Teddy resultó ser algo llorón, clásico, sólo por las noches. En un principio y debido a la cesárea de Ana, era Grey quién se encargaba de atender al pequeño; le limpiaba si se había ensuciado, le daba el biberón y le acunaba suavemente y le murmuraba bajito alguna canción preferida de Ana. Ella se levantaba también, pero dejaba hacer a Christian.
Algunas veces le observaba desde la puerta y sonreía emocionada. ¿ es este hombre el que me organizó el escándalo porque venía Blip ? Lo sabía. Sabía que sería todo un padrazo, y que el amor que depositaba en su hijo era un reflejo de la carencia que él tuvo.
Y al igual que hiciera con Teddy, Christian asistió al nacimiento de Phoebe, más relajado que el del niño.. La niña nació sin problemas, aunque perezosa, porque en el viaje hacia su salida, algunas veces se dormía. En esta ocasión cortó su cordón umbilical y fue él quién la depositó sobe el pecho de la madre. Y sintió la misma emoción que con Teddy, y se abrazó a su mujer igual que hizo con Teddy, porque era su hija, su pequeña Phoebe a la que cuidaría y mimaría como a Teddy.
Y cuidó sus malas noches, y sus catarros y sus indisposiciones como hizo con el niño. Y hasta tuvo el matrimonio alguna discusión porque Ana les malcriaba, y él, ejercía el control, como no podía ser menos.
Pero a la hora de jugar, era como otro niño más. Se tumbaba en el suelo y le encantaba que los dos pequeños se subieran encima y le tiraran del pelo, le mordieran, le hicieran cosquillas y Christian reia, reia, feliz, disfrutando de esos juegos tan normales, pero que él no disfrutó de niño. Pero ahora con sus hijos los estaba viviendo, bajo la atenta mirada de Ana, que les regañaba por todo el alboroto que formaban. Y recordó durante su luna de miel, cuando quiso hacerle cosquillas y no se lo permitió, y sin embargo ahora... ¡ Oh mi Christian, qué nobleza la de tu alma, cuánto amor tenías escondido sin querer sacarlo, y cuánto amor das ahora a todos cuantos te rodeamos ! Casi estuvo a punto de echarse a llorar ante esa escena tan familiar, pero que era tan importante en la vida de su marido.
El tener hijos, no había interrumpido en absoluto su vida sexual, que disfrutaban como siempre a solas en su dormitorio, en su intimidad, una vez que acostasen a los niños y cada uno de ellos les leyera algún cuento.
De vez en cuando hacían sus escapadas a Escala y tenían sus particulares orgías sexuales. En eso nada había cambiado, y los sentimientos de ellos tampoco. Tenían una vida sosegada, tranquila, feliz Ana disfrutaba con los juegos en ese cuarto y Christian también. Cuando tumbados en la cama se sosegaban después de su encuentro sexual, un dia Ana le dijo:
- ¿ Sabes Christian ? Creo que al final te saliste con la tuya, me convertiste en una sumisa. Acepté los juegos en esta habitación, hemos experimentado juguetes que nunca hubiera creído experimentar, pero algo ha cambiado: ya no tengo miedo. Sé que no me harás daño, y ahora soy yo la que te los pido, y comienzo a creer que hemos alcanzado el punto en que te doy lo que necesitas.
-Ana, te lo he repetido mil veces. Siempre me has dado lo que necesito y que si estamos aquí es por ti, porque tu lo quieres, pero no porque yo lo necesite. Obtengo de ti el mismo sexo aquí que en casa. Sólo que ésto es más decorativo, nada más. Esa es la diferencia. ¿ O acaso en casa no sientes el mismo placer sexual que aquí? Dímelo, eso me interesa
-¿ Por qué te interesa?
- Por que si no es así tendré que pulir mis técnicas- la dijo riendo
- Christian, la magia está en tus manos y en tu boca y en lo que me haces con ellas. Da igual que sea en casa que aquí, eres tu quién obra ese milagro en mi cuerpo.
