lunes, 14 de noviembre de 2016

Los Grey - Capítulo 5 - Decisión en rojo

El claxon sonaba  una y otra vez, y su ocupante se impacientaba. Un joven sentado a su lado protestaba sin parar, temiendo llegar tarde a sus clases.  El chófer sonreía ante las protestas de ellos.

- No entiendo que demonios hace todos los días. Se levanta tempano, pero siempre entra de las últimas en el instituto- gruñia malhumorado Christian Grey

- Yo no voy a esperaría más. Vamos a perder los dos el autobús, así que me voy- dijo el joven
- Teddy, aguarda un momento, parece que ya sale.  - Efectivamente una muchacha se dirigía corriendo hacia el coche que la esperaba

- Vamos hija que ya está bien. Todos los días lo mismo. Vamos a llegar todos tarde  por tu culpa.
- No me regañes, papi. Es que han surgido cosas a ultima hora
- Eres estúpida Phoebe, eso es lo que ocurre.  Por tu culpa todos los días tenemos el mismo tema - dijo su hermano

A la puerta de la casa , para despedirlos,  Anastasia, les veía partir a toda prisa.  Por los pelos llegaron a tiempo de coger el autobús que les llevaría hasta el instituto.  Teddy, refunfuñaba, y Phoebe sonreía a las compañeras que se  cruzaban en su camino

- ¿ Lo ves ? hemos llegado a tiempo- sonreía a su hermano.  Éste le dirigía una mirada como para crucificarla.

A solas ya en el coche, Grey comentaba con Taylor el incidente, que con su hija se repetía mañana tras mañana.

-Es cosa de la edad, señor Grey.  Ya se acostumbrará.  Está empezando a volar sola.  Ya no son esos pequeños
que correteaban en casa.   Ya no,  señor Grey

Estas palabras calaron hondo en la cabeza de Grey.  Tenía razón, sólo que él la seguía viendo como una pequeña.  Lo mismo que a Teddy, y sabía que ya andaba tonteando con una chica del instituto.  El tiempo había pasado rápido. El ya pasaba de los cuarenta y Anastasia los estaba pisando.  Entre charla y charla, llegaron al edificio de las oficinas Grey Enterprises Holdings Co.

Solo,  en el despacho,  Christian Grey jugueteaba con un lapicero que llevaba su marca.  Tamboriileaba sobre el escritorio: algo le preocupaba.  Su conversación con Taylor de esa  mañana,  mientras se dirigían a la oficina,  sobre Phoebe, le había dejado pensativo.

Llevaba madurando esa decisión desde hacía tiempo.  Lo había hablado con Ana muy de pasada, pero ella no le había dado una respuesta efectiva, por tanto debía ser él, quién tomara la decisión. Pulso el teléfono interior para hablar con Andrea


- ¿ Señor Grey ?
-Andrea ¿ Hay algo para hoy ?
- De momento ninguna reunión, ni se esperan visitas.  Todo lo que hay son firmas de documentos y de alguna carta.
 -Está bien. Páseme las firmas.  Tengo que salir - Firmó todo lo pendiente. Averiguó si Taylor estaba de regreso de hacer unos encargos y supo que no

- Por favor, búsqueme un taxi - Y en taxi se dirigió al Escala.

El silencio reinante en el apartamento le resultó extraño. Paseó la mirada por las paredes y los cuadros que allí permanecían,  parecía que le miraban. La mesa de centro del vestíbulo seguía  en su sitio, con el gran jarrón con flores secas y marchitas. En la cocina sacó una botella del frigorífico y se echó una copa de vino, y con ella en la mano se dirigió a su estudio.  Manipuló en una caja fuerte, y extrajo una pequeña caja de la que sacó unas llaves, que guardo en un bolsillo de su pantalón. Después  se adentró por el pasillo.  Se detuvo a la puerta de   su dormitorio y sonrió al venir a la memoria los episodios vividos en ella y que todos fueron con Ana.  Ninguna otra mujer había estado en aquella habitación, excepto Leila en una desgraciada vez. Fue a la biblioteca  y acarició la mesa de billar recordando una partida muy especial. En la sala de televisión recordó Expediente X. Todos sus mejores recuerdos estaban entre aquellas paredes.  Lentamente subió las escaleras hasta el piso de arriba. . Sacó una de las  llaves de su bolsillo , y abrió la puerta lentamente.

Encendió la luz y paseó la mirada por aquella habitación con tantos recuerdos.  Estaba decidido.  Desde allí mismo, pulsó un número y conecto con alguien que conocía bien, aunque hiciera años que no se vieran.

-  Por favor ¿ Norma ?- pidió a quién atendió su llamada
- ¿ Quién la llama?
- Dígale que es un amigo C. Ella sabrá quién soy

Tardo menos de un minuto en responder. Era una voz amable y armónica.  Había sido locutora de radio, pero el negocio que ahora tenía le producía más ganancias, y optó por dejar las ondas.

- ¡ C ! ¡ Cuanto tiempo sin saber nada de ti! Bueno saber, sé por los periódicos. ¿ Cuánto hace que no nos vemos ?
- Mucho Norma, mucho. Entonces, ya sabrás por ellos  que me casé, tengo dos hijos y soy absolutamente feliz
- Lo sé, lo sé. Y mereces serlo. Bien ¿ necesitas algo de mi ?
- Si a eso debo esta llamada. Verás, quiero desmontar la habitación, y he pensado que pudiera interesarte algo de lo que en ella tengo
- ¿ Me lo estás diciendo en serio ?

-Absolutamente
-¿ Toda ?
- Toda
- Pues claro que la quiero. Toda ella.  Me pareció una maravilla cuando la vi por primea vez.  Siempre has tenido un gusto exquisito. ¿ Puedo preguntarte algo?
- Dime.  Preguntarme, puedes hacerlo. Otra cosa es que te responda
-Sigues siendo C. En eso no has cambiado. ¿ Por qué te  deshaces de ella ? ¿ Es que a tu mujer no le gusta?
- No Norma, a ella no le gusta
- Bien pues tu me dirás cuándo quieres desmontarla
- Cuanto antes. Te enviaré la llave con una persona de mi confianza.  Te agradecería que fuera cuanto antes
- Mañana mismo hago las gestiones.  Ya sabes que por lo delicado de todo, no puedo mandar a cualquier operario, pero será totalmente anónimo. He de darte las gracias por haber confiado en mi
- Sabía a quién se lo decía. Gracias a ti por hacerme el favor
- Hay algo más que quiero preguntarte
-Adelante, continúas  siendo muy curiosa
- ¿ Sigues viéndote con Elena ?

Al escuchar ese nombre, dió un respingo.   En todos estos años no  se había vuelto a acordar de ella, pero allí, precisamente en esa habitación, al oír su nombre, le vinieron a la memoria muchos recuerdos. Era como si en una película pasasen las secuencias de su vida anterior.

- Hace mucho tiempo que rompimos nuestra relación.  No he vuelto a verla, ni a saber de ella
- Yo tampoco.  Estuvo viniendo durante una temporada con un chico más joven que ella, pero dejaron de venir de repente.  Pensé que seguiríais siendo socios
- No, hace, como te he dicho,  mucho tiempo que nos perdimos de vista.  Y ahora si me disculpas, tengo al chófer esperando.  He de irme. Te mandare las llaves, como te he dicho. Sin nombres, por favor. Cuando hayas terminado, llámame a mi número particular, e iremos a recogerlas.  Toma nota ... - Le dio un  número  de un teléfono de usar y tirar.  No quería problemas ni interferencias, . y colgó .

Paseó la mirada por última vez ,  recogió algunos juguetes de la cómoda,  y cerró la puerta, y al igual que había subido las escaleras, lentamente las bajó.  Fue hasta su estudio y en la caja fuerte, cuya combinación sólo él sabía,  guardó una llave, y se quedó con un duplicado, que guardó de nuevo en su bolsillo.  Guardó también los juguetes que había apartado ;  los recogería otro día.. Ya en el  salón, dio una última mirada y salió, en el ascensor,  del apartamento.



¿ Cómo se sentía ? Aliviado, y cuando salió a la calle aspiró una bocanada de aire. Pero también sabía que Ana, quizá no se lo tomaría tan alegremente, pero bueno, ya se arreglaría con ella.  Pensó que los chicos estaban en edad difícil, Phoebe más que Teddy, y habían de tener mucho cuidado. No quería que ellos supieran de su pasado, ni que la curiosidad , algún día les hiciera descubrir aquel cuarto. No sabía qué poner en aquella inmensa habitación, pero una vez que estuviera desmantelada, llamaría a algún decorador y seguro que le darían ideas. A Teddy le faltaba poco para  entrar en la Universidad, y Phoebe aún en el bachillerato

- ¡ Dios mio, cómo ha corrido el tiempo ! - Y recordó sus nacimientos, de cuando eran bebes, de sus juegos con Teddy y de la llegada de Phoebe, tan distinta a la de Teddy, . en la que el mundo se detuvo en un quirofano.



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