miércoles, 29 de junio de 2016

Las obsesiones de Christian - Obsesión 13 - Algo nuevo para dos

Me levanto temprano. A penas apuntan las primeras luces del día.He pensado darle una sorpresa. La contemplo una vez más  mientras duerme: Me da pena tenerla que despertar, pero he de hacerlo para mostrarle uno de mis "intereses" predilectos. Por unos instantes, contemplo su rostro relajado, esbozando a veces una débil sonrisa: "está soñando", me repito y la digo en voz baja como si pudiera escucharme " sueña conmigo, nena ".


La agito suavemente hasta que entorna los ojos, pero ella interpreta que la estoy despertando, porque deseo tenerla de nuevo.  Y no se equivoca; deseo tenerla siempre, pero ahora es por otro motivo.  Beso sus labios entreabiertos y con los míos los mordisqueo. Deliciosos como fruta madura y dulce. Entonces ella abre los ojos y me sonríe.

- Me gusta que me despiertes siempre así. ¿ Pero no podrías esperar a que fuera de día ?.- Lo sabía, cree que deseo hacerle el amor.¡ Hum ...!, no me tientes Anastasia
- Vamos dormilona, se nos hace tarde
- ¿ Vamos a algún sitio ? - gira la cabeza hacia la ventana y comprueba que a penas hay luz de día- ¡ Pero si aún no ha amanecido !- me responde mientras se despereza.
- Vamos perezosa. He de mostrarte algo, y se nos hace tarde.

Hemos tomado un frugal desayuno y no la he permitido siquiera ducharse, pero ella ha insistido en que se sentía incómoda sin lavarse, y lo ha hecho rápidamente. Estoy contento, muy contento.  Voy a mostrarle algo que me satisface plenamente; casi tanto, como hacer el amor con ella.Tengo la sensación mas extraordinaria que pueda sentir cuando estoy allí arriba: sólo el cielo y yo. Nunca antes  he llevado a nadie; ella será la primera, pero deseo enormemente que me acompañe.  Ya en el coche pongo una música suave no muy alta, y conduzco feliz y satisfecho hasta el destino que nos aguarda.  Ella me pregunta una y otra vez que adónde vamos.

- Es una sorpresa. Te lo dije en la entrevista: uno de mis placeres-.Ella se muestra juguetona, a pesar de lo temprano de la hora, y me dice sonriendo picaronamente

- Creí que yo era tu placer
- Y lo eres señoritta Steele ¡ Vaya si lo eres !  Mira ya llegamos


Muestra su extrañeza al comprobar que vamos a un angar en el que hay varios aviones de vuelo sin motor, y entonces gira su cabeza rápidamente y con una amplia sonrisa, recuerda lo que la conté de mis aficiones

- ¡ Christian !, me lo dijiste, es cierto.  Pero entonces no tenía ni idea de que te acompañaría en ello
- Yo tampoco Ana. Yo tampoco, pero mira, así son las cosas.
-Es la primera vez que me llamas Ana
-¿ Si ? A mi me gusta llamarte por tu nombre completo, sin embargo a ti te gusta el mas corto, y me propongo complacerte, nena
- Y me complaces, Christian.   Siempre.

Tras parar el coche a las puertas del angar, la beso en los labios ligeramente y le tiendo la mano para salir.  Nos dirigimos hacia el avión que ha de elevarnos al cielo.  Taylor, tan eficiente, se ha encargado de todo, y todo está a punto.  Un señor de edad madura se dirige hacia nosotros.  hacemos las presentaciones y nos tiende los arneses que coloco a Anastasia.  No permito que unas manos ajenas a las mías, se posen en el cuerpo de mi chica. Sólo yo.  La ayudo a instalarse, y ella  da grititos y palmaditas de excitación ante la aventura que va a vivir.  Es igual que una criatura ante un juguete nuevo e inesperado.  Verla reír me llena de satisfacción, y que sea yo el que la produzca la alegría,  más aún.




