Cuando le tengo frente a mi, observo en su rostro crispación, pero en sus ojos angustia y preocupación. Vuelve a formularme la misma pregunta, pero ésta vez el tono de su voz es más relajado " ¿donde has estado ?. Mi respuesta es lacónica " tenía que pensar ". Y nuevamente esas palabras le alertan de que algo puede ir mal, y sus manos tiemblan cuando acarician mis mejillas, y yo siento partirse mi corazón, porque tengo una lucha constante entre lo que mi cabeza dicta y lo que siente mi corazón. Sé que ha tenido miedo de que no regresara, y aún lo tiene, porque al contemplar mi cara descompuesta, sabe que algo por dentro ,me está alterando y trata por todos los medios de alejar ese pensamiento de él y de mi.
- Te hemos estado buscando por todos lados, y no aparecías. No llevabas tu móvil, ni tu bolso ni nada. Sawyer fue a tu apartamento y allí tampoco estabas ni Ethan tampoco. ¿ Qué has hecho durante estas horas?
- Ya te lo he dicho: pensar
- Pensar ¿ en qué ?
Christian sabes de sobra en lo que he pensado. Te he visto comportarte con Leila, os he visto a los dos, y de repente, me sentí como una intrusa en mi propia casa. Sabía que estaba estorbando, pero al mismo tiempo tenía miedo por ti, no por mi. No quería dejarte allí, con ella, por temor a que te hiriese. Pero luego os vi actuar , y supe que la que estaba de más era yo. Yo, que nunca podrá darte lo que ella te dio y que seguramente echas de menos. Teníais algo especial entro los dos: tu forma de mirarla, tus caricias sobre su cabeza, y la sumisión de ella... Eso es lo que necesitas y que soy incapaz de darte. Lo vi ¡ tan claro ... ! Necesito tiempo Christian. Necesito pensar y plantearme nuestra situación, la tuya y la mia
- ¿ Qué quieres decir con eso? ¿ Vas a dejarme ? ¿ Te marchas otra vez ?
- Christian, sólo te pido tiempo. Estoy en un callejón sin salida; por un lado quiero estar contigo, pero por otro sé que lo nuestro no se hará viejo, porque tu necesitas algo que nunca te daré y a la larga te ocurrirá como hoy. Se presentará alguna ocasión, y tú volverás a lo que verdaderamente sientes y necesitas que conmigo no tendrás. Y te alejarás de mi, y me destrozarás rompiendo mi vida y mi corazón.
- No, no, Ana. Eso no sucederá nunca. No lo necesito, no necesito de ellas. Te necesito a tí, tal y como eres. No quiero más. Por favor Ana no vuelvas a pensarlo nunca; tu eres lo que más necesito e importa ¿ Cómo voy a decírtelo ?
De repente sucede algo que me deja helada: se arrodilla frente a mi con la cabeza baja. Le miro horrorizada. Se me está ofreciendo y siento que me desgarro por dentro ¿ en esto le he convertido ? Tenía su mundo, equivocado o no, era su decisión, pero ahora se me ofrece como sumiso y yo no lo quiero de esa forma, no le quiero así ¿ qué es lo que he hecho?
Mi voz desgarrada no puede salir de mi garganta. Me atenaza el miedo y la pesadumbre. Le insisto para que se levante, pero él parece no escucharme, y la figura de la señora Robinson riendo, se me ofrece ante los ojos que se llenan de lágrimas. No, no, no... levántate del suelo. No me escucha, no me hace caso, y entonces hago lo mismo. Ya estamos los dos sometidos el uno al otro, de igual a igual. Él levanta su rostro y me mira con ojos vidriosos, apagados y al mismo tiempo temerosos.
- No voy a irme a ninguna parte Christian. Sólo te pido tiempo, nada más
- ¿ Es cierto ? ¿ No vas a irte ?
- No , nunca me marcharé ¿ cómo quieres que te lo diga ?
