La nieve cubría las calles de Detroit y los coches circulaban despacio, con precaución. Dentro de un taxi iba una pareja en silencio. El con el rostro crispado, ella expectante.. Lentamente se encaminaban hacia el cementerio de la ciudad. Habían llegado en avión hacía dos días, con el tiempo justo de hacer algunas averiguaciones y visitar una vieja tumba olvidada del mundo.
El taxi que les conducía hasta allí, les dejó cerca. El sepulcro estaba situado en una zona poco accesible. Pagaron la carrera, y cogidos de la mano buscaron un nombre.
Apenas podían leerse las lápidas borradas por el tiempo y cubiertas por la nieve caída . Hacía muchísimo frio. Con las manos enfundadas en los guantes, apartaban el hielo para poder ver las inscripciones. El llevaba un plano que le había dado el detective que había contratado para la localización de la sepultura. Tardarían un buen rato en localizarla, pero al fin lo consiguieron.
De pie, uno junto al otro, enlazaban sus manos para infundirse valor mutuamente. Había conseguido llevarle hasta allí, aunque llevaba algunos años intentándolo, y él , rechazándolo. Pero ahora estaban frente a la losa que simplemente decía un nombre y unas fechas algo borrosas.
ELLA
Nacida en Detroit en 1965
Fallecida en Detroit en 1987
Nada más..., escuetamente. Averiguaron que fue enterrada por los servicios sociales, al no contar con familiares cercanos, ó desconocidos.
El hombre permanecía en silencio, con la mirada fija en aquellas líneas, pensando lo que todo aquello encerraba de doloroso. La mujer apoyaba su cabeza en el hombro y, él la atrajo hacía si, abrazándola
- Vámonos- decía a la mujer. Nunca debimos venir
- Es triste, pero teníamos que hacerlo. Ella vivió su propio infierno y es hora de que la perdones. Ahora sabes el valor de ser padre y para ella no debió ser fácil recorrer ese camino, sola, sin tener siquiera un rincón en el que refugiarse. No puedes ser tan cruel. Es hora de pasar página definitivamente, pero no lo conseguirás si sigues guardando en tu interior rencor hacia ella.
El hombre se giró hacia su mujer y, la abrazo sin poder remediar un profundo sollozo que atenazó su garganta. Se arrodilló, sin importarle la fría nieve que había en el suelo. Ella también lo hizo; no le dejaría solo. El lloraba, lloraba sin poder parar. Cubrió su cara con las manos y así permanecieron largo rato. Cuando se calmó un poco, levantó la cabeza y miró a su mujer, con infinita tristeza . Como suplicando..., como si ella pudiera aplacar el dolor que sentía
- No, por favor. Permanece a mi lado, porque sin tu presencia no hubiera sido capaz de estar aquí. Ni siquiera la he traído unas flores... Seguramente nunca las habrá tenido...
- No te atormentes. Si ella pudiera verte, no la importaría. Tú eres quién importa..., tu presencia aquí. Sabía que la querías, y la cuidabas... ¡ Eras tan pequeño !
Un grito desgarrador salió de los más profundo de su garganta pronunciando su nombre; Ella, Ella, ¿por qué ?
- Cielo, la vida te presenta, a veces, cosas que no puedes controlar y seguro que a ella le ocurrió algo para que su destino fuera tan solitario y tan triste. Salgamos de aquí
Tirando del brazo de su marido, le ayudó a levantarse. Cuando ya se alejaban, él volvió la cabeza y con su mano enfundada en el guante, tiró un beso al aire en dirección a la tumba que guardaba los secretos y amarguras de ELLA.
Anduvieron el largo camino que les conduciría hasta la salida. Iban muy juntos, como para darse calor mutuamente. El la enlazó por la cintura para que no se resbalara con la nieve, Allí tomaron un taxi que les condujo hasta el hotel. Tomarían el avión a la mañana siguiente que les llevaría de regreso a su casa, a Seattle.
Ya en la habitación, llamaron a sus hijos, que extrañaban más que nunca. Necesitaban escuchar sus vocecitas de niños pequeños.
Tenían dos hijos: un chico, Teddy de cuatro años de edad, y una niña, Phoebe., de algo menos de dos. Se habían quedado con la abuela paterna, encantada por ora parte, de tener a sus nietos.
A su llegada al hotel, en Recepción, les dieron un sobre grande , de color marrón, que habían dejado para que les fuera entregado a su llegada.. El lo depositó encima de la cama
- ¿ No vas abrirlo? - le dijo ella
- No, nena. Sé lo que dice, y no me encuentro con ánimo de hacerlo ahora. Ya lo abriré.
La visita al cementerio, había sensibilizado al matrimonio. El estaba pensativo y, ella no sabía cómo hacer para levantar su ánimo. Las calles no estaban en situación de pasear, no obstante le prepuso, para pasar las horas, acudir a unos grandes almacenes a comprar algún regalo para los niños. El aceptó. Necesitaba distraer sus pensamientos.
Fuente: 1996rosafermu
El taxi que les conducía hasta allí, les dejó cerca. El sepulcro estaba situado en una zona poco accesible. Pagaron la carrera, y cogidos de la mano buscaron un nombre.
Apenas podían leerse las lápidas borradas por el tiempo y cubiertas por la nieve caída . Hacía muchísimo frio. Con las manos enfundadas en los guantes, apartaban el hielo para poder ver las inscripciones. El llevaba un plano que le había dado el detective que había contratado para la localización de la sepultura. Tardarían un buen rato en localizarla, pero al fin lo consiguieron.
De pie, uno junto al otro, enlazaban sus manos para infundirse valor mutuamente. Había conseguido llevarle hasta allí, aunque llevaba algunos años intentándolo, y él , rechazándolo. Pero ahora estaban frente a la losa que simplemente decía un nombre y unas fechas algo borrosas.
ELLA
Nacida en Detroit en 1965
Fallecida en Detroit en 1987
Nada más..., escuetamente. Averiguaron que fue enterrada por los servicios sociales, al no contar con familiares cercanos, ó desconocidos.
El hombre permanecía en silencio, con la mirada fija en aquellas líneas, pensando lo que todo aquello encerraba de doloroso. La mujer apoyaba su cabeza en el hombro y, él la atrajo hacía si, abrazándola
- Vámonos- decía a la mujer. Nunca debimos venir
- Es triste, pero teníamos que hacerlo. Ella vivió su propio infierno y es hora de que la perdones. Ahora sabes el valor de ser padre y para ella no debió ser fácil recorrer ese camino, sola, sin tener siquiera un rincón en el que refugiarse. No puedes ser tan cruel. Es hora de pasar página definitivamente, pero no lo conseguirás si sigues guardando en tu interior rencor hacia ella.
El hombre se giró hacia su mujer y, la abrazo sin poder remediar un profundo sollozo que atenazó su garganta. Se arrodilló, sin importarle la fría nieve que había en el suelo. Ella también lo hizo; no le dejaría solo. El lloraba, lloraba sin poder parar. Cubrió su cara con las manos y así permanecieron largo rato. Cuando se calmó un poco, levantó la cabeza y miró a su mujer, con infinita tristeza . Como suplicando..., como si ella pudiera aplacar el dolor que sentía
- ¿ Quieres que te deje solo?
- No te atormentes. Si ella pudiera verte, no la importaría. Tú eres quién importa..., tu presencia aquí. Sabía que la querías, y la cuidabas... ¡ Eras tan pequeño !
Un grito desgarrador salió de los más profundo de su garganta pronunciando su nombre; Ella, Ella, ¿por qué ?
- Cielo, la vida te presenta, a veces, cosas que no puedes controlar y seguro que a ella le ocurrió algo para que su destino fuera tan solitario y tan triste. Salgamos de aquí
Tirando del brazo de su marido, le ayudó a levantarse. Cuando ya se alejaban, él volvió la cabeza y con su mano enfundada en el guante, tiró un beso al aire en dirección a la tumba que guardaba los secretos y amarguras de ELLA.
Anduvieron el largo camino que les conduciría hasta la salida. Iban muy juntos, como para darse calor mutuamente. El la enlazó por la cintura para que no se resbalara con la nieve, Allí tomaron un taxi que les condujo hasta el hotel. Tomarían el avión a la mañana siguiente que les llevaría de regreso a su casa, a Seattle.
Ya en la habitación, llamaron a sus hijos, que extrañaban más que nunca. Necesitaban escuchar sus vocecitas de niños pequeños.
Tenían dos hijos: un chico, Teddy de cuatro años de edad, y una niña, Phoebe., de algo menos de dos. Se habían quedado con la abuela paterna, encantada por ora parte, de tener a sus nietos.
A su llegada al hotel, en Recepción, les dieron un sobre grande , de color marrón, que habían dejado para que les fuera entregado a su llegada.. El lo depositó encima de la cama
- ¿ No vas abrirlo? - le dijo ella
- No, nena. Sé lo que dice, y no me encuentro con ánimo de hacerlo ahora. Ya lo abriré.
La visita al cementerio, había sensibilizado al matrimonio. El estaba pensativo y, ella no sabía cómo hacer para levantar su ánimo. Las calles no estaban en situación de pasear, no obstante le prepuso, para pasar las horas, acudir a unos grandes almacenes a comprar algún regalo para los niños. El aceptó. Necesitaba distraer sus pensamientos.
Fuente: 1996rosafermu
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