa, siento que mi corazón se derrite por ella. Busco algo qué decir, y no se me ocurre nada más que voy a ausentarme durante un rato
- Voy a dejarte sola un poquito. Tengo que llamar a casa para ver cómo va todo- le digo
- Está bien, cielo. Yo llamaré a Kate y a José. Fue él quién me recomendó la máquina de fotos.
Nos besamos suavemente y cada uno de nosotros se dirige a su lugar: ella a nuestro camarote, y yo a mi despacho, es decir al lugar que he destinado como despacho..
Después de cenar y de un rato de sobremesa hablando de anécdotas de nuestra luna de miel, decidimos irnos a la cama. Es de madrugada y el litoral se dibuja con pequeñas luces que rodean la playa. La noche es hermosa. Mira hacia el cielo y yo la sigo con la mirada. Nunca había visto tantas estrellas juntas y tan luminosas. Jugueteamos en la cama, desnudos, como tenemos por costumbre y nuestros juegos terminan como siempre: caricias, besos y posesión de nuestros cuerpos. Abrazados, también por costumbre, nos quedamos dormidos.
Algo me sobresalta y adormilado, levanto mi cabeza para ver lo que ocurre. Tengo abrazado el cuerpo de Ana, pero tiembla, solloza y está llorando. Rápidamente enciendo la luz y compruebo que sigue dormida, pero sufre una pesadilla. La muevo llamándola para que despierte
- Ana, Ana, cariño. Despierta, despierta-. Agito sus hombros y poco a poco ella vuelve a la consciencia. Me mira con los ojos muy abiertos, se incorpora y me besa abrazada a mi
- Nena, ha sido un mal sueño. Ya pasó, ya pasó- Beso sus lágrimas y ella refugia su cabeza en mi pecho
- Christian... He soñado que estábamos en Versalles, que tu estabas a mi lado; sonreías, pero de golpe , no te reflejabas en los espejos. Con pasos lentos te marchabas y yo me quedaba sola, sola...
- No llores nena. Seguramente ha sido por lo que comentamos en la cena. No voy a dejarte nunca. Tranquilízate, siempre cuidaré de ti, siempre te protegeré. Ahora vuelve a dormir. Estoy contigo.
La beso y abrazo atrayendola hacia mi. Ella descansa su cabeza en mi brazo y con el otro, abrazo su cintura y beso sus cabellos, escondiendo la cara entre ellos. Ese gesto tan nuestro, tan habitual en nuestra forma de dormir, nos calma, nos tranquiliza a ambos, y poco a poco el sueño entorna nuestros ojos.
Es nuestro último día, regresamos a Seattle via Londres, aunque esta vez sólo haremos una escala técnica. Estoy sentado en la habitación viéndola dormir, tranquila, después de la pesadilla de anoche. Se muestra preocupada por todos los acontecimientos que hemos tenido,. Ha hablado en sueños y sé lo preocupada que está, pero no quiero mencionárselo. Le saco varias fotografías; quiero mantenerla en mi retina así: despeinada, chupando su pulgar, despatarrada en la cama, en caulquier postura. Ella siempre se muestra hermosa y es mia. Mi esposa, mi luz, mi vida, mi más.
Comienza a despertarse, y yo oculto la máquina bajo el sillón en el que me siento. Pasea su brazo por la almohada y por la cama; está buscándome. De repente se gira y al verme allí sentado, su cara se dulcifica.
Voy hacia ella y la beso y acaricio. Le pregunto si quiere ir a visitar algún lugar antes de marchar, y ella dice no con la cabeza
-
-Sólo estar a tu lado. Quiero apurar las horas que nos queden estando juntos. Cuando volvamos a casa no será lo mismo. Te he tenido las veinticuatro horas del día para mi sola, y eso me va costar mucho acostumbrarme a que no sea así- Me dice mientras acaricia mi cara con ternura y yo la beso apasionadamente, porque nadie podía expresar lo que siento en mi interior; exactamente lo mismo que ella.
Después de desayunar, quiero darle una sorpresa. Se que la divierte, pero ésta vez irá conmigo. Subimos a cubierta y Taylor ya nos espera con sendos chalecos salvavidas. Ato la llave de contacto a su muñeca, y ella sonríe y abre mucho los ojos por la sorpresa.
- ¿ Vamos a montar en la moto ? ¿ Vas a dejar que la conduzca ?
- Calla y obedece. O harás que me arrepienta de ello-. lle digo sin poder evitar mi risa contagiada por ella.