- Sólo hay una manera de que así sea
- ¿ Cuál ? ¿ De qué hablas ? - le repito desesperada tratando de que vuelva hasta mi
- Cásate conmigo
Me quedo mirándole fijamente y sé que he abierto los ojos desmesuradamente. Y una vez más , Christian me desconcierta. Vuelve a mi mente una escena que imagino: la de un niño de cuatro años desorientado y solo, ante una madre inerte a su lado. Y entonces no puedo más, y mi llanto se mezcla con una risa catártica, irrefrenable, que hace que me retuerza, pero no de satisfacción, sino de angustia por lo que todo ello representa. Tiene miedo de que le abandone y me ofrece casarse conmigo. No puedo parar de reir ante esta declaración tan extraña en una noche tan extraña. Han ocurrido demasiadas cosas en este día, en esta noche.
Por fin, la risa cede al llanto y siento unos brazos fuertes, protectores, amados, que me rodean y besan mis lágrimas. Acaricio su rostro, y la tristeza sigue impresa en él.
- ¿ Te ha causado risa mi propuesta ?
- ¡ Oh, Christian ! Tienes el don de la oportunidad. Es la primera petición de matrimonio que alguien pide en una situación tan insólita como esta. Aunque no debiera pillarme por sorpresa; ya me dijiste en una ocasión que no te iba lo romántico, y hoy lo he comprobado.
- ¿ Flores y corazones?
Le contesto afirmativamente con la cabeza. El ha tomado mi mano y la ha depositado sobre su corazón, haciendo que nuevamente mi llanto se intensifique. Está dispuesto a que le toque, a sabiendas que es algo insoportable para él. Bajo mi mano siento el latir apresurado de su corazón y eso me conmueve, porque sé que está haciendo esfuerzos sobrehumanos para no retirarla. Me inclino despacio, y deposito un ligero beso sobre cada una de sus cicatrices. Él me observa entre incrédulo y expectante.
Ha cedido en todo cuanto le he pedido. Está dispuesto a todo con tal que no le abandone, y no pienso hacerlo porque le quiero tanto, le necesito tanto que no se da cuenta de que todos mis recelos son por él, porque se ha sacrificado por mi y no soy capaz de soportar algunos de sus juegos. Me abrazo llorando y él me aprieta fuerte contra su pecho. Acaba de romper la última barrera que nos separaba, la última sombra de su vida maltratada.
- Te hemos estado buscando por todos lados, y no aparecías. No llevabas tu móvil, ni tu bolso ni nada. Sawyer fue a tu apartamento y allí tampoco estabas ni Ethan tampoco. ¿ Qué has hecho durante estas horas?
- Ya te lo he dicho: pensar
- Pensar ¿ en qué ?
Christian sabes de sobra en lo que he pensado. Te he visto comportarte con Leila, os he visto a los dos, y de repente, me sentí como una intrusa en mi propia casa. Sabía que estaba estorbando, pero al mismo tiempo tenía miedo por ti, no por mi. No quería dejarte allí, con ella, por temor a que te hiriese. Pero luego os vi actuar , y supe que la que estaba de más era yo. Yo, que nunca podrá darte lo que ella te dio y que seguramente echas de menos. Teníais algo especial entro los dos: tu forma de mirarla, tus caricias sobre su cabeza, y la sumisión de ella... Eso es lo que necesitas y que soy incapaz de darte. Lo vi ¡ tan claro ... ! Necesito tiempo Christian. Necesito pensar y plantearme nuestra situación, la tuya y la mia
- ¿ Qué quieres decir con eso? ¿ Vas a dejarme ? ¿ Te marchas otra vez ?
- Christian, sólo te pido tiempo. Estoy en un callejón sin salida; por un lado quiero estar contigo, pero por otro sé que lo nuestro no se hará viejo, porque tu necesitas algo que nunca te daré y a la larga te ocurrirá como hoy. Se presentará alguna ocasión, y tú volverás a lo que verdaderamente sientes y necesitas que conmigo no tendrás. Y te alejarás de mi, y me destrozarás rompiendo mi vida y mi corazón.