Sólo pasaban la noche del sábado en Escala; esa noche era de ellos en exclusiva. Los niños se los llevaba Grace y Carrick, y el domingo iban a recogerlos y todos juntos celebraban una barbacoa. Pero las miradas, las sonrisas, y las caricias dominicales eran distintas a las de cualquier otro día. Habían tenido una noche para ellos solos, con su intimidad
. Las Navidades eran espectaculares; se reunía toda la familia. Kate estaba nuevamente embarazada y a poco de dar a luz. Ellas seguian siendo amigas, lo mismo que Chistian lo era de José y de Ethan, que ahora ya era de la familia, dado que Mia y él, vivian juntos desde hacía meses, y parecía que había un futuro de matrimonio.
Christian sonreía al ver a los niños abrir los regalos junto al árbol y se preguntaba que algo habría hecho bien para merecer esa familia, para recibir tanto amor. Y miraba a Anastasia, siempre a su lado, siempre sus manos juntas, sin perder el contacto y pensando en que esa noche cuando se acostaran tendrían su "nochebuena" especial, marca Grey.
Digamos que esta ha sido un modo de presentar a la nueva familia Grey, pero hemos de volver al punto, en que Christian paseaba después de tomar la decisión de quitar el cuarto rojo, y el trascendental paso que daba al hacerlo. Lo hablaría esta noche con Ana. No creía que a ella le gustase mucho la idea, porque con el transcurrir de los años, ella era más partidaria de ello que el propio Christian.
Pero al tomar esa decisión no sólo se trataba de sus respectivas apetencias sexuales, sino que estaban por medio sus hijos, y no quería que ellos supieran qué tipo de sexo mantenían sus padres. No les importaba, pertenecía a su intimidad, lo mismo que él nunca se metería en el sexo que ellos practicasen. Y el caso es que de eso se trataba, que no eligieran un camino equivocado. Quién más le preocupaba era Phoebe: era más joven e inexperta. Estaba en el instituto y él conocía muy bien las bromas y los juegos de los chicos y chicas a esa edad. A ella había que preservarla más, y así lo haría.
Algunas veces le observaba desde la puerta y sonreía emocionada. ¿ es este hombre el que me organizó el escándalo porque venía Blip ? Lo sabía. Sabía que sería todo un padrazo, y que el amor que depositaba en su hijo era un reflejo de la carencia que él tuvo.
Y al igual que hiciera con Teddy, Christian asistió al nacimiento de Phoebe, más relajado que el del niño.. La niña nació sin problemas, aunque perezosa, porque en el viaje hacia su salida, algunas veces se dormía. En esta ocasión cortó su cordón umbilical y fue él quién la depositó sobe el pecho de la madre. Y sintió la misma emoción que con Teddy, y se abrazó a su mujer igual que hizo con Teddy, porque era su hija, su pequeña Phoebe a la que cuidaría y mimaría como a Teddy.
Y cuidó sus malas noches, y sus catarros y sus indisposiciones como hizo con el niño. Y hasta tuvo el matrimonio alguna discusión porque Ana les malcriaba, y él, ejercía el control, como no podía ser menos.
Pero a la hora de jugar, era como otro niño más. Se tumbaba en el suelo y le encantaba que los dos pequeños se subieran encima y le tiraran del pelo, le mordieran, le hicieran cosquillas y Christian reia, reia, feliz, disfrutando de esos juegos tan normales, pero que él no disfrutó de niño. Pero ahora con sus hijos los estaba viviendo, bajo la atenta mirada de Ana, que les regañaba por todo el alboroto que formaban. Y recordó durante su luna de miel, cuando quiso hacerle cosquillas y no se lo permitió, y sin embargo ahora... ¡ Oh mi Christian, qué nobleza la de tu alma, cuánto amor tenías escondido sin querer sacarlo, y cuánto amor das ahora a todos cuantos te rodeamos ! Casi estuvo a punto de echarse a llorar ante esa escena tan familiar, pero que era tan importante en la vida de su marido.