Subimos y yo me acomodo detrás abrazando con mis brazos y mis piernas, el frágil cuerpo de Anastasia. No voy muy confiado, pero libreme Dios de hacérselo notar. Poco a poco nos desplazamos alejándonos del barco, seguidos por la lancha motora en la que van Taylor y los hermanos franceses.
- No vayas muy rápido- le digo -. Ya sabes los problemas que tengo de confianza con alguien que me conduzca y que no sea Taylor. - Ella rie feliz; yo sigo diciéndole- La próxima vez serán dos motos las que surquen las olas. Una para ti y otra para mí
Ella acelera al tiempo que me dice que le extraña que le permita conducir un cacharro de estos, a pesar de que lo pueden llevar los niños. Yo me aprieto más a su cuerpo inhalo el olor de sus cabellos que me dan en el rostro, junto con las salpicaduras de agua que la moto levanta. Damos un par de vueltas al barco y Taylor, mueve su cabeza con desaprobación, pero ambos nos reímos. Va a resultar que mi buen Jason es tan meticuloso como yo, algo que me satisface.
Ana se dirige hacia Niza. El aeropuerto está como suspendido en el agua y siente curiosidad por verlo más de cerca. De pronto un avión vuela sobre nuestras cabezas tratando de aterrizar, lo que nos produce un sobresalto porque no esperábamos verle tan de cerca. Ana da un respingo y con ese movimiento, acelera aún más. La moto da un tirón al cambiar de velocidad y nos pilla desprevenidos. Ana sale por los aires y yo con ella. Nos hundimos, pero en una fracción de segundos, estamos nuevamente en la superficie. Ella tose, estornuda, siente arcadas, todo junto porque ha tragado medio mar Mediterráneo, Se seca los ojos porque la sal del mar hace que le escuezan, pero rie, rie sin cesar al ver mi cara de espanto. Inmediatamente voy hacia ella y reviso su rostro, sus brazos y mi inquietud desaparece cuando ella, se abraza a mi riendo y feliz.
- Me has dado un susto de muerte - la digo reponiéndome del sobresalto. Ella lanza una carcajada y me responde convencida
- Christian, no me ha pasado nada. Esto es lo máximo que puede ocurrir: un buen chapuzón. Hasta un niño la llevaría, y además...- Me muestra la llave que cuelga de su muñeca- el contacto se interrumpe y se frena en el acto.
- Aún así ¿ que te ha pasado ?
-Me asustó el avión. Crei que se nos venia encima
- Anda, estamos empapados. Mira ahí llega Taylor, y por su cara, creo que no ha sido el único en asustarse. Menos mal que no me reñirá- Y ambos reimos mientas nos ayudan a subir a la motora.
Antes de cenar y mientras tomamos un aperitivo damos un paseo por el barco. Hace una noche preciosa. Las estrellas tililan en el cielo, la mar está en calma y el barco se mueve en un suave balanceo. Me excuso con Ana con el pretexto de comprobar si todo va bien, y voy al camarote. Allí, encima de una desordenada y revuelta cama, veo la máquina de fotos, la cojo y sigilosamente salgo de allí y acudo hacia donde está Anastasia . Sin ser visto le saco distintas fotografías en distintas posturas. Y por un momento me detengo y la contemplo. Su rostro es sereno y su mirada brillante y limpia. Vuelvo sobre mis pasos y en un instante regreso a su lado. La tomo de la mano. Necesito siempre su contacto, es como si me infundiera vida, y entrelazo mis dedos con los de ella. Y mis dedos rozan sus anillos de boda y compromiso que lleva juntos, e instintivamente echo una ligera mirada al mio. Es la señal de que estamos unidos de por vida.
Apuramos el aperitivo y abrazo su cintura atrayéndola hacia mi. Beso sus cabellos y le sonrío. Ella hace lo mismo. Y nuevamente mete su mano en el bolsillo de mi pantalón, y otra vez pellizca mi trasero, algo que me hace feliz y reir, porque me dice muy sutilmente que soy suyo y que nadie más que ella tiene acceso a esa parte de mi anatomía.