- No, no, Ana. Eso no sucederá nunca. No lo necesito, no necesito de ellas. Te necesito a tí, tal y como eres. No quiero más. Por favor Ana no vuelvas a pensarlo nunca; tu eres lo que más necesito e importa ¿ Cómo voy a decírtelo ?
De repente sucede algo que me deja helada: se arrodilla frente a mi con la cabeza baja. Le miro horrorizada. Se me está ofreciendo y siento que me desgarro por dentro ¿ en esto le he convertido ? Tenía su mundo, equivocado o no, era su decisión, pero ahora se me ofrece como sumiso y yo no lo quiero de esa forma, no le quiero así ¿ qué es lo que he hecho?
Mi voz desgarrada no puede salir de mi garganta. Me atenaza el miedo y la pesadumbre. Le insisto para que se levante, pero él parece no escucharme, y la figura de la señora Robinson riendo, se me ofrece ante los ojos que se llenan de lágrimas. No, no, no... levántate del suelo. No me escucha, no me hace caso, y entonces hago lo mismo. Ya estamos los dos sometidos el uno al otro, de igual a igual. Él levanta su rostro y me mira con ojos vidriosos, apagados y al mismo tiempo temerosos.
- No voy a irme a ninguna parte Christian. Sólo te pido tiempo, nada más
- ¿ Es cierto ? ¿ No vas a irte ?
- No , nunca me marcharé ¿ cómo quieres que te lo diga ?
- Sólo hay una manera de que así sea
- ¿ Cuál ? ¿ De qué hablas ? - le repito desesperada tratando de que vuelva hasta mi
- Cásate conmigo
Me quedo mirándole fijamente y sé que he abierto los ojos desmesuradamente. Y una vez más , Christian me desconcierta. Vuelve a mi mente una escena que imagino: la de un niño de cuatro años desorientado y solo, ante una madre inerte a su lado. Y entonces no puedo más, y mi llanto se mezcla con una risa catártica, irrefrenable, que hace que me retuerza, pero no de satisfacción, sino de angustia por lo que todo ello representa. Tiene miedo de que le abandone y me ofrece casarse conmigo. No puedo parar de reir ante esta declaración tan extraña en una noche tan extraña. Han ocurrido demasiadas cosas en este día, en esta noche.
Por fin, la risa cede al llanto y siento unos brazos fuertes, protectores, amados, que me rodean y besan mis lágrimas. Acaricio su rostro, y la tristeza sigue impresa en él.
- ¿ Te ha causado risa mi propuesta ?
- ¡ Oh, Christian ! Tienes el don de la oportunidad. Es la primera petición de matrimonio que alguien pide en una situación tan insólita como esta. Aunque no debiera pillarme por sorpresa; ya me dijiste en una ocasión que no te iba lo romántico, y hoy lo he comprobado.
- ¿ Flores y corazones?
Le contesto afirmativamente con la cabeza. El ha tomado mi mano y la ha depositado sobre su corazón, haciendo que nuevamente mi llanto se intensifique. Está dispuesto a que le toque, a sabiendas que es algo insoportable para él. Bajo mi mano siento el latir apresurado de su corazón y eso me conmueve, porque sé que está haciendo esfuerzos sobrehumanos para no retirarla. Me inclino despacio, y deposito un ligero beso sobre cada una de sus cicatrices. Él me observa entre incrédulo y expectante.
Ha cedido en todo cuanto le he pedido. Está dispuesto a todo con tal que no le abandone, y no pienso hacerlo porque le quiero tanto, le necesito tanto que no se da cuenta de que todos mis recelos son por él, porque se ha sacrificado por mi y no soy capaz de soportar algunos de sus juegos. Me abrazo llorando y él me aprieta fuerte contra su pecho. Acaba de romper la última barrera que nos separaba, la última sombra de su vida maltratada.
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