lunes, 28 de diciembre de 2020

Anastasia - Capítulo 13 - Katamarán

Ha confesado que me quiere, y eso es algo, que aunque presentido, he  deseado escuchar de sus labios. "Si, te quiero".  Esas simples palabras han roto el dique de mi timidez; soy suya y él mio, tan sencillo como eso. Y siento correr la felicidad por mis venas, por toda yo, porque se lo he escuchado  de sus labios, no de los de Elena, sino de Christian, y había tanta ternura en sus ojos que aún me emociona recordarlo.

Ha sacado del maletín un gueso jersey.  Es muy temprano. ¿ Donde va a llevarme ? Dice que al lugar al que nos dirigimos estaré segura.  Nunca dice "estaremos", sino "estarás", y eso es una constante preocupación en él: mantenerme a salvo, siempre.  Y a pesar de todas las incidencias de esta madrugada, me siento total y absolutamente segura a su lado.  Soy feliz, libre de preocupaciones, al menos, las olvido, aunque sea por unas horas.  Miro su cara y le veo feliz y tranquilo, aunque pienso que en su interior otra cosa es lo que siente.

No tengo ni idea por dónde y a dónde vamos. " Es una sorpresa", me dice,. Toma un desvío que nos lleva hasta un concesionario de coches, y sigo sin saber nada.  " Primero haremos una parada", me dice.

- Hay que comprarte un coche
- Pero a me gustaba el mio.  Pueden arreglarlo
- No es coche para tí - es todo lo que me responde.


No puedo llevarle la contraria, me es imposible, porque noto que está disfrutando, relajado y contento. Habla con el vendedor de la técnica del coche, algo de lo que no tengo idea, y me da a elegir el color.  Nos decidimos por el blanco .  Un SAAB, blanco, ultra moderno, deportivo y carísimo. Me dice que es de los más seguros que fabrican.  De nuevo su preocupación por mi.

Y volvemos a la carretera, retrocemos en el desvío, y nos incorporamos a la autovía.  Al cabo de un buen rato, hemos llegado a un lugar de la costa.  Veo a las familias sentadas en las terrazas de las cafeterías y restaurantes .  A los maridos pescando y a los niños jugando al balón en los parques destinados a ellos.  Me toma de la mano, como siempre, y me lleva a un restaurante que debe conocer muy bien.  Me presenta a su dueño y se saludan cordialmente.  Es un hombre de piel negra,  tremendamente atractivo, fuerte y atlético como suelen ser los de su raza.  Lleva un brillante en una de sus orejas y me sonrie amablemente.

Vamos a comer aquí, y muy sutilmente, Christian me da a elegir, pero al desconocer qué tipo de comida hacen, con disimulo me informa, y aunque soy yo la que doy la demanda, ha sido él en realidad quién ha seleccionado el menú.  Pero no me importa.  Estamos juntos y me quiere

Vamos dando un paseo por el muelle.  Hace un día precioso, al menos lo siento así.  Me fijo en los barcos que hay atracados. Son embarcaciones de recreo.  Llegamos frente a un catamarán, y allí Christian se detiene contemplándolo satisfecho.

- Este es el mío. Construido en nuestros astilleros, por los mejores ingenieros del país.  Me siento orgulloso de él.- Le miro porque no tenía ni idea de que tuviera una embarcación, y vuelvo a recordar los "intereses caros " de la entrevista.


- ¡ Es precioso Christian ¿ cómo se llama ? - Me conduce hasta la proa y allí me asombra ver el nombre de la embarcación " Grace "- ¡ Es el nombre de tu madre ! - le comento extrañada
- ¿ De qué te asombras?  Amo a mi madre; se lo debo todo
- Es que me extraña: te muestras siempre tan distante de ella...

Hacia nosotros llega desde la embarcación un muchachote fuerte y corpulento que es el encargado de conservar el catamarán.  Soy presentada como su novia y el chico sonríe complacido y me estrecha la mano con un fuerte apretón, Christian me agarra fuerte y subimos a bordo.  Me enseña todo el barco, que es una verdadera joya: precioso, grande, con un salón a todo lujo y camarotes a ambos lados. Me explica que sólo han entrado en este barco, las mujeres de su familia, y alguna damisela que Elliot haya llevado, pero que él nunca trajo a ninguna otra mujer, a ninguna.  Y al recalcar a ninguna, sé lo que me ha querido decir, y entre ellas incluyo a Mrs. Robinson.


- Así que esto también es otra primera vez - le digo irónica mientras sonrío.  Él me mira, sonríe y me besa ligeramente.  Me enseña el camarote principal y de una especie de arcón saca un salvavidas que me coloca.. Le digo que no es necesario, no hay oleajes ni peligro de naufragio.  Él me responde  "por si acaso", y yo me río abiertamente.

- Vayamos a cubierta. Vamos a partir.  Iremos bordeando la costa; toda ella es preciosa y quiero que lo contemples junto a mi.  Quién sabe si algún día navegaremos solos tu y yo.


Es una gozada.  El aire nos da de lleno en el rostro, salpicado con algunas gotas de agua y el sol lo inunda todo. Christian me coloca en el timón y tomando mis manos, hace que sienta la potencia en las mías y que sienta la satisfacción de navegar llevando el barco ayudada por él, naturalmente.  Me indica cómo he de mantenerlo, mientras ellos izan una vela espectacular de un color rojo vivo, que me recuerda otros lugares del Escala. Y surcamos las aguas raudos, veloces, admirando el paisaje increíble que lo bordea, con unas casas casi palacios y me dice que siempre deseo tener una casa allí.  Me besa en la mejilla y yo río como una chiquilla rotunda y absolutamente enamorada de él.


Disminuimos la velocidad  y observo que llegamos a una cala preciosa.  Nuestro único tripulante se dispone bajar a tierra y creo que nosotros haremos lo mismo, pero no es así.  Me lleva hasta el camarote y allí hace que me quite la ropa, y él hace lo mismo.  Sé lo que va a venir a continuación, pero la timidez ha desaparecido  y no me importa mostrarme desnuda ante él.  No trato de taparme como hacía antes, y pienso que probablemente es por la confesión de esta mañana: somos amantes, nos amamos sin restricciones y creo que dentro de unos momentos es lo que va a suceder.


Autoría: Relato libre de 1996rosafermu, basado en la trilogía de EL James, Cincuenta sombras más oscuras
Editado: Año 2017
Ilustraciones: Cincuenta sombras más oscuras
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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