Nos sentamos en cubierta, mientras disponen la mesa de nuestra cena. Ella mira al frente y se queda callada
- ¿ En qué piensas ? - le pregunto
- Pues la verdad, en nada en concreto. Pero viendo la extensión y el lujo del barco, me ha venido a la memoria el palacio de Versalles. Hermoso, esplendoroso, lleno de riquezas, pero injusto, porque el rey disfrutaba de toda esa belleza, mientras el pueblo se moría de hambre. ¿ Es necesario todo este lujo para vivir ?- Y me lo dice abarcando con su brazo el entorno del barco
-Según su criterio, si lo era. Se rodeaba de mujeres hermosas de las que disfrutaba, y por todo ello conseguía los favores de algunas en concreto. Quizás estuvo enamorado de alguna y quería obsequiarla con el lujo más exquisito que pudiera conseguir para ella. Es lo que solemos hacer los hombres que estamos perdidamente enamorados de nuestra mujer. Tendrías que verte como en el salón de los espejos se reflejaba la luz que iluminaba tu cabello. Yo lo hubiera construido sólo por eso.
Ella, no me dice nada, sólo una tímida sonrisa aflora a su cara, pero yo se que se ha ruborizado. Mi mujer es ¡tan joven, tan dulce y exquisita, que cada día doy gracias a Dios por haber sido ella la que me hiciera la entrevista y no su amiga .Al cabo de un momento, ella me replica
- Es bastante ostentoso. No se si yo podría vivir en un lugar como Versalles.
Nuestro tiempo de vacaciones se termina. No quiero volver a la cotidianidad. Voy a extrañar el estar todo el día juntos, pero los días pasan y sólo nos quedan dos . Nos quedamos en silencio, quizá sopesando el regreso y los problemas a los que tendremos que enfrentarnos una vez hayamos llegado. Hemos vivido en una burbuja, pero se termina, se termina irremediablemente.. Me saca de mi abstracción, al tiempo que acaricia mi mano izquierda y el anillo de casado que en ella llevo
- Me has dado la más maravillosa luna de miel. Ha sido increíble, toda ella. Gracias amor mio
Al escuchar sus palabras, acompañadas de una dulce y tierna sonrisa, siento que mi corazón se derrite por ella. Busco algo qué decir, y no se me ocurre nada más que voy a ausentarme durante un rato
- Voy a dejarte sola un poquito. Tengo que llamar a casa para ver cómo va todo- le digo
- Está bien, cielo. Yo llamaré a Kate y a José. Fue él quién me recomendó la máquina de fotos.
Nos besamos suavemente y cada uno de nosotros se dirige a su lugar: ella a nuestro camarote, y yo a mi despacho, es decir al lugar que he destinado como despacho..
Después de cenar y de un rato de sobremesa hablando de anécdotas de nuestra luna de miel, decidimos irnos a la cama. Es de madrugada y el litoral se dibuja con pequeñas luces que rodean la playa. La noche es hermosa. Mira hacia el cielo y yo la sigo con la mirada. Nunca había visto tantas estrellas juntas y tan luminosas. Jugueteamos en la cama, desnudos, como tenemos por costumbre y nuestros juegos terminan como siempre: caricias, besos y posesión de nuestros cuerpos. Abrazados, también por costumbre, nos quedamos dormidos.
Algo me sobresalta y adormilado, levanto mi cabeza para ver lo que ocurre. Tengo abrazado el cuerpo de Ana, pero tiembla, solloza y está llorando. Rápidamente enciendo la luz y compruebo que sigue dormida, pero sufre una pesadilla. La muevo llamándola para que despierte
- Ana, Ana, cariño. Despierta, despierta-. Agito sus hombros y poco a poco ella vuelve a la consciencia. Me mira con los ojos muy abiertos, se incorpora y me besa abrazada a mi
- Nena, ha sido un mal sueño. Ya pasó, ya pasó- Beso sus lágrimas y ella refugia su cabeza en mi pecho
- Christian... He soñado que estábamos en Versalles, que tu estabas a mi lado; sonreías, pero de golpe , no te reflejabas en los espejos. Con pasos lentos te marchabas y yo me quedaba sola, sola...
- No llores nena. Seguramente ha sido por lo que comentamos en la cena. No voy a dejarte nunca. Tranquilízate, siempre cuidaré de ti, siempre te protegeré. Ahora vuelve a dormir. Estoy contigo.
La beso y abrazo atrayendola hacia mi. Ella descansa su cabeza en mi brazo y con el otro, abrazo su cintura y beso sus cabellos, escondiendo la cara entre ellos. Ese gesto tan nuestro, tan habitual en nuestra forma de dormir, nos calma, nos tranquiliza a ambos, y poco a poco el sueño entorna nuestros ojos.
Es nuestro último día, regresamos a Seattle via Londres, aunque esta vez sólo haremos una escala técnica. Estoy sentado en la habitación viéndola dormir, tranquila, después de la pesadilla de anoche. Se muestra preocupada por todos los acontecimientos que hemos tenido,. Ha hablado en sueños y sé lo preocupada que está, pero no quiero mencionárselo. Le saco varias fotografías; quiero mantenerla en mi retina así: despeinada, chupando su pulgar, despatarrada en la cama, en caulquier postura. Ella siempre se muestra hermosa y es mia. Mi esposa, mi luz, mi vida, mi más.
Comienza a despertarse, y yo oculto la máquina bajo el sillón en el que me siento. Pasea su brazo por la almohada y por la cama; está buscándome. De repente se gira y al verme allí sentado, su cara se dulcifica.
Voy hacia ella y la beso y acaricio. Le pregunto si quiere ir a visitar algún lugar antes de marchar, y ella dice no con la cabeza
-
-Sólo estar a tu lado. Quiero apurar las horas que nos queden estando juntos. Cuando volvamos a casa no será lo mismo. Te he tenido las veinticuatro horas del día para mi sola, y eso me va costar mucho acostumbrarme a que no sea así- Me dice mientras acaricia mi cara con ternura y yo la beso apasionadamente, porque nadie podía expresar lo que siento en mi interior; exactamente lo mismo que ella.
Después de desayunar, quiero darle una sorpresa. Se que la divierte, pero ésta vez irá conmigo. Subimos a cubierta y Taylor ya nos espera con sendos chalecos salvavidas. Ato la llave de contacto a su muñeca, y ella sonríe y abre mucho los ojos por la sorpresa.
- ¿ Vamos a montar en la moto ? ¿ Vas a dejar que la conduzca ?
- Calla y obedece. O harás que me arrepienta de ello-. lle digo sin poder evitar mi risa contagiada por ella.
Subimos y yo me acomodo detrás abrazando con mis brazos y mis piernas, el frágil cuerpo de Anastasia. No voy muy confiado, pero libreme Dios de hacérselo notar. Poco a poco nos desplazamos alejándonos del barco, seguidos por la lancha motora en la que van Taylor y los hermanos franceses.
- No vayas muy rápido- le digo -. Ya sabes los problemas que tengo de confianza con alguien que me conduzca y que no sea Taylor. - Ella rie feliz; yo sigo diciéndole- La próxima vez serán dos motos las que surquen las olas. Una para ti y otra para mí
Ella acelera al tiempo que me dice que le extraña que le permita conducir un cacharro de estos, a pesar de que lo pueden llevar los niños. Yo me aprieto más a su cuerpo inhalo el olor de sus cabellos que me dan en el rostro, junto con las salpicaduras de agua que la moto levanta. Damos un par de vueltas al barco y Taylor, mueve su cabeza con desaprobación, pero ambos nos reímos. Va a resultar que mi buen Jason es tan meticuloso como yo, algo que me satisface.
Ana se dirige hacia Niza. El aeropuerto está como suspendido en el agua y siente curiosidad por verlo más de cerca. De pronto un avión vuela sobre nuestras cabezas tratando de aterrizar, lo que nos produce un sobresalto porque no esperábamos verle tan de cerca. Ana da un respingo y con ese movimiento, acelera aún más. La moto da un tirón al cambiar de velocidad y nos pilla desprevenidos. Ana sale por los aires y yo con ella. Nos hundimos, pero en una fracción de segundos, estamos nuevamente en la superficie. Ella tose, estornuda, siente arcadas, todo junto porque ha tragado medio mar Mediterráneo, Se seca los ojos porque la sal del mar hace que le escuezan, pero rie, rie sin cesar al ver mi cara de espanto. Inmediatamente voy hacia ella y reviso su rostro, sus brazos y mi inquietud desaparece cuando ella, se abraza a mi riendo y feliz.
- Me has dado un susto de muerte - la digo reponiéndome del sobresalto. Ella lanza una carcajada y me responde convencida
- Christian, no me ha pasado nada. Esto es lo máximo que puede ocurrir: un buen chapuzón. Hasta un niño la llevaría, y además...- Me muestra la llave que cuelga de su muñeca- el contacto se interrumpe y se frena en el acto.
- Aún así ¿ que te ha pasado ?
-Me asustó el avión. Crei que se nos venia encima
- Anda, estamos empapados. Mira ahí llega Taylor, y por su cara, creo que no ha sido el único en asustarse. Menos mal que no me reñirá- Y ambos reimos mientas nos ayudan a subir a la motora.
genial. me ha gustado demasiado
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