Y ya estamos arriba, dentro de esa especie de burbuja que es la cabina, solos ella y yo.  Y jugueteo con su nerviosismo y doy vueltas con la nave, y nos ponemos boca abajo y ella ríe, ríe excitada, no se si es porque le gusta o porque está nerviosa.  Creo que es por ésto último. Y al fin hemos de tomar tierra nuevamente. Al ayudarla a bajar la tomo  por los brazos y vuelvo a besarla.  Nunca me canso de hacerlo y la estrecho contra mi cuerpo y la acaricio el cabello recogido y desordenado. Ella me agarra fuerte de los brazos; no va más allá, sabe que no quiero que lo haga, y respeta, a regañadientes, mis reglas impuestas.



Después de desayunar la llevo a su casa y me despido hasta que de nuevo acuda para cenar con sus padres.  Me cuesta dejarla; querría que estuviera conmigo las veinticuatro horas del día.  Ella debe estar cansada y yo también, aunque con pocas horas de sueño yo me mantengo.  He de atender asuntos de la oficina.  La beso como despedida y nuevamente me encamino al hotel. Ya el sol brilla en el cielo y comienza a sentirse el calor húmedo y pesado de Savannah.  Cuando entro en mi habitación me dirijo al baño para ducharme, y allí rememoro lo vivido hace a penas pocas horas con Anastasia. Nuestras diferencias, han quedado resueltas,  por fortuna. Y somos felices, pero estoy deseando que volvamos a encontrarnos en Seattle y pueda llevarla a mi habitación del placer; deseo que ella lo sienta tan intensamente como lo ha sentido aquí, en este mismo lugar,  anoche.

Me dispongo a contactar con Ross, cuando me entra una llamada de la oficina, y no es Ross, precisamente, es Welch ¿ Qué querrá ahora ?.  Al mismo tiempo siento unos golpes en la puerta, voy a abrirla y veo que es Taylor, que con el rostro descompuesto entra en la habitación y cierra la puerta tras de sí

- Espera un momento Taylor, me está entrando una llamada
- Lo sé, es Welch
-¿ Cómo que lo sabes ? ¿ Qué ocurre ? ¿ Mis padres ?
- No, no, señor Grey.  Ellos están bien
-Pues habla de una vez
- Se trata de la señorita Williams
- ¿ Qué pasa con Leila ?
- Ha entrado en el apartamento cuando estaba Gail sola, y ha intentado cortarse las venas. La llevó al hospital.
-¿ Cómo dices ? ¿ Leila ? Pero... ¿ Por qué a mi casa?
- No lo sé, señor Grey, pero se ha llevado un susto de muerte
- ¿ Pero Jones está bien ?
- Si, está bien. la señorita, se ha quedado ingresada en la planta de psiquiatría
-¡ Cielo santo ! ¡ Está loca !.  Está bien, tenemos que regresar. Ponte en contacto con Stephan.  Deseo salir lo más rápidamente posible.

 Mientras Jason realiza las gestiones, llamaré a Anastasia que me espera para cenar esta noche. Todo iba demasiado bien. Maldita sea...

- Anastasia, he recibido una llamada de la oficina, he de regresar inmediatamente.  Han surgido problemas.  Dile a tus padres que me perdonen, que ya será en otra ocasión.  Salgo para Seattle dentro de media hora.
- Está bien. Deseo que tengas un buen viaje y que puedas solucionar lo que ocurre. Lo siento muchísimo Christian-. Me repite con voz lastimosa.  No tiene idea de lo que yo lo lamento y el motivo que me lleva nuevamente a Seattle.

Le lanzo un beso y me despido de ella.  Tardaré en volver a verla un día más. Pensaba que hiciéramos el viaje de vuelta juntos, en mi avión, pero Leila ha fastidiado todo.  Ella me devuelve el beso y comienzo a recoger las cosas en la maleta.

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