El tener hijos, no había interrumpido en absoluto su vida sexual, que disfrutaban como siempre a solas en su dormitorio, en su intimidad, una vez que acostasen a los niños y cada uno de ellos les leyera algún cuento.
De vez en cuando hacían sus escapadas a Escala y tenían sus particulares orgías sexuales. En eso nada había cambiado, y los sentimientos de ellos tampoco. Tenían una vida sosegada, tranquila, feliz Ana disfrutaba con los juegos en ese cuarto y Christian también. Cuando tumbados en la cama se sosegaban después de su encuentro sexual, un dia Ana le dijo:
- ¿ Sabes Christian ? Creo que al final te saliste con la tuya, me convertiste en una sumisa. Acepté los juegos en esta habitación, hemos experimentado juguetes que nunca hubiera creído experimentar, pero algo ha cambiado: ya no tengo miedo. Sé que no me harás daño, y ahora soy yo la que te los pido, y comienzo a creer que hemos alcanzado el punto en que te doy lo que necesitas.
-Ana, te lo he repetido mil veces. Siempre me has dado lo que necesito y que si estamos aquí es por ti, porque tu lo quieres, pero no porque yo lo necesite. Obtengo de ti el mismo sexo aquí que en casa. Sólo que ésto es más decorativo, nada más. Esa es la diferencia. ¿ O acaso en casa no sientes el mismo placer sexual que aquí? Dímelo, eso me interesa
-¿ Por qué te interesa?
- Por que si no es así tendré que pulir mis técnicas- la dijo riendo
- Christian, la magia está en tus manos y en tu boca y en lo que me haces con ellas. Da igual que sea en casa que aquí, eres tu quién obra ese milagro en mi cuerpo.
Sólo pasaban la noche del sábado en Escala; esa noche era de ellos en exclusiva. Los niños se los llevaba Grace y Carrick, y el domingo iban a recogerlos y todos juntos celebraban una barbacoa. Pero las miradas, las sonrisas, y las caricias dominicales eran distintas a las de cualquier otro día. Habían tenido una noche para ellos solos, con su intimidad
. Las Navidades eran espectaculares; se reunía toda la familia. Kate estaba nuevamente embarazada y a poco de dar a luz. Ellas seguian siendo amigas, lo mismo que Chistian lo era de José y de Ethan, que ahora ya era de la familia, dado que Mia y él, vivian juntos desde hacía meses, y parecía que había un futuro de matrimonio.
Christian sonreía al ver a los niños abrir los regalos junto al árbol y se preguntaba que algo habría hecho bien para merecer esa familia, para recibir tanto amor. Y miraba a Anastasia, siempre a su lado, siempre sus manos juntas, sin perder el contacto y pensando en que esa noche cuando se acostaran tendrían su "nochebuena" especial, marca Grey.
Digamos que esta ha sido un modo de presentar a la nueva familia Grey, pero hemos de volver al punto, en que Christian paseaba después de tomar la decisión de quitar el cuarto rojo, y el trascendental paso que daba al hacerlo. Lo hablaría esta noche con Ana. No creía que a ella le gustase mucho la idea, porque con el transcurrir de los años, ella era más partidaria de ello que el propio Christian.
Pero al tomar esa decisión no sólo se trataba de sus respectivas apetencias sexuales, sino que estaban por medio sus hijos, y no quería que ellos supieran qué tipo de sexo mantenían sus padres. No les importaba, pertenecía a su intimidad, lo mismo que él nunca se metería en el sexo que ellos practicasen. Y el caso es que de eso se trataba, que no eligieran un camino equivocado. Quién más le preocupaba era Phoebe: era más joven e inexperta. Estaba en el instituto y él conocía muy bien las bromas y los juegos de los chicos y chicas a esa edad. A ella había que preservarla más, y así lo haría